Rudolf Steiner EDUCACIÓN HACIA LA MORALIDAD En el sistema del pensamiento acontece que en ningún lugar del mundo sucede lo no-correcto, en el sistema de la voluntad acontece que rara vez sucede lo correctos sin que el hombre haga su aporte. El hombre, bajo toda circunstancia integra un sistema volitivo incorrecto al mundo. Y esto provoca que al constituirnos en seres humanos físicos, jamás descendamos al mundo con moralidad. La moralidad la tenemos que adquirir, conquistar, recién paulatinamente. Aquello que ha sido moralidad para nuestra encarnación anterior, lo hemos necesitado, usado entre la muerte y un nuevo nacimiento, cuando hemos estado ocupados con nuestro sabio edificar, lo hemos dejado atrás. La moralidad la tenemos que adquirir de nuevo en cada nueva vida terrenal. Vale decir que entonces se produce algo muy significativo: al entrar desde la existencia pre-terrenal amoralmente, en nuestra voluntad tenemos que desarrollar un sentido para aquello que se nos presenta moralmente. Es algo extraordinariamente maravilloso, como en ocasión del aprendizaje del habla, los impulsos morales fluyen hacia el interior del niño. Es por eso que para nosotros cobra tanta importancia que la imitación penetre hasta las cosas más íntimas. Es muy importante tomar en cuenta este hecho: Dado que si los educadores y los padres en el medio circundante del niño son inmorales, entonces no solamente el acto exterior, sino el contenido inmoral, lo dicho inmoralmente es imitado en la profunda organización interior del niño. Tenemos que tomar encuentra que aquello que se refiere a la moralidad, todo lo que se refiere a la moralidad, lo que en sus formaciones conceptuales encierra impulsos morales, solamente llega a la expresión dentro de la existencia terrenal. Si esto no fuera mal-entendido por la superficialidad actualmente existente, podríamos decir: allí, donde la tierra se acaba, donde salimos a los supra sensorio, en ese sentido al igual como sobre la tierra, no existen juicios morales, porque allí lo moral es sobre-entendido, es lo natural. Los juicios morales recién comienzan allí donde se inicia la elección entre el bien y el mal. Para el mundo espiritual en cambio, el bien y el mal simplemente son cualidades del carácter. Existen seres buenos y seres malos. Del mismo modo, como contemplando al león, no podemos debatir si debe tener el carácter leonino, o no debe tenerlo, al habernos alejado de la tierra, tampoco podemos hablar de esta manera del bien y del mal. A ello pertenece un sí y un no, que tan solo viene al caso dentro de la organización del hombre y entre los hombres que viven dentro de su entorno moral. Podemos conducir al niño mediante lo moral. Aproximamos lo moral al niño por el hecho de hacerlo emanar sobre todo de la gratitud. La gratitud es la vivencia concreta frente al hombre en lo moral. Aquello que en el ánimo humano no pude partir de la gratitud, en lo que a la moralidad concierne, a lo sumo accede a principios abstractos. De la gratitud empero, todo puede desarrollarse. Y desarrollamos entonces la capacidad del amar de los hombres y la capacidad del cumplimiento del deber, a partir de la gratitud. De esta manera conducimos lo moral a la vida religiosa. 26.7.2016 |