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Rainer Patzlaff

LA PALABRA VIVIENTE EN LA TRI-SONORIDAD DEL PRIMER SEPTENIO

En la novena conferencia del “Estudio del hombre”, Rudolf Steiner entre otros, coloca un acento especial al requerimiento de transmitir a los niños términos plenos de vida, términos que contienen vida de manera tal que pueden ir creciendo con el niño. Quien siendo maestro Waldorf y acerca de ello habla con los padres, en la mayoría de los casos se encuentra con incomprensión: “¿Términos vivientes? ¿A qué se refieren? ¿Acaso existen también términos muertos? ¿En qué se basa la vitalidad de un término?”

Al estar confrontado con esta pregunta podemos sentir que la respuesta no es fácil; dado que los términos vivientes no los sacamos simplemente del bolsillo, para presentárselos a los padres, tenemos que conquistarlos para nosotros mismos, e ir creciendo con ellos. Al respecto, Steiner brinda múltiples incentivos, iluminando una y otra vez, hechos sensorios y hechos suprasensorios de los más diversos lados, y deja a nuestro cargo, concretar los aspectos que a veces parecen finalizar en una contradicción, llevándolos a una imaginación fluyente y móvil. Pero justamente esto, le es adverso a la mentalidad actual, que requiere de inmediato, resultados contundentes, que de inmediato pueden ser punteados. La representación multidimensional de Steiner en cambio, estimula un proceso, que requiere actividad espiritual, para que lo viviente pueda re-encontrarse en su complejidad y multiplicidad en el hombre mismo, a modo de algo dotado de vida.

Lo que significa desarrollar conceptos tales, Steiner lo ejemplifica en la novena conferencia, a partir del desarrollo infantil, de la siguiente manera: “HASTA LA EDAD DEL CAMBIO DENTARIO EL SER HUMANO QUIERE IMITAR, HASTA LA MADUREZ SEXUAL QUIERE SITUARSE BAJO AUTORIDAD, LUEGO QUIERE IMPLEMENTAR SU JUICIO SOBRE EL MUNDO”

Este esquema, relacionado con la implementación en principio del cuerpo etérico, luego del cuerpo astral y finalmente de la organización del yo, es sabido por todo pedagogo Waldorf. Se sabe que hasta el cambio dentario, ocupa un primer plano la compenetración de la CORPOREIDAD, hasta la pubertad, el desarrollo de facultades ANÍMICAS, y hasta la mayoría de edad, la adquisición de facultades ESPIRITUALES. Todo esto empero es contemplado bajo otro aspecto, el cual expresado de breve manera dice: en el primer septenio, el niño aun vive por completo en el pasado, en el segundo, en el presente y en el tercero se orienta hacia el futuro.

Esta visión, sorprendentemente nueva es apropiada para inhalar nueva vida a nuestros conceptos habituales con respecto al desarrollo infantil, que están por entrar a la rigidez. Para lograr este propósito, bueno será, adicionar otra expresión de Rudolf Steiner referida a la trimembración del desarrollo infantil, dada en 1921 (g A 303, 7. Conferencia):

“El curso de la vida humana lo podemos membrar en tramos tales, y aproximadamente el primero llega hasta el séptimo año. Pero cada uno de estos tramos de la vida, se separa a su vez en tres partes claramente diferenciadas entre sí. Y al contemplar esa paulatina liberación de determinadas fuerzas del cuerpo etérico a partir del nacimiento hasta aproximadamente el séptimo año, podemos ver, como a lo largo de dos años y medio a partir del parto, se libera el cuerpo etérico para la cabeza y como luego desde los dos años y medio hasta cercano a los cinco años, se libera para el pecho y luego para el hombre metabólico y de los miembros, hasta el cambio dentario. De modo tal que tenemos que diferenciar tres etapas en esta liberación en determinadas fuerzas del cuerpo de las fuerzas plasmadoras.”

Al tomar en cuenta qué facultades especiales el niño está desarrollando en cada una de estas etapas del primer septenio, vemos, que se trata de las tres facultades básicas del hombre: caminar, hablar, pensar:

En los primeros aproximadamente 2 años y medio de duración de la etapa, el niño conquista, desde la cabeza hacia abajo, hasta los pies, el dominio sensomotriz de su cuerpo. Culmina en la erección, creando con ello la base para la conquista motriz del mundo espacial con sus objetos. “Caminar”, aquí debe ser entendido como la palabra clase para todo aquello que es menester para la adquisición de las fuerzas motrices-físicas.
En la segunda etapa, que llega próxima al quinto año, esta facultad se profundiza y es refinada, sin embargo otra temática pasa a ocupar el primer plano: el desarrollo del lenguaje y del habla.

En esta época se desarrolla de una manera tan rasante, que los entendidos la califican de explosión lingüística. La podríamos denominar asimismo “baño del habla”, dado que los niños se vierten con tal deleite en la belleza sonora del habla y la riqueza de sus formas, a las cuales suelen adicionar inventos propios. Descubren además que a través de los sonidos en su alma se generan imágenes coloridas, plenas de vida, y es esto lo que de hecho aman en los cuentos. Se está desarrollando la fuerza de su imaginación.

En la tercera etapa, prosiguen los procesos de aprendizaje lingüísticos y físicos, pero de manera notoria está apareciendo el pensar.
Ahora, a menudo los niños ya llegan al Jardín de infantes con un proyecto concebido – imposible en el caso de niños menores – por ejemplo: “hoy jugamos a los trenes”, que luego llega a la realización con los utensilios existentes y la implementación de la fantasía. Además “acechan” a los adultos con preguntas de todo tipo, ha despertado su impulso del conocimiento.

FUERZAS PROCEDENTES DEL PASADO - ¿UNA CONTRADICCIÓN?

Todo esto, no es nada nuevo para educadores. Interesante empero se torna el asunto, cuando tratamos de contemplar estas tres etapas menores, bajo el nuevo aspecto, al cual está señalando Steiner con su acotación, diciendo, que el niño en su primer septenio “aun se halla dispuesto plenamente a lo PASADO”. Esto en principio crea confusión, dado que ¿cómo puede ser, que ya hacia el final del primer septenio comienza el desarrollo del pensar, que en realidad se ubica recién a partir de la pubertad, en el tercer septenio? ¿Acaso el niño aquí ya se está orientando hacia el FUTURO? ¿Y qué acontece con las fuerzas anímicas durante el alto florecer de la conquista del habla? ¿Acaso no se apoderan de aquello que tiene que acontecer recién entre el inicio de la escolaridad y la pubertad? ¿Y el niño entre el nacimiento y los 2 años y medio no se encuentra ya con plenitud en el PRESENTE, al estar desarrollando su cuerpo?
Quien realiza el esfuerzo de desentrañar estas contradicciones, podrá descubrir la sabiduría oculta, que impera en el desarrollo humano. Puede ser comprendida tan solo mediante un pensamiento en movimiento, de la siguiente manera: de su pasado-prenatal, el niño trae consigo la capacidad incondicional de la entrega y la veneración, que se manifiesta en su asombroso talento de imitación.

Y al implementar esta fuerza procedente del pasado no tan solo establece los fundamentos para el dominio de su cuerpo, que constituye el tema general del primer septenio, que culmina en la así llamada madurez escolar, sino que al MISMO TIEMPO va adquiriendo a partir de su esfuerzo en adelanto a lo futuro, las bases necesarias para facultades anímicas y espirituales. La experiencia de las imágenes interiores, generadas mediante lo lingüístico, muestran que determinadas cualidades anímicas también ya aparecen ahora y no recién al cabo de la época escolar. Y tampoco el pensar aguarda hasta el inicio de la pubertad, sino que hacer su aparición ya hacia el final de la época del jardín de infantes en un primer nivel.

Por lo tanto, la orientación hacia el pasado no constituye una orientación retrospectiva, sin por el contrario crear la base para una orientación hacia el futuro. El desarrollo no es posible sin la conjunción de pasado, presente y futuro, así y todo en el primer septenio domina el aspecto del pasado.
Tenemos que pensar ambos procesos como un acontecer simultáneo, a modo de una onda acuática, superpuesta por ondas menores.
Lo notorio al respecto es, como la adquisición lingüística establece la relación entre lo anterior y lo posterior: se edifica sobre las facultades adquiridas en los primeros meses de vida, aun burdas y las convierte en obras maestras de refinada motricidad de la articulación de sonidos lingüísticos y mediante el empleo de los mismos al mismo tiempo establece el fundamento para la facultad del pensar, orientada lejos hacia el futuro. Está dado en la naturaleza del habla, que vincula las polaridades del arte móvil físico-material (caminar) por un lado y del arte del movimiento pensativo de representación (pensar) por el otro lado. En la naturaleza del habla está dado el hecho de que representa al ser humano en su integridad.

EL NIÑO PEQUEÑO – YA SER HUMANO DE ÍNTEGRA MANERA

Todo aquel que realiza un seguimiento del desarrollo infantil sabe, que el niño a sus primeras palabras no las forma recién a los dos años y medio sino en término medio, y a partir del décimo mes. Y en ocasión de una observación más detenida queda en evidencia además, que las primeras manifestaciones del pensar ya se producen próximas a los 18 meses (y hasta aun antes, dado que los desvíos individuales de la “norma” pueden ser muy grandes). Descubrimos entonces: no existen tan solo las tres etapas que abarcan 27 meses, que Steiner señala para el primer septenio, nuevamente tres fases menores de 9 meses cada una, en las cuales ya asimismo aparecen las tres actividades de caminar, hablar y pensar, que a modo de un gran triple paso, recorren al primer septenio en su conjunto. Queda demostrado entonces, que el niño, tanto en las fases menores como en las mayores, siempre desarrolla al ser humano en su conjunto, nunca se conforma con una tercera parte, o una novena parte del ser humano que tendría que ser desarrollado íntegramente, antes de dar el siguiente paso. Siempre lo venidero, lo siguiente es tomado en cuenta y es dispuesto a la par.

Tenemos que preguntarnos empero, ¿de qué manera el niño tiene la capacidad de realizar en la más mínima fase de su desarrollo, no tan solo un paso, sino siempre los tres pasos que necesita el ser humano con respecto al estado evolutivo en cuestión? – la ya mencionada indicación de Steiner, referida a la orientación hacia el pasado del primer septenio, nos ayuda a encontrar la respuesta, ya que sigue diciendo:
“Cuando el hombre sale del mundo espiritual-anímico rodeándose de un cuerpo, ¿qué está buscando? Quiere realizar en el mundo físico, lo pasado, que ha vivenciado en el mundo espiritual.”

Esto promueve la pregunta: ¿Qué ha vivenciado el niño en el mundo espiritual, de modo tal que en la vida terrenal a cada fase evolutiva quiere llevar a cabo de manera trimembrada?- esta pregunta no puede ser contestada de manera exclusiva por la investigación espiritual; algo puede aportar asimismo, la ciencia natural dado que entre el mundo espiritual y el mundo físico existe una zona de transición en la cual el niño por un lado ya está adaptando una figura corporal-física, en lo anímico y lo espiritual empero, aun pertenece al cielo y ese es el embarazo. La investigación más recién en ese campo ha hallado cosas que nos pueden dar una imagen de aquello que al niño trae consigo del mundo spiritual “queriendo realizarlo en el mundo físico”.

EL MILAGRO DEL TEMPRANO ESCUCHAR

Aún en la década del 70 del siglo pasado, los científicos estaban convencidos de que el feto en el seno materno no tenía percepción posible del dolor, sin tener capacidad alguna de poder aprender algo- un severo juicio erróneo, tal como hoy se sabe. El punto de partida de los nuevos conocimientos, ha sido un acontecimiento desconocido en la mitad del embarazo: en el curos del quinto mes, el oído del no-nacido, adquiere como primer órgano sensorio, su plena madurez funcional, de modo tal que el feto a partir de allí está escuchando. Y como se supo entonces, ya comienza el desarrollo ligústico del niño. El feto no tan solo vivencia los ruidos orgánicos en el cuerpo materno, sino que participa de los estados anímicos y sentimientos de la madre, sino que escucha de manera intensiva aquello que la madre está hablando.

Sin embargo, lo está escuchando de una manera muy diferente a aquella que oímos nosotros: no percibe las palabras y su significado, no oye las estructuras gramaticales y sintácticas, sino el ritmo y los arcos melódicos del lenguaje, las alturas tonales y la altura de la voz, la velocidad del habla y la entonación, en fin todo aquello que es naturaleza musical en el idioma. La ciencia a esto lo denomina PROSODIA.

Mediante refinados experimentos, la moderna investigación dedicada al bebé, pudo descubrir que el recién nacido ya desde el seno materno conoce la prosodia individual de la madre con una exactitud tal que la reconoce con absoluta seguridad entre centenares de voces y más aún: hasta entre diferentes idiomas, puede reconocer el idioma de la madre, aun cuando el mismo es hablado por otra persona. Investigaciones adicionales mostraron que los bebés de temprana manera reconocen las vocales de su lengua materna, que a las lenguas ajenas las vivencian como diferentes, siendo que le contraste rítmico es lo suficientemente fuerte, y no en último término, que el ritmo especial de su lengua materna, se expresa hasta en el carácter de su llanto, del grito.

Especialmente interesante es el hecho de que los lactantes de madres que durante el embarazo han sido activos de manera musical, en sus gritos evidencian una complejidad melodiosa mucho mayor, que los bebés de madres musicalmente inactivas. También ha quedado confirmado que toda música que el no-nato escucha con frecuencia, deja huellas profundas en la memoria. Diversos músicos han vivenciado que a piezas musicales determinadas, nunca ejecutadas por él, ya las conocía de antemano, cuando su madre las había practicado durante el embarazo.

LA MÚSICA DEL UNIVERSO Y LA FORMA DEL CUERPO

Al resumir los hallazgos mencionados, se nos plantea la pregunta: ¿De dónde proviene la profunda receptibilidad de los niños no-nacidos con respecto a todo lo musical? La causa está relacionada con la referencia del niño a su pasado pre-natal en el mundo espiritual, vale decir, con el aspecto aquel al cual Rudolf Steiner tanta importancia ha dado en la novena conferencia del Estudio del hombre ¿Qué ha vivenciado allí el niño? En 1923, Steiner en dos conferencias (g A 231) ha referido con pormenores, como para el hombre al cabo de la muerte se inicia un largo tiempo de convivencia con los poderes espirituales del cosmos. Los mismos desde abajo hacia arriba forman tres grandes grupos jerárquicos, con tres rangos ascendentes. (En la Edad Media se denominaban “los nueve Coros de los Ángeles”) En primer lugar, el hombre se refugia en el resguardo de aquellas entidades, ligadas en medida mayor mediante la medida de su evolución con el hombre y todo lo terrenal.

Luego asciende a la región del segundo grupo jerárquico, de la cual Steiner constata expresamente, que forma la esfera de la música del universo, o “armonías de las esferas”, de las cuales tuvo conocimiento ya, la era antigua. Finalmente llega a la región de las entidades supremas cuya esfera Steiner señala como “palabra universal”, como el “logos” en el sentido del Evangelio de Juan.

Cuando luego el hombre se dispone a una nueva encarnación en la tierra, descendiendo recorre nuevamente estas tres regiones. “Aquello como lo cual el hombre se ha expresado en la Palabra Universal, se convierte nuevamente en música de las esferas, y de la música de las esferas, se desarrolla la plástica gráfica de su ser, así Steiner perfila al camino del hombre prenatal de la altura del mundo espiritual hasta la pre-figuración de su futuro cuerpo, con el cual llega a la tierra. Recordemos esto: el hombre quiere conducir a la realización en el mundo físico, lo pasado que ha experimentado en lo espiritual, así lo ha expresado Steiner, con respecto a la referencia hacia el pasado del niño. Esto es lo que acontece ahora, con anterioridad al parto, durante el embarazo.

En el mismo encuentra su réplica fiel, el triple paso descendente a través de los tres reinos del mundo espiritual. Es sabido, que el embarazo desde épocas antañas es dividido en tres etapas (trimena) de tres meses de duración. Ya estas relaciones numéricas reflejan a los tres por tres “coros de los Ángeles”. El hecho de que aquí no se trata de una casualidad, se evidencia en el trimenor del medio, que corresponde con el paso por la esfera de la música del universo: allí el quinto mes, despierta el oído del niño, que se dedica con entrega a la música contenida en el habla y a toda música en general. Steiner remarca hasta de manera expresis verbis, que el oído humano está formado a partir de la armonía de las esferas /g A 218 – 9.12.1922)

Este esbozo nos hace intuir, porqué el niño durante la vida terrenal a cada fase evolutiva la lleva a cabo de manera trimembrada: ha recorrido al conjunto del cosmos trimembrado del mundo espiritual, integrándolo a sí mismo. De triple manera está sumergido en el accionar de fuerzas plenas de sabiduría, que le han ayudado para el desarrollo de un nuevo carma y un nuevo cuerpo.

El ser humano que está viniendo, por lo tanto porta dentro de sí los frutos de tres imperios y en el mundo físico los exterioriza, para conducir a la realidad aquello que con anterioridad ha vivenciado en el mundo espiritual. Desde allí trae consigo, la postura de una profunda confianza y de una máxima veneración, es aquello que al cabo del nacimiento lo posibilita orientarse al mundo terrenal, para recepcionarlo dentro de sí mediante la imitación, para lograr así, la formación del ser humano pleno.

EL EMBARAZO DEL HABLA-PRIMER TRIMENON

En los primeros meses de vida, el niño está ocupado de manera pena con su crecimiento y de adquirir el poder sobre su motricidad arbitraria, ejercer dominio sobre su cuerpo, para conducirlo entonces a la erección. No puede tomarse en consideración aún emprendimientos para el aprendizaje del habla. Al mismo tiempo – y esto es asombroso – el niño está trabajando en la preparación de la capacidad lingüística. Quiero dirigir mi atención a este proceso poco conocido, investigando recién en estas últimas décadas. Al igual que la época del embarazo, abarca unos nueve meses y al ser contemplado con atención muestra ser trimembrado como aquella. Siendo así, en mi nuevo libro me he permitido hablar de un “Embarazo del habla”, no tan solo a causa de una analogía temporaria, sino también a causa de motivos contenidos. Contemplado en su conjunto, lo llamativo de este proceso es que se comporta de manera polar a la conquista del dominio del cuerpo: mientras la misma acontece desde arriba hacia abajo, desde la cabeza en descenso hacia los pies, la misma desde abajo sube hacia arriba, o bien desde el diafragma hasta los labios y recorriendo este camino, paso a paso va transformando procesos vitales que por naturaleza en realidad tan solo sirven para el mantenimiento de la vida (respirar, tragar y masticar), de manera tal que ahora sirven a una finalidad superior, vale decir, la capacidad del hablar.

El comienzo lo realiza el niño, en los tres primeros meses después del nacimiento, siendo que al gritar aprende a modular de manera arbitraria a la PRESIÓN RESPIRATORIA, sin la cual la laringe no genera sonidos. A su vez entren la musculatura, en principio, aun rudimentaria, de las cuerdas vocales en la laringe, y las emplea para iniciales modulaciones sonoras, mediante las cuales puede comunicarse en lo lingüístico ya con su medio circundante. Esta tarea que el niño está llevando a cabo en la musculatura respiratoria y de la laringe en término menor se corresponde a aquello, que al mismo tiempo el niño está llevando a cabo en el conjunto de su cuerpo, para prepararse para el CAMINAR.

EL EMBARAZO DEL HABLA – SEGUNDO TRIMENON

En la segunda fase tri-mensual, la laringe desciende de modo tal que la cavidad faríngea se agranda de manera notoria. Recién entonces, con ello el espacio de resonancia adquiere el volumen necesario para la formación de vocales y consonantes puras.

Y de pronto el bebé comienza a jugar con las nuevas posibilidades de su instrumentatorio sonoro. Realiza toda clase y todo tipo de sonidos. Con visible deleite examina las múltiples posibilidades de su aparato lingüístico.

Los investigadores a esto lo denominan fase del balbuceo y la misma palabra está indicando un cierto desprecio por parte de los adultos. Se supone, estar frente a un divertido jueguito, sin sentido y sin finalidad, sin poder apreciar que se trata de un proceso trascendente. Cuidadosos observadores constataron sorprendidos, que el niño está generando todos los sonidos imaginables, pero ninguno perteneciente al idioma de su medio circundante.
¿Acaso, no tendríamos que suponer, que ahora con las nuevas posibilidades obtenidas, comienza a imitar el lenguaje de las personas de su referencia? Pero, nada de eso acontece.

En cambio descubrimos que los bebés a esa edad disponen de una capacidad auditiva sin límites, mediante la cual pueden diferenciar los sonidos de cualquier idioma del mundo, con toda precisión. Un ejemplo: el idioma klick de los bosquímanos en Namibia abarca 30 vocales 126 consonantes, de los cuales 83 son sonidos de chasquido. En cada uno de estos sonidos de chasquido, un europeo tan solo percibiría un ruido, pero ninguna diferencia entre sí, mientras que el bebé reconoce cada sonido en su particularidad, una facultad casi increíble, con la cual los bebés tienen acceso al cosmos de todas las lenguas. Son verdaderos cosmopolitas y de hecho en todo el mundo los niños pasan por esa fase del balbuceo, con independencia al idioma que se habla en cada lugar.
¿Qué significa esto? Los niños pequeños actúan en una esfera que todos conocemos, cuya trascendencia empero, se nos ha desvanecido: cualquier idioma que los hombres hablen, utilizan al aire, los sonidos entran al aire y allí se escuchan. El aire empero rodea a toda la tierra, uniendo a todos los hombres. Aquí el niño pequeño muestra ser universalista, abriendo para todas las lenguas de todos los pueblos. Podemos comprender entonces, por qué los niños pueden aprender cualquier idioma, independientemente del lugar donde han nacido, de los padres de los cuales han nacido y en qué etnia o cultura.

Resulta que esa esfera del aire, no es tan solo aire, sino también un espacio del accionar de seres especiales. Es la esfera de la cual Rudolf Steiner informa, que en ella han actuado superiores seres angelicales, para posibilitar a la humanidad, la formación de sonidos lingüísticos. Sucede entonces que los niños durante la época del balbuceo, se mueven aun en la esfera terrenal-supraterrenal de los arcángeles dadores del habla, no habiendo llegado en realidad aun a la tierra. Esto concuerda con el hecho de que los bebés antes del dormir y después del dormir se dedican con preferencia al balbuceo.

EL EMBARAZO DEL HABLA – TERCER TRIMENON

Recién hacia el final de la segunda fase trimestral, el niño se orienta de manera objetiva al idioma de la madre o su persona de referencia, al dedicar su atención a los sonidos y a las combinaciones de sonidos que allí se encuentran.

Y ya comienza a imitar algunos de modo tal que entonces por vez primera podemos escuchar sílabas, como por ejemplo MAMÁ. Ha llegado el momento, en el cual el niño con primeros intentos se orienta a la enorme tarea que durará años, de formar con su instrumentatario sonoro y con su voz, no sonidos cualquiera, sino determinados sonidos que escucha en su medio circundante. Se está iniciando el hablar.

Ligado a ello, se encuentra otra novedad: las combinaciones especial de sonidos (palabras), que el niño adquiere de toras personas, en cada caso se encuentran orientados a determinados objetos o procesos, ¡tienen un sentido, un significado fijo! con ello llega entonces un primer elemento del pensar a la percepción del niño. Aprende el sentido también de palabras que aun no puede pronunciar y con ello, se está creando una creciente estructura de ordenamiento entre el habla y el mundo, de la cual poco a poco podrán ir cristalizándose conceptos superiores. En definitiva: nos estamos aproximando al PENSAR. Esta nueva facultad empero está ligada a una pérdida: a partir del décimo mes, va desapareciendo la facultad auditiva universal. Cuando más profunda es la inmersión del niño a la lengua (o las lenguas) corrientes, tanto más pierde la capacidad de diferenciar los sonidos de cualquier otro idioma. Aunque esta facultad se pierde de manera lenta, la AUDICIÓN UNIVERSAL en mayor medida se invierte en la articulación de un idioma en ESPECIAL.

EL TRIPLE PASO A MODO DE UN PRINCIPIO EVOLUTIVO

El caminar hacia la encarnación comienza con el paso por los tres grandes imperios del mundo espiritual en cuyo centro se encuentra la música universal, con sus armonías de las esferas.

EMBARAZO de las lenguas

La formación física comienza con el embarazo, a la mitad de cuyo transcurso, el oído del niño despierta para la audición de la música terrenal y el hablar terrenal.

La preparación de la capacidad lingüística comienza con el embarazo lingüístico post-natal a los nueve meses, a la mitad del cual, el niño adquiere la capacidad de percibir e imitar al cosmos de todos los sonidos de todas las lenguas del mundo en su entorno lingüístico. En cierta manera es una resonancia de las armonías de las esferas.

MOVILIDAD DEL PENSAMIENTO, COMO FUNDAMENTO PARA LOS CONCEPTOS PLENOS DE VIDA

Al contemplar la imagen entera a la cual se han integrado las tres triples fases de CAMINAR, HABLAR, PENSAR, que conducen al nacimiento del pensar, vemos como el primer septenio del niño está transpuesto por un triple tres-paso, que puede recordarnos a los tres por tres “coros de los Ángeles”: el embarazo abarca tres fases de TRES MESES. Sobre el mismo se encuentra un triple paso de NUEVE MESES a lo largo de la fase cada uno y por encima de este, el aún mayor, el triple paso que abarca todo el septenio, de 27 MESES por fase.

Este resultado lo podemos considerar como misión de tarea, para obtener conceptos plenos de vida. Dado que ahora a estos tres triples pasos los tenemos que pensar mutuamente integrados, a modo de ritmos que se compenetran, que se agrandan, se superposicionan, que entretejen lo menor con lo mayor y aún con lo más grande todavía, obteniéndose así a la misteriosa corriente de la gestación del hombre. Esto es inimaginable mediante una razón puramente conceptual. Necesitamos otra forma de la percepción y la encontramos en purísima forma en la música: en el espacio terrenal cobra validez: en el lugar donde hay una cosa, no puede haber al mismo tiempo otra cosa. En la música empero, cualquier cantidad de tonos pueden unirse para un sonido múltiple, sin que para ello desaparezca el tono individual. Y este hecho a su vez es un reflejo del mundo espiritual, que no conoce al espacio tridimensional-terrenal, viviendo en cambio con la compenetración mutua de todas las entidades. Para aproximarnos a la realidad de la vida por lo tanto estamos obligados a concebir de manera musical, la evolución arriba mencionada. Por lo tanto estamos obligados a concebir la evolución mencionada de manera musical, para aproximarnos así, a la realidad de la vida.

También la fase DEL MEDIO se divide en tres etapas menores y lo mismo sucede con la fase final. Dado que el esfuerzo del niño referido al CAMINAR prosigue asimismo en la segunda y la tercera etapa del primer septenio, y de la misma manera continúa con los esfuerzos puestos en el HABLAR y tampoco se detiene el desarrollo del PENSAR. Pero entre los tres va cambiando el punto esencial: en el primer tercio de la edad pre-escolar, domina el trabajo corporal, en el segundo tercio, el desarrollo lingüístico y en el tercero, el referido al pensar.

Al unir los respectivos ámbitos de tarea a lo largo de todo el septenio, de manera gráfica se presenta una especie de movimiento ondular. Se evidencia una viva corriente evolutiva, en la cual se acrecienta poderosamente una tri-sonoridad de constante cambio, ascendente de etapa a etapa. A más tardar, ahora se convierte en vivencia, la complejidad y la multiplicidad de las leyes del desarrollo infantil, dentro de la cual nos sumergimos a través de una vida plena de los conceptos, todo se entreteje al igual como acontece en el cosmos, como música de las esferas, que resuenan en todo desarrollo, creando vida, dando forma. Audible empero puede tornarse solo en nuestro propio interior.

6.11.2018