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“LA COMPUTADORA EN LA PRIMERA INFANCIA”, Peter Lang

Traducción de Ana María Rauh
                                                           
¿Mediante el clic del mouse a través de la infancia?

La computadora ha llegado a la habitación de los niños. Hace mucho tiempo, que se inauguraron los jardines infantes-internet, en el mercado existe el hand y el software para los niños de dos años, siendo recomendado a los padres como pedagógicamente valioso. Pero, también en los proyectos educativos y formativos pre-escolares, se recomienda la dotación de los jardines de infantes con computadoras. En ninguno de estos proyectos se cuestiona el tratamiento con esta técnica,  ni tampoco es considerada como perjudicial para el desarrollo. Allí, se trata exclusivamente de la cuestión metódica del “cómo”. Pero, a despecho de toda la publicidad política, en la mayoría de los casos afianzada por los fabricantes: lo que los niños necesitan en los primeros años de su vida, no puede brindarle ningún televisor, ninguna computadora. Por el contrario: le dificulta, le impide su sano desarrollo.
Aclaración: en las siguientes consideraciones de ninguna manera se trata de un rechazo general a la tecnología de la computación, de hecho, se sobre entiende pertenecen desde hace mucho tiempo a nuestra vida y a nuestro trabajo, prestando importantes servicios. Facilitan y aceleran muchos trabajos y nos ofrecen un cúmulo de informaciones. Es así que por ejemplo la tecnología como materia forma parte el plan de estudios desde la fundación de la primera escuela Waldorf en el año 1919. Con ello se ha indicado en aquel entonces, así como hoy se indica, así como también para el futuro, que los alumnos del ciclo medio y del ciclo superior, tomen conocimiento de los avances técnicos de su época.

Los niños son seres sensorios

Para poder entender y comprender al mundo, los niños necesitan la percepción sensorial. De “primera mano” quieren asir, tantear, palpar, gustar, oler, escuchar, ver. A través del asir hacia el comprender, el camino conduce a la cognición propia. ¿Qué sensación causa el agua, cómo suena el metal, cómo la madera? ¿Qué aroma tiene la manzana? ¿Cómo es la penumbra, qué gusto tiene la tarta de queso?
La computadora en cambio, ofrece siempre tan sólo un mundo de “segunda mano”, brinda copias e imitaciones. Aun el mejor programa de pintura y de trabajos manuales sobre la pantalla bidimensional, con su pincel virtual, tijera artificial y movimientos originados por el clic del mouse, ofrece ni aproximadamente la vivencia del aprendizaje relacionado con colores y materiales reales. Más aun: confunde a los niños, dado que aún no pueden diferenciar entre mundo real y mundo virtual. Los niños toman como real, todo aquello que se ofrece a sus sentidos y anima su fuerza de fantasía, lo sienten como verdadero y auténtico. Recién el hombre con libre pensamiento, conocimiento y criterio, puede diferenciar positivamente entre la apariencia y la realidad, los niños no lo pueden todavía. Dependen de que el adulto le enseñe el mundo tal como es realmente –y no, como aparece sobre una pantalla. Los niños tienen un derecho a conocer la realidad.

Los niños son seres dotados de fantasía

La fantasía infantil es una fuerza creativa, que en principio depende de percepciones sensoriales y vivencias de múltiple tipo. Luego empero, con la misma el niño se libera del mundo puramente sensorial, desprende lo percibido y lo vivenciado de los contextos originales, y dentro del proceso propio, activo y creativo, puede generarse algo nuevo, que así, nunca y en ninguna parte ha acontecido. Con la fuerza de su fantasía, los niños diariamente crean nuevos mundos. Realizan esto de modo especialmente intensivo, por el hecho de portar dentro de sí, la profunda necesidad, el deseo, y la facultad que han traído consigo,  de recepcionar dentro de sí, todo, con interés, con simpatía, de vincularlo, mezclarlo, incrementarlo.
Un software-infantil con sus variantes de acción pre-establecidas siempre significa restricción, limitación de la fuerza de fantasía infantil y no coloca el fundamento para facultades creativas innovadoras en años posteriores. Juguetes no-prefijados en todos sus pormenores,  materiales naturales con su ilimitada multiplicidad de colores y formas, incentivan las fuerzas creativas del niño en mucha mayor medida que el mejor software. Los cuentos y los paseos de exploración en la naturaleza brindan el impulso para una actividad verdadera de la fantasía, todo software en cambio, permite tan solo la configuración de un marco programado.
También la investigación neurobiológica desde hace años encuentra comprobantes cada vez más certeros del hecho, que para los procesos diferenciados de la formación cerebral cobra suma importancia, que le niño a lo largo de muchos años en primer término, e intensivamente ha conocido y experimentado al mundo real, entrando en acción recíproca con el mismo. Es así, que el reconocido neurobiólogo Manfred Spitzer escribe: “Solamente al tocar el agua, puedo aprender lo que significa que el agua es mojada. A la vez escucho su borboritar o gotear, veo olas y reflejos, tal vez pueda oler al mar o los juncos a orillas de un lago, recibiendo así una impresión global, que dentro de mi –conjuntamente con muchas otras experiencias similares”- conducirá a una representación compleja y diferenciada del agua. Cuando aún no poseo esa representación compleja y diferenciada del agua. Cuando aún no poseo esa representación interior, no puedo entender tampoco las imágenes más coloridas y los sonidos más estridentes provenientes de la computadora. De ello se deduce: las computadoras no tienen razón de estar ubicadas en los jardines de infantes ni en los sitios pre-escolares. Su implementación en la escuela deberá ser evaluada con una mirada esencialmente más crítica como la ahora existente”

Los niños son seres movedizos

Quien quiere explorar al mundo, tiene que emprender el camino. Para los niños esto significa: caminar, saltar, trepar, balancear, saltar a la soga, cavar, construir castillos de arena, significa empero a su vez, dibujar, amasar y cortar verdura, de esta manera ejercitan la agilidad de los dedos y desarrollan su motricidad fina. El psicólogo suizo Jean Piaget, ya en la década del cuarenta ha reconocido en el movimiento del niño, un esencial fundamento de su desarrollo cognitivo, social y emocional. Supo que quien no desarrolla su sentido del equilibrio, tiene luego problemas con su balance emocional-anímico. Trastornos del movimiento a menudo se corresponden con un retardo del desarrollo lingüístico. En la medida en la cual se encuentra afectado el desarrollo sensorio, también se encuentra trastornado el desarrollo del entendimiento, lo cual constituye un impedimento para el aprendizaje. Una sociedad que no fomenta el desarrollo sensorial de su joven generación, recorta a su vez, el conjunto de su capacidad intelectual.
Pero, no solamente manos, brazos y piernas son órganos del movimiento, también el ojo humano es un órgano del movimiento. Al mirar hacia la cercanía, hacia la lejanía, el cristalino de nuestros ojos se encuentra en constante movimiento, la pupila se amplifica y se estrecha, según las condiciones lumínicas. Para percibir un objeto con los ojos, palpamos los contornos y los diferentes componentes.
En el trato con la computadora, la disposición móvil del ojo se encuentra claramente reducida. La distancia entre el ojo y el aparato es siempre la misma, la tridimensionalidad del espacio natural está suprimida, simplificada a la bi-dimensionalidad, las cualidades de los colores son de naturaleza artificial. El campo de  visión del niño, que normalmente es de 200 grados, se estrecha más y más, en el peor de los casos es 70-80 grados. En el caso de los niños que miran mucha televisión o están sentados frente a la computadora, en el curso del tiempo, los ojos pierden su capacidad de movimiento. A estos niños les cuesta mantener el equilibrio, apenas pueden balancear, ni andar en monopatín o bicicleta, se encuentran notoriamente más expuestos a padecer un accidente. El trato con la computadora ya a temprana edad infantil obstaculiza el desarrollo del movimiento y por esa razón, no corresponde hallarse en la habitación del niño, ni en el jardín de infantes.

El habla es el vehículo de los pensamientos

Los niños aprenden a hablar en un entorno en el cual se está hablando, traen consigo al impulso de hacerlo. Pero, muy evidentemente, hoy se encuentra considerablemente menoscabada la perspectiva de desarrollar esa fuerza. En los últimos veinticinco años han aumentado rápidamente los trastornos del desarrollo lingüístico. Casi cada cuarto niño de la edad entre los tres y los cuatro años, muestra hándicaps de esta índole y no se limita solamente a esto. La carencia del desarrollo lingüístico está acompañada por desmedro anímico, con la incapacidad de poder expresar los sentimientos propios y poder participarse a la otra persona. El espacio anímico y la facultad interior de la vivencia de los niños empobrecen.  Más allá de ello, los trastornos lingüísticos de la temprana infancia impiden el desarrollo de las fuerzas del pensar.
Los niños tienen que aprender a pensar con independencia, para poder comprender al mundo y a sí mismos. Tienen que llevar a un contexto pleno de sentido, lo percibido, lo experimentado, lo pensado, separar entre sí, la causa y el efecto, conectarse con ideas a través del pensamiento y poder reflexionar activamente acerca de lo pensado.
En un número cada vez mayor de investigaciones se reconoce una relación entre trastornos del hablar y del pensar por un lado, y el empleo frecuente de medios electrónicos. Tampoco la televisión, oportunidad en la cual el niño escucha constantemente la palabra hablada, brinda apoyo al desarrollo de la lengua. Dado, que en primer término no depende del escucha meramente hablado, sino de dos factores que no pueden ser llevados a cabo por ningún televisor y ninguna computadora, por un lado, la calidad positiva de la relación social entre aquel que está hablando y aquel que escucha y por el otro, la función lingüística del ejemplo del adulto y la capacidad imitativa del niño, que activamente se orienta en la misma.
Las conquistas tecnológicas se encargan de muchas tareas llevadas a cabo anteriormente por el hombre, las máquinas realizan los trabajos físicos y las computadoras desde hace mucho tiempo ocupan un lugar fijo en nuestro mundo laboral y personal. Lo que empero para los adultos es sumamente útil, confortable y pleno de sentido, es dañino para los niños: cuando el clic del mouse determina la vida, los niños tienen cada vez menor oportunidad para experimentar sus propias fuerzas físicas, constatando su implementación. No se busca que los niños realicen un experimento de manera individual y creativa, reuniendo así experiencias propias, los niños son adaptados a la medida del software, virtualidad en lugar de realidad, condicionamiento en lugar de desenvolvimiento.

Ausencia de vida al presionar un botón

Para muchos niños, la vida se le presenta completamente tematizada, a semejanza de un hechizo. Se aprieta una tecla y una máquina se pone en movimiento, la luz se prende y se apaga, la aspiradora trabaja, el automóvil circula. En la actualidad, el niño raramente puede vivenciar cursos de acción comprensibles, coherentes, continuados, es así, que el mismo no puede ejercitarse en una actividad coherente plena de sentido.
Por tal razón constituye una misión educativa central, brindar a los niños experiencias entendibles en las cuales pueden percibir causa y efecto, aprendiendo de esta manera, actuar con sentido. Por ejemplo, la visita a una granja: allí, los niños pueden observar las bolsas con los granos de trigo, pueden oler el olor de los granos, al hundir la mano en la bolsa pueden vivenciar el fluir de los granos a través de los dedos. Allí, se activan los sentidos. Luego compramos una pequeña bolsa de granos, que llevamos al jardín de infantes. Al día siguiente, los niños muelen los granos con el molino manual. Esto requiere fuerza y perseverancia. Luego viene el amasado de la harina, la formación de los panecillos, en ocasión del horneado, el aroma se percibe en todo el jardín de infantes. Junto a la mesa, festivamente dispuesta, entonamos una canción, pronunciamos un lema, los niños agradecen al sol, a la lluvia, a la madre Tierra, a Dios, quienes han permitido el crecimiento, para comer entonces, con buen apetito los panecillos.
De este pequeño ejemplo emana un cúmulo de contenidos perceptivos y de paisajes vivenciados y justamente estas percepciones sensorias y las vivencias anímicas, la actividad propia, la tarea social compartida, una lógica contenida, se torna perceptible en los cursos plenos de sentido del accionar y el dar las gracias, todo ello forma el fundamento esencial sobre el cual luego en la escuela, en medida cada vez mayor, puede ser construido el edificio del pensamiento y del conocimiento congruentes.
Para ello, nada aportan las computadoras en el jardín de infantes, son una mala inversión en lo psicológico, en lo pedagógico y en lo financiero: los niños no pueden entender su funcionamiento, ni la relación causa-efecto, casi no tiene lugar la actividad propia.

Ejemplos majestuosos

No se trata empero de la computadora en sí. Se trata asimismo de los contenidos que la computadora transporta. Ya el término “juegos de computación”, en la mayoría de los casos conduce a una interpretación errónea, dado, que de ninguna manera se trata de una exploración de la realidad a modo de un juego. De ninguna manera se trata de un juego. Apuntan a la violencia a modo de una voluptuosidad y educan con orientación a los actos de violencia,  al menos indirectamente. Las investigaciones hasta ahora realizadas indican claramente, que la violencia presentada por los medios, cobra una influencia negativa sobre los niños. Sube el nivel de la agresividad, crece la aceptación de violencia y la misma es percibida en medida cada vez mayor, como normalidad, esto conduce hacia un sigiloso proceso anímico de embotamiento, que reprime posturas humanas fundamentales, tales como compasión, disposición a la ayuda, amor y caridad. Investigaciones realizadas en la Universidad de Bochum, remarcan asimismo, que los niños que se crían en un entorno emocionalmente protegido, corren un peligro menor frente a esta des-sensibilización frente a la violencia, que los niños que viven en condiciones emocionalmente inseguras. La incondicionalidad anímica prepara el ambiente para las agresiones, la agresividad creciente lleva a niños y a jóvenes a una incondionalidad cada vez mayor: se pone en movimiento un círculo endemoniado de la violencia. Aun, cuando los niños en el jardín de infantes todavía no tienen un acceso directo a “juegos violentos”, de todas maneras se prepara el terreno al respecto. El niño toma conocimiento de la computadora, el trato se convierte en normalidad y en algún momento, meramente se procede al cambio de los contenidos.

Todo a su debido tiempo

En el interín, para muchos padres el trabajo con la computadora pertenece a la vida cotidiana. Una alianza nonsancta entre la industria de la comunicación, ordenanzas formativas estatalmente ordenadas y teorías de modernidad, colocan en creciente presión a los jardines de infantes, las escuelas, así como a los padres y a los educadores, para supeditarse enteramente a los nuevos desarrollos técnicos. “Tenemos y queremos preparar a nuestros niños a tiempo para el moderno mundo laboral”, “No queremos que nuestros niños crezcan en un mundo alejado de la realidad, o, “Ya que existen las computadoras, tenemos que aprender a manejarnos con las mismas”, así, se expresan muchos padres y educadores, y por cierto que los impulsa la mejor buena intensión.
La bien entendida responsabilidad educativa no cambió, conduce a una postura opuesta. Al respecto -y como ya hemos afirmado- no se trata de demonizar a las computadoras. Se trata de herramientas de destacada utilidad. Pero, ¿se trata de aquello que necesitan los niños pequeños? En su desarrollo y en su educación, justamente no se trata de estas posibilidades que la computadora brinda al adulto. Los niños aprenden jugando, y en primer lugar mediante la actividad propia. De hecho, no buscan aligerar de su trabajo, y menos aún, con anterioridad al dominio de esta tarea del “trabajo-juego”.
Los niños obtienen las necesarias informaciones no mediante un clic, dado que de esa manera no aprenden nada nuevo, nada original. Aprenden mediante percepción, imitación y la propia actividad, plena de fantasía. De esta manera crece su caudal de experiencia, así adquieren actividad interior y exterior, toman posesión y comprenden los contextos y logran edificar un mundo realista. De esta manera, su pensar no es conducido desde un principio a la abstracción.
Cuanto más lógicas, plenas de sentido y consecuentes son los actos a modo de ejemplo de los adultos, tanto más compenetrado de espíritu puede desarrollarse el actuar infantil. Más tarde, lejos ya de la edad del jardín de infantes, se emancipa el pensar de las percepciones concretas, ya no se apoya exclusivamente sobre los actos propios, se libera en medida cada vez mayor.
A la edad del jardín de infantes, también la fantasía infantil se encuentra sujeta plenamente al hacer configurador del juego. En la edad juvenil, y más aún en la edad adulta, estas fuerzas de la fantasía pueden transformarse en fuerzas creativas del pensar, también ellas se van desprendiendo de la ligadura, en principio estrecha, de una actividad. De esta manera, la fantasía del adulto se libera para la configuración de ideas y tareas nuevas.
Los niños practican la facultad social  a esta edad, en primer término mediante el juego compartido –lo que involucra que también aprendan a solucionar conflictos sociales- a través de cuentos orientadores, la celebración de fiestas anuales y la paulatina ejecución de pequeñas tareas y obligaciones.
Las computadoras no pueden aportar nada a estas experiencias de vida y de aprendizaje, no pueden proveer lo que los niños necesitan: percepción sensorial, fantasía, movimiento, charlas y pensar creativo. Las computadoras en el jardín de infantes, obstaculizan el desarrollo de los niños, gastan y hurtan su tiempo de la infancia.
Nuestro criterio de adultos, hoy a menudo está catalogado por la oración: Cuanto antes, tanto mejor”. Es imperioso, imponerle otro fundamento: “Todo a su debido tiempo”.