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La paz verdadera

Se vislumbra en la noche
un presentir de lo eterno,
un hilo de luz se tiende
y guía al alma
a la luminosa morada
que engendra la nocturna tiniebla.

Ya no son pasos hacia ella,
son vuelos
y cada vez más altos,
remontando esfera tras esfera,
hasta alcanzar la luz eterna.

El alma bebe de su fuente,
se sumerge en ella,
cobra vigor en sosiego
y vivencia en sí
como la paz verdadera la llena.

Cristina Martínez

Sí, así sea…