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Autora : Michaela Glöckler

Traducción : Ana María Rauch

EL ÁNGEL EN LA VIDA DEL SER HUMANO

ÁNGELES

Su accionar en la vida de los niños y de los adultos

Ángel de mi guarda, ampárame de día y de noche, temprano y tarde, hasta que mi alma al cielo entre” (canción infantil)

Los ángeles no son seres desconocidos. Casi no existe persona alguna que no conozca al menos su nombre, y que no supiese lo que significa ese nombre. Ángel (angelos) significa: el mensajero. Es un ser mediador y sabedor, puesto que un mensajero trae un mensaje. Sabe algo que nosotros mimos aún no sabemos. Es así, que a los ángeles se les ha reconocido siempre un conocimiento de envergadura. Ya en los tempranos siglos de la cristiandad se encuentran representaciones angélicas en el arte creativo, que lo expresan de esa manera: la mirada sabedora, el gesto indicador, la acción transformadora del destino, la figura perfecta. También en los evangelios, ángeles acompañan la vida de Cristo con sus mensajes. La Anunciación, el Mensaje de Alegría en ocasión del nacimiento, el Fortalecimiento durante la lucha con la muerte en Gerhsemane.

Los ángeles aparecen siempre cuando los seres humanos llegan a situaciones límites. Casi siempre se trata de momentos de máxima preocupación, pesar, peligro, desamparo. En estos casos también son llamados por los hombres, que de otro modo jamás piensan en ellos. Y en esos momentos con mayor posibilidad son reconocidos y percibidos.

Muchos pintores han intentado hasta el presente la representación de los ángeles. Al respecto, todos coinciden en las características principales, aún cuando alguna pueda ser más remarcada que otra.

Es así, que en algunos casos, la postura de los dedos marca claramente al mensaje, en otro caso, la figura en movimiento, que está indicando un proceso evolutivo, que estamos frente a un “desde donde – hacia donde”. En casi todas las representaciones angélicas llama la atención empero, la mirada sumamente despierta. Despierta, seria y sabedora, se orienta hacia el observador de la imagen. En el arte de los íconos se representan también arcángeles y querubines y serafines. Cuanto mayor es el orden jerárquico, tantos más ojos se le reconocen a esos seres. Los ojos se colocan no solamente en el rostro, sino también en las manos, en las alas y a veces en todo el cuerpo. Con ello se expresa, que estos seres todo lo saben, todo lo perciben.

Los ángeles tienen alas. También a las alas las vemos en casi todas las representaciones. En ellas se expresa liviandad, se expresa un no estar supeditado a la gravidad terrestre, pero también una gran fuerza y movilidad. A menudo, los ángeles tienen en sus manos instrumentos musicales. Solemos calificar como celestial la armonía perfecta que se expresa en las grandes obras musicales. También decimos al escuchar una bella voz: “¡Ha cantado un ángel!”. De hecho, la palabra “Ángel” es empleada a menudo en el lenguaje popular. Cuántas veces se dice: “realmente eres un ángel”, aún, tratándose de cosas tan simples como tener una estampilla a mano en el momento justo. Cuando lo justo acontece en el justo momento, lo percibimos como una gracia divina, como un obsequio del cielo, como acontecimiento angelical.

Algo similar sucede con las cualidades morales del ser humano. Hablamos de la paciencia angelical, de la bondad angelical, de poder esperar como un ángel. En drama “Peer Gynt”, de Visen, es Solveigh, que está esperando a Peer Gynt, mientras que él pasa por las más diversas aventuras, siempre en la búsqueda de algo, impulsado por el desasosiego. Sabe empero, que allá lejos, en el norte, está su Solveigh, esperándolo. Es representada con un vestido blanco, porque su comportamiento difícilmente puede ser descripto mediante términos humanos. Otras mujeres reaccionan de manera diferente en situaciones correspondientes, se hunden en la desesperación o entran en una relación nueva, al ser abandonadas. Solveigh en cambio, logra no perder la calma interior. Puede seguir esperándolo porque sabe, que en la relación entre las personas no solamente está presente la relación temporal, sino también la dimensión eterna y que ésta debe ser cultivada. Es así, que canta con voz angelical: “quiero aguardarte, hasta que a mí te aproximes, y si acaso me esperas allá (vale decir, si ya estás muerto) nuestro encuentro será en ese lugar”. Le es indiferente ya dónde volverá a encontrar a Peer Gynt. Para ella lo decisivo es únicamente, que pueda intuir la proximidad del ser amado y que pueda percibir la presencia interior y la unión con él, a través del amor inquebrantable. Personas, que desarrollan tales cualidades, se encuentran más próximas al mundo de los ángeles.

Hallan el puente entre el mundo sensorio y el mundo suprasensorio, en cuyo ámbito límite actúan los ángeles, a modo de mensajeros mediadores.

De modo similar se describe la presencia y el accionar de los ángeles en el Antiguo Testamento, por ejemplo, en el Salmo 91:

Puesto, que ha ordenado a sus ángeles de permanecer encima de ti,

que te amparen en todos tus caminos,

que te porten sobre sus manos

y que no golpees tu pie en una piedra”

Descripciones de esta clase han conducido al concepto del “Ángel de la Guarda”, al que nos referiremos más adelante.

Cuando el ser humano dice una oración, los ángeles actúan como mediadores. A ello está señalando también la misa mayor de la iglesia católica. Los ángeles, sobre todo, el arcángel Micael, ayudan para que Dios perciba los pensamientos de ofrenda y los sentimientos de los hombres. No nos es dado, poder contemplar a Dios de manera inmediata. La imperfección del hombre es demasiado grande. Y allí los ángeles actúan como mediadores. Cuando rezamos, nuestras propias, débiles palabras y pensamientos son llevados sobre las alas de los ángeles delante del trono de la deidad y se tornan audibles a través de ellos. Esto cobra vida también en la imagen de la “Revelación de Juan”, en el sentido de que los ángeles “agregan incienso” a las oraciones de los hombres.

Y el otro ángel vino y se acercó al altar con un sahumerio de oro. Y a él se le entregó mucho incienso, para que lo ofrenda con las oraciones de todos los devotos al espíritu, sobre el altar dorado frente al trono” (Apocalipsis 8-3)

Los ángeles se “ocupan” de las oraciones de los hombres y las “realizan”, las “substancian”, les agregan substancia, “las llevan delante de Dios”.

NO HACIA nuestro ángel rezamos, sino CON ÉL. Y es de un extenso alcance para la relación hacia nuestro ángel, si lo hacemos, o no lo hacemos, si practicamos la oración, o no. Por ello es bueno, que ya los niños puedan aprender a rezar, y puedan vivenciar el clima devoto dentro del cual se encuentra la presencia del ángel. (Ver al respecto H.W.Schroeder, “Hombre y Ángel”, Stuttgart 1979)

Los poetas que se ocupan del tema de los ángeles, describen también los motivos a los que ya nos hemos referido, las situaciones límites de la vida, la cualidad del estar atento, despierto, de la protección, del guiar, del amparar, del enseñar, del ayudar, pero también del asustar. Es así, que Rainer María Rilke escribe: “Cuando grité, ¿quién me ha escuchado, a no ser los pertenecientes al orden de los ángeles? Y suponiendo, que alguno me apretase contra su corazón, perecería yo, a causa de su existencia más fuerte. Dado, que lo bello no es otra cosa que el comienzo de lo terrible, al que logramos soportar y lo admiramos tanto, a causa de que impasible rehúsa destruirnos. Todo ángel es terrible”.

El poder superior del ángel, ese increíble saber, la indecible pureza y serenidad, pueden destruir al hombre cuando lo toca imprevistamente. La enorme tensión entre la imperfección de un ser humano y la intuida perfección moral de un ángel provoca esto. Puede ser soportada únicamente cuando estamos dispuestos a transformarnos. Significa libertad para la evolución humana, que rehace aproximarse desmedidamente al hombre. Otorga, en cambio, el tiempo necesario para prepararse según las propias fuerzas y posibilidades, al encuentro con él.

Quiero mencionar dos testimonios más, que me parecen ser especialmente característicos para nuestra época actual. Uno de ellos es de Novalis, quien en relación con sus canciones religiosas a menudo también menciona a los ángeles. Describe una situación, que cada uno de nosotros conoce: la situación de desesperación en la cual creemos no hallar salida alguna. En un momento así, cuando todo reñir ha acabado, cuando se ha dicho todo lo que se quiso decir, finalmente puede ser vivenciada de pronto la profunda calma en el interior, dentro de la cual nos damos cuenta que somos un ser QUE PASA POR situaciones bellas y trágicas, y que no está condenado a permanecer atascado en una u otra situación. En esos momentos de calma, podemos sentir entonces también la proximidad de consuelo, la presencia de un poder que presta su ayuda, que nos señala: todo sigue con toda seguridad, ten paciencia contigo mismo por un poco más de tiempo. Cuando se logra salir de la desesperación y entrar en la calma, aparece la posibilidad de mantener algo así como una charla del pensamiento. ¿Con uno mismo? Sí, nos sentimos como sumidos en una charla con lo mejor de nuestro yo, y podemos llegar al consuelo. ¿De dónde provienen esos pensamientos consoladores? Mientras que las emociones sacuden al ser humano, no aparecen. Recién, en le silencio, el recogimiento interior puede aparecer y desplegar su fuerza dadora de ayuda. ¿Quién envía tales ocurrencias?¿Quién transmite tales ideas? Pocos instantes antes, en nuestra alma imperaba la negrura de la discordia; de pronto, todo se ilumina, todo está envuelto en calidez. Un momento así, Novalis describe en una de sus canciones religiosas:

Momentos de angustia existen

el ánimo sombrío está.

Agazapados, siniestros terrores se asoman,

con su peso de plomo

la noche profunda al alma ha de tapar.

Tambalean los seguros apoyos

ningún sostén de esperanza queda ya,

el remolino de los pensamientos

desobedece a la voluntad.

La locura se acerca

con irresistible clamor

flaquea el pulso de la vida

y todo sentido ha de callar.

¿Quién ha elevado la cruz,

para protección de todo corazón?

¿Quién reside allá en el cielo

prestando ayuda frente a temor y dolor?

Acércate al tronco milagroso

espacio brinda a serena esperanza

de él, una llama parte

que toda pesadilla consumirá.

Salvado así, un ángel te trae a la orilla

y pleno de alegría, la tierra de promisión contemplarás.

Una situación de la vida, diferente, ha sido descripta por Rudolf Steiner. Durante la primera guerra mundial, ha iniciado a sus conferencias con un lema dirigido al ángel.

Recordó primero a aquellos que en situaciones extremas se encontraban en el frente, preparados a confrontarse con la muerte. Habló luego para aquellos seres humanos, que ya habían caído en la lucha. Son palabras que se dirigen al ángel de la Guarda, tanto de los vivos como de los muertos.

Vosotros, que estáis velando almas terrestres,

que estáis tejiendo en almas terrestres,

espíritus, que estáis actuando con amor

sobre almas humanas, brindando protección

desde la sabiduría del universo,

escuchad nuestro ruego, contemplad nuestro amor

que se colma con los rayos de vuestra fuerza,

dadora de ayuda, con entrega al espíritu,

enviando amor.

Y para los fallecidos dijo:

Vosotros, que estáis velando almas de las esferas,

que estáis tejiendo en las almas delas esferas,

espíritus, que estáis actuando con amor

sobre hombres – almas, brindando protección

desde la sabiduría del universo,

escuchad nuestro ruego, contemplad nuestro amor

que quiere unirse al fluir de vuestra fuerza,

dadora de ayuda, intuyendo espíritu,

irradiando amor.

Podemos imaginarnos lo que en tales momentos se generó con respecto a la emoción interior de los oyentes, ya que ninguna de aquellas mujeres que allí se encontraban sabía si su esposo a esa hora estaba con vida. Hoy estamos viviendo en una época, en la cual también estamos amenazados de muerte por enfermedades o por accidentes, pero en la cual nuestros días pasan dentro de una relativa seguridad. En épocas tales, percibimos a los ángeles únicamente cuando los buscamos activamente.

Quien escucha empero, palabras de esta índole experimentará, que las percepciones allí expresadas no nos son desconocidas y ajenas, sino conocidas. Aún sin creer en los ángeles, conocemos ese ser consolado cuando entramos en el silencio y la calma y vivenciamos también lo contrario en el desconsuelo, cuando el silencio no entra a nuestro interior. Christian Morgenstern ha captado esa situación en una poesía que quiero transcribir para finalizar. Se refiere a la relación de los ángeles y los hombres en el transcurso de la vida. El ángel dice:

Oh, si supieras

como tu rostro se trasfigura,

cuando en medio de la mirada

la serena y pura, que a mí te une,

te pierdes interiormente y de mí te apartas!

Semejante a un paisaje antes iluminado,

ahora se nubla

y me impides llegar a ti.

Entonces aguardo.

Espero en silencio, a menudo, largo tiempo.

Y si fuese un ser humano, como tú,

Me mataría la pena del amor desechado.

Infinita paciencia el Padre me dio empero,

y espero, inamovible,

te espero, sea cuando fuese, que llegues

y hasta este leve reproche,

no quiero que lo tomes como tal,

sino tan sólo como un recatado mensaje.

En la poesía, la pintura y la religión nos encontramos con representaciones de ángeles e indicaciones con respecto a vivencias con ángeles. Y entonces se plantea una y otra vez la pregunta:

¿Por qué no vemos a los ángeles?

Para los niños, los ángeles son algo evidente, sobreentendido. La percepción que los niños tienen de los ángeles la solemos resumir en la frase: “Cómo te ha cuidado Tú Ángel de la guarda”, cuando por ejemplo un auto pudo frenar y el niño no fue arrollado. Cuando más pequeños son los niños, tanta menor es su posibilidad de separar las vivencias del mundo sensorio. Recién en la medida en la que el pensar se torna abstracto, pierden el mensaje inmediato de ese plano existencial superior. Es por ello, que los niños pequeños en determinadas horas disfrutan tan indeciblemente un clima religioso, devoto, en su casa o en la escuela. En él, se sienten amparados y como naturalmente resguardado.

Dejando de lado el griterío, dentro del cual se está anunciando la voluntad humana propia, vivenciamos en el niño pequeño aún muchas de aquellas cualidades que pertenecen a las condiciones morales que adjudicamos a los ángeles: la mirada abierta, clara, despierta, a menudo, excepcionalmente examinadora, que ya pueden tener los lactantes. La liviandad con la cual saltan y se mueven, una vez que han aprendido a caminar. A veces saltan y se mueven como si tuviesen alas. Y finalmente también la percepción instintiva de la verdad. Descubren la mentira de un adulto, sin poder empero especificarla o llevarla a la conciencia. Los niños aún se encuentran más próximos a los ángeles que a los adultos.

¿Por qué los hombres pierden el conocimiento de la existencia de los ángeles? En la medida en la cual se desarrolla el pensamiento independiente, que está referido por completo a las circunstancias y condiciones del mundo exterior, se pierde la facultad de poder percibir lo espiritual. Dado que, la facultad espiritual misma del hombre, el pensar, se adhiere exclusivamente a la experiencia sensoria. Se piensa únicamente lo que se puede ver y con la ayuda del pensar, nos explicamos toda la envergadura de las experiencias sensorias. De esta manera, el pensar pierde la facultad de poder captar y de ver lo suprasensorio.

El pensar empero, es la única facultad perceptiva suprasensoria, con la cual podemos manejarnos normalmente. Si no lo utilizamos para la toma de conocimiento de hechos espirituales, nada podemos saber acerca de los mismos. No podemos hallarnos entre piedras y flores, los ojos sensorios sólo pueden orientarse hacia lo sensorio. Podemos encontrarlos empero, en los auto-coloquios mencionados cuando mediante la comunicación con nosotros mismos, tomamos conocimiento acerca de nuestros motivos interiores de desarrollo: allí, podemos intuir lo suprasensorio en la actividad del pensar. A pesar de ello, una y otra vez estaremos frente a la pregunta: ¿por qué se le hace tan difícil al hombre? Sería mucho más fácil y más simple, si todo esto serían realidades sobre entendidas, si se supiese, de dónde parten los pensamientos, de qué seres espirituales: de ángeles o de otros seres. Es evidente empero: si realmente fuese así, de que de modo inmediato pudiésemos vivenciar y contemplar la naturaleza suprasensoria de nuestro pensar, ya no tendríamos la necesidad de la trabajosa elaboración de pensamientos en el proceso de aprendizaje. Ya sabríamos todo, y ya no tendríamos que aprender nada. Con ello empero, la vida humana, tal como se configura en la actualidad, perdería sentido. Si nada podría amedrentarnos, si ya sabríamos lo que viene a nuestro encuentro, y si tendríamos conciencia de nuestra naturaleza eterna: ¿qué sería, en qué consistiría entonces el desarrollo?¿Qué podríamos aprender entonces? Tendríamos que buscarnos una nueva tarea, una nueva misión. Ya no seríamos hombres, seríamos ángeles. Los ángeles tienen otras condiciones evolutivas, otras misiones que los hombres. Para nosotros, los hombres, es característico que primero debemos buscarnos a nosotros mismos. Que busquemos aquellos, que aún no tenemos y que muchas veces tenemos que superar algo, que poseemos: por ejemplo, cualidades tales como el miedo, el temor. Y en realidad existe una sola cualidad humana, para la cual esto no viene al caso; algo, que ya poseemos, algo que jamás tenemos que abandonar, ni superar y que por nuestros propios medios y esfuerzo podemos acrecentar de modo inimaginable: la cualidad del amor. Aquí tenemos una fuerza en el hombre, que participa tanto en el desarrollo temporal, como también se eleva por encima de ella y posee carácter eterno, supratemporio.

Es esta cualidad, la que por lo tanto nos acerca en mayor medida al ángel. En los instantes del amor, hasta los hombres que fueron educados materialistamente y con orientación a este mundo y que nada quieren saber de religión, pueden tener expresiones tales como: “Ahora puedo imaginar a lo que se refieren otras personas, al estar hablando de un mundo espiritual o, un mundo divino”. Experimentan algo que no pueden describir con los términos de la vida exterior, materialista. En tales momentos puede ser comprendido también porqué el encuentro con los seres espirituales, sobre todo con el Cristo, es representado siempre mediante la imagen del amor. Conformarnos realmente en ser humano, hallar al Cristo, equivale a aprender a amar.

La experiencia puede enseñarnos asimismo, porque no podemos “ver” a los ángeles. Dado que todas las cualidades son condiciones morales – vigilancia, lealtad, conocimiento global – que no pueden ser tocadas con la mano, ni pueden ser vistas con los ojos. Las podemos experimentar sólo anímicamente, sentirlas o pensarlas en forma de una concepción ideal.

“Ver” al ángel equivale a: pensarlo, poder vivenciarlo. Y esto lo puede aprender todo aquel que quiere hacerlo. Un posible camino al respecto, es el trato conciente con el fenómeno del miedo.

¿En qué yace el mensaje del miedo?

Todos los hombres conocen al miedo y la preocupación. Al ejercer un predominio, cobran un efecto dañino sobre la vida anímica y corporal. El miedo posee empero una función importante en la vida del hombre. Ha ce que el hombre preste atención, esté tenso y despierto. Cuando nos enteramos por ejemplo de una nueva enfermedad, de inmediato tratamos de informarnos, leyendo, escuchando. Cuando luego sabemos dónde ubicarla y cómo podemos protegernos, a través de la toma de conocimiento referida a los pormenores de la misma, ha desaparecido en amplia medida el miedo con respecto a esa enfermedad. La función del miedo ha sido, sin embargo, implementar ese proceso de toma de conocimiento. Vale decir: el miedo despierta, el estar despierto conduce a la comprensión, al conocimiento. Ese conocimiento tranquiliza al miedo.¡Cuántos seres humanos vivirían sumidos en el embotamiento, si no tuviesen miedo y no tuviesen que preocuparse por algo! Cuando el miedo, en cambio no conduce a esa comprensión, ese conocimiento, existe el peligro de permanecer ciertamente atascado dentro del miedo, de encontrarnos entregados al miedo. Esto luego conduce al desorden, la perturbación, el trastorno anímico y a la enfermedad.

Quien, por ejemplo, se consume en el miedo por los tóxicos del medio ambiente o la radioactividad artificial, no podrá obtener nada beneficioso para sí mismo, ni para el medioambiente. Quien en cambio toma esos problemas de la actualidad como motivo para meditar fundamentalmente acerca de la vida propia y las condiciones del mundo, de esa manera es llevado a emprender un camino de colaboración en el cambio de las circunstancias culturales y la superación de esta crisis de nuestra civilización. El miedo puede conducir siempre a que llevemos a cabo un paso de aprendizaje. Cada miedo y hasta cada temor es en el fondo el indicio, el precursor de una futura toma de conocimiento. Quien tiene que luchar con grandes miedos, podrá medir a partir de los mismos, a qué amplias comprensiones en realidad debería llegar y qué deberá conquistar para disolver estos miedos y para superarlos. Y para lograrlo, el ángel le puede ayudar. Dado que a los lugares donde nuestra comprensión aún no ha llegado, y donde persiste nuestro miedo, pueden presentarse los momentos de desesperación referidos en la primera parte de nuestra reflexión.. Quien en cambio puede llamarse a la conciencia, que no existe nada, que puede aniquilar espiritualmente al hombre, que hasta la muerte y el nacimiento son procesos profundamente humanos, integrantes de nuestra vida, podrá percibir la proximidad del ángel. Pueden despertar entonces, la confianza en el destino propio y amor hacia el desarrollo. Es parte de la vida humana pasar por situaciones extremas y sin la muerte no existiese en el mundo, nada nuevo podría generarse. La transformación es posible únicamente, cuando lo existente se entrega y se brinda en ofrenda. Cuando despierta la confianza en la existencia propia, en las posibilidades de transformación y de desarrollo, en la facultad de morir y de nacer nuevamente, puede aparecer una gratitud nunca conocida, frente al destino, y el miedo desaparece. Entonces sentimos las alas protectoras de nuestro ángel, que nos rodean. Nos encontramos como envueltos por el amparo que nos separa de aquello que nos acosaba. Quien ha perdido el miedo por la existencia, experimenta únicamente el efecto positivo del miedo, que quiere conducirnos a la comprensión, al conocimiento. Cuando no podemos dominar nuestros miedos, nos ayudará si durante un cuarto de hora, regularmente y por bastante tiempo, nos tomamos un tiempo al anochecer para ocuparnos del mundo de los ángeles. Podemos comenzar comparando diversas representaciones angélicas, preguntándonos: “¿qué ha sabido este pintor acerca de los ángeles?¿qué le ha gustado al respecto?¿qué cualidades morales se ocultan allí?”. Quien así procede, pronto notará cómo su ángel se le acerca y cómo una nueva calma y una seguridad interior dentro de él se tornan posibles.

¿Por qué los ángeles son tan reservados?

Los ángeles son invisibles, accesibles únicamente a la vivencia pensativa. Ésta empero no posee actitud de acoso, sino deberá ser buscada activamente por el hombre. Aquí se está expresando la voluntad del ángel, de no emprender nada que pudiese estorbar el desarrollo humano hacia la libertad. Es el mismo hombre que decide si se coloca en la punta del mundo sensorio, hace y deshace según su propia voluntad, o si aprende a considerarse como el miembro inferior de un mundo de elevados seres espirituales, con la misión de tomar conciencia de su propia naturaleza espiritual y ponerse al servicio de un todo superior.

En la actualidad lo estamos vivenciando con gran claridad, de que la vida sobre la tierra depende de qué misiones y qué metas de desarrollo nos imponemos. Esa posibilidad de elección, esa vivencia de la libertad se la debemos al hecho de que los seres de los mundos superiores se inclinan únicamente hacia lo invisible dentro de nosotros, la vida de los pensamientos. Mucho le significa para la facultad anímica humana darse cuenta de que la vida de los pensamientos, en definitiva no es otra cosa que un vivir en el mundo espiritual, un vivir con los seres del mundo espiritual mismo. Del mismo modo, como con los pensamientos podemos captar las leyes naturales, que como invisibles se encuentran ocultas en todo suceso natural visible, con nuestros pensamientos podemos captar las cualidades morales, las virtudes de los seres espirituales.

La vida de los pensamientos lleva a nuestra conciencia lo invisible en el mundo visible. Torna vivenciable a su vez, lo invisible en el mundo invisible. Compenetra todo, es una vida en las leyes, en el espíritu, que actúa en el mundo. Tomar en cuenta nuestra propia vida de los pensamientos, nos aproxima al mundo espiritual de una manera objetiva y natural.

Encontrarnos con el ángel dentro del pensar

Con la ayuda del pensar, podemos comprender todo el mundo visible. En las ideas, en los ideales, podemos experimentar también el mundo de lo religioso, el mundo espiritual invisible. Quien investiga más de cerca la naturaleza de sus ideales, conocerá un lado de la vida de los pensamientos, que normalmente permanece oculto para él: vale decir, el hecho de que los pensamientos son fuerzas y no meramente vagas imágenes conceptuales. ¿De dónde provienen esas fuerzas? Quien puede tomar en serio los dos ideales del cristianismo: libertad y amor, vivenciará que nada existe en la vida humana que no estuviese en relación con estos dos ideales. Quien va en su busca, podrá confrontarse con cualquier situación en la vida, es ciertamente imbatible y se siente portado por una gran fuerza. Esa fuerza parte del ser, que se manifiesta al hombre a través de estos ideales. Vale decir, cuando un ideal así vive en un hombre, entonces también vive dentro de él, el ser que está relacionado con ese ideal. Es así que la fuerza de los ideales parte del mismo ser del mundo espiritual.

¿Cuál es el ideal, mediante el cual el ángel puede regalarnos de su fuerza? Es el ideal del desprendimiento. Dado que es la cualidad que en mayor medida podemos identificar con el ángel. Siempre está presente, siempre dispuesto a prestarnos su ayuda, siempre está despierto, atento, acompañándonos a través de todos los altos y bajos de nuestro desarrollo, sin pedir jamás nada para él. Nos es fiel, espera, nos acompaña, estando siempre a nuestra disposición. Por esa razón, el hombre puede acercarse al mundo invisible, con plena libertad y conciencia. Cuando en un principio solamente pensamos en los seres superiores, esto es como un primer y delicado contacto. En el momento empero en el cual nos decidimos a tomar un pensamiento con tanta esencialidad que nos unimos con él por completo, nos identificamos con él y buscamos así como lo indica el ideal: vivenciamos la fuerza y la realidad del ser espiritual, que se manifiesta a través de ese pensamiento. Cuando más adelante dejamos de ser fiel a un ideal así, podremos percibir claramente como esa fuerza nos abandona. Entonces podremos sentirnos tal como lo dice el dicho: “abandonado por todos los buenos espíritus”. Si empero volvemos a retomar la relación, se nos vuelve a aproximar nuevamente el mundo espiritual. Lo seres del mundo espiritual constantemente se encuentran dentro de nosotros y, rodeándonos, el grado de su efectividad y de su ayuda depende sin embargo de cómo nosotros queremos relacionarnos con ellos.

En cada momento en el cual elevamos una idea a un ideal, podemos relacionarnos con un ser de mundo espiritual mediante esa identificación. Existen muchas cualidades. Lealtad es diferente al desprendimiento. Amor es otra cosa que valentía. Paz es otra cosa que el silencio. Tan pronto nos entregamos a un ideal así, nos sentiremos tocados por la fuerza que vive en él y que puede actuar en nosotros y que parte de un ser espiritual.

Caminos hacia el ángel

Los ángeles son mensajeros. Desinteresadamente transmiten el mensaje de los mundos superiores, a través del pensar. La vida del pensar de los hombres se constituye en el puente entre el mundo sensorio y el suprasensorio hacia el principal campo de acción de los ángeles. Cuando nos convencemos y comprendemos que esos mundos angélicos existen y que, por el hecho de que ese mundo del pensar nos acompaña siempre, también el mundo espiritual no nos abandona jamás, entonces despierta la voluntad de hallar la realidad espiritual a través del pensar. Esto quiere decir, con otras palabras: ¿cómo podemos aprender, avanzar desde la comprensión de los ideales hacia la vivencia de los seres y escuchar el mensaje de los ángeles? Por supuesto que el pensar sólo no es suficiente. Lo decisivo es que el ideal pueda ser sentido y que a través de esa vivencia propia del sentir despierte la inspiración de llevar ese ideal también a la realidad de la vida cotidiana, de realizarlo allí.

Esto puede ser practicado de manera tal que tratemos de despertar dentro de nosotros, sentimientos tales como confianza y gratitud. Son condición previa para la identificación con un ideal. Esto puede ser logrado cuando llamamos a nuestra memoria acontecimientos en cuya oportunidad hemos sentido confianza y gratitud y al no dejar pasar día alguno, en le cual no hemos sentido gratitud y confianza.

En su conferencia GA 182 “La muerte como transformación de la vida”, Rudolf Steiner describe a los ángeles no solamente como mensajeros, sino también su cualidad de custodio. Con su conciencia, abarcan la sucesión de las vidas terrenales humanas y de manera despierta, siguen cada paso de nuestra evolución. Quien se esfuerza por tomar en manos propias la propia evolución, el desarrollo, con la mente despierta, se crea una cualidad similar a aquella de los ángeles y que con ello, también conduce a la percepción del ángel. Podrá prestar atención a los lados ocultos y silenciosos de la vida y podrá descubrir las muchas razones para gratitud y confianza. De esta manera despierta la calma interior, necesaria para poder estar a la altura de un encuentro con el ángel.

Podemos desarrollar el órgano espiritual para la percepción del ángel, al trabajar en las cualidades que el ángel posee: el estar despierto, el benévolo acompañamiento desprendido, la protección plena de sabiduría, el pasar sin temor por la muerte y el nacimiento, el vivir dentro de la conciencia de un contexto mayor, esas cualidades nos hacen ser parecidos al ser angelical y nos ayudan a percibir su proximidad y recibir ayuda. Del mismo modo, como necesitamos un órgano sensible a la luz para poder percibirla y un oído sensible al sonido para poder escuchar, tenemos que adquirir estados anímicos que nos tornan capaces de recepcionar al mundo angelical. Mediante la gratitud y la confianza, el alma puede abrirse frente a ese mundo. Dado que el ángel ampara nuestro destino y puede tener por lo tanto su encuentro con nosotros, en la confianza en el destino. Todo aquel que lo ha intentado, puede confirmarlo.

Otra posibilidad se nos ofrece al realizar una mirada retrospectiva al finalizar el día, preguntándonos: ¿en qué lugar, durante el curso del día de hoy, podrías haber muerto? Quien vive con esta pregunta, prontamente tomará conciencia de la cantidad de oportunidades que pasan y que habían sido apropiadas, para finalizar con nuestra vida. Sentiremos el hecho del estar amparados con una renovada fuerza y con confianza.

Y otra posibilidad más para acercarnos al ángel, se abre cuando aprendemos a rezar por otras personas con buenos pensamientos y buenos deseos, despierta fuerzas en el alma que le son propias al ángel. Quien vive con la pregunta: ¿qué puedo aportar para el bienestar de los demás, qué puedo hacer para contribuir para el cambio positivo de las condiciones imperantes en el mundo? Se acerca a su ángel puesto que el ángel cuenta con la valentía hacia el desarrollo y confía en el hombre a quien acompaña.

Podemos tomar también una poesía, como la que sigue, de Christian Morgenstern, tratando de despertar dentro de nosotros, el clima anímico la que se refiere. Christian Morgenstern elevó su mirada hacia su ángel como a un ser que quiere conducirlo a la plena humanidad. Es por eso que se dirige a su ángel como a la sabiduría de su yo superior, que aún no se ha hecho realidad, hacia la cual empero se encuentra en camino:

Sabiduría tú, de mi yo superior,

que sobre mí, ti ala extiendes,

y que desde los comienzos me has guiado

como mejor para mí ha sido.

Cuando el desaliento a menudo me afectó

desaliento del joven era,

la mirada del hombre

la fuerza que posee,

de posarse en ti, con gratitud.

Cuando los niños sienten que un adulto está buscando la proximidad del ángel, puede suceder, de vez en cuando, que nos cuenten del ángel. Los niños que poseen mucho tacto, cuando tienen la impresión de que nada de eso lo saben los padres, tampoco hablan de eso. Tendrán experiencias completamente nuevas con sus hijos, cuando se ocupen de ese mundo, y podrán darse cuenta que sus hijos viven allí naturalmente. Sus hijos se sentirán mejor también con ustedes, los padres, cuando puedan convivir con ustedes no sólo exteriormente, sino también interiormente.

PREGUNTAS CON RESPECTO AL TEMA

Pregunta: En la película “El cielo sobre Berlín”, se ha intentado señalar a los ángeles con los medios que actualmente están a disposición. ¿Puede decirnos algo al respecto?

Respuesta: En esta película ha llamado mi atención, que escénicamente han sido llevado a la imagen únicamente aquellas cosas que ya conocemos a partir de la representación de los ángeles como las relaciones de los ángeles hacia el ser humano: la mirada, la protección, el amparo, la tristeza profunda por un suicidio, el acompañamiento de la mañana hasta la noche, independientemente del hecho de que el ángel sea percibido o no. También de que los niños reconocen al ángel y que el ángel les sonríe.

Lo que empero no ha sido tomado en cuanta para nada, ha sido la existencia espiritual del ángel, tal como la conocemos de las descripciones de Rudolf Steiner y de las tradiciones religiosas. A ello se debe seguramente, que la mayor parte de la película ha sido realizada en blanco y negro, para indicar que la vida real, colorida, tiene lugar únicamente en la tierra. Sucede que el colorido espiritual, la realidad del mundo de esos seres, se ha alejado de nosotros. Por tal razón es comprensible también, que el cambio decisivo en la película consiste en que uno de los actores principales del mundo de los ángeles, se decide ser hombre. Esto se corresponde con la mentalidad actual. Es más fácil imaginarse que los seres celestes desciendan hacia nosotros, a que el ser humano decida elevarse hacia los mundos angelicales mediante e propio esfuerzo y a través de procesos de desarrollo interior.

Pregunta: ¿Los ángeles tiene algo que ver con el destino?

Respuesta: El ángel y el destino tienen que ver mucho el uno con el otro, por el hecho de que el ángel se interesa por cada pormenor del destino y en la continuidad de su conciencia guarda los acontecimientos de todas las vidas terrenales. Conoce nuestra procedencia y nuestra meta, la hora de nuestro nacer y nuestro morir, y lleno de expectativa contempla aquello que hacemos con nuestras posibilidades de desarrollo. Pero en un aspecto aún más profundo, la vida de los ángeles está ligada a nuestro destino. Esto está relacionado con el cristianismo. En el Evangelio está escrito que el Cristo se desprende de todo poder celestial, dejando atrás los reinos angelicales, para ser hombre. Esto significa para los ángeles, que ahora pueden hallar al Cristo junto a los hombres. Desde entonces también depende de los hombres y de su voluntad de evolución, qué nutrición recibe el ángel de parte del hombre. En la época anterior a la llegada del Cristo, el hombre vivía por completo bajo la conducción del ángel, aún le faltaba la libertad para la propia autodeterminación. Ésta se ha hecho posible mediante la alianza del Cristo con los hombres. Desde entonces, también depende del hombre de qué manera prosigue el camino del ángel y si puede recibir de los hombres aquello nuevo, que el hombre ha recibido mediante la vida del Cristo.

Pregunta: Hace poco he escuchado que cada hombre tiene un ángel de la guarda y que este empero, cuando la juventud ha pasado, se va retirando más y más de la vida del hombre, ¿es cierto esto? Y si es así ¿dónde va el ángel?

Respuesta: Que el ángel más tarde se retira de la vivencia conciente del hombre, para que este pueda determinar en libertad con qué ideal quiere relacionarse, eso pienso yo, ha quedado en claro a partir de lo referido anteriormente. Aquí seguramente se trata solamente de un retirarse de la conciencia del hombre por parte del ángel. El ángel se retira en la medida en la cual el hombre mismo está en condiciones de tomar la responsabilidad por su desarrollo. Yo no lo sujetaría empero a una determinada edad en la vida del hombre, dado que con respecto a esa madurez de la conciencia existen grandes diferencias individuales. Sin embargo, el ángel permanece relacionado siempre con la vida inconsciente y con ello también con la existencia humana. Todas las noches, por ejemplo, tenemos un encuentro con él, dado que al quedarnos dormidos vivimos un momento de absoluta calma anímica. Lo mismo sucede cuando despertamos. Ocasionalmente, lo sentimos al cabo de levantarnos y podemos iniciar nuestro día especialmente fortalecidos.

Pregunta: ¿Hallamos a los muertos junto a los ángeles?

Respuesta: De hecho, los difuntos pueden ser hallados en el mundo de los ángeles, dado que cuando el hombre muere, retorna plenamente al cuidado de su ángel. El yo – humano superior ha retornado entonces ciertamente a su morada. Es por ello que a través de la vida de los pensamientos, que guarda tanto parentesco con el mundo de los ángeles –puesto que cada pensamiento es mensajero de una realidad- puede generarse una relación hacia los difuntos. Mediante los pensamientos podemos hablar con ellos y hasta podemos formularles preguntas. Rudolf Steiner nos ha señalado que podemos dirigirnos antes de dormir determinadas preguntas a un difunto allegado y que por la mañana, o en el curso del día, luego podemos encontrar la respuesta, repentinamente. Normalmente no nos damos cuenta acerca de dónde provienen nuestras buenas ocurrencias. Muy a menudo son los difuntos los que nos envían esos pensamientos. Así siguen viviendo unidos a nosotros.

Pregunta: ¿Por qué existe la jerarquía en el mundo angelical? ¿Qué son los arcángeles?

Respuesta: Acerca de esto, nos brinda explicación la investigación espiritual de Rudolf Steiner. En muchas conferencias y sobre todo en su libro “Las ciencias ocultas”, describe el reino de los ángeles, dando muchos pormenores. Cuando contemplamos la multiplicidad de la naturaleza exterior, con todas sus piedras, plantas, animales, fenómenos cosmológicos, nos parece lógico que también en los seres del mundo espiritual tienen que existir membraciones diferenciadas y ámbitos de actividades. Esto, es referido así, también en la tradición cristiana.

Según la denominación, arcángel (Archangelos) significa: mensajero del principio. Esta jerarquía llega más allá que el ángel, con su conciencia. La conciencia del ángel abarca el curso total del destino de un ser humano. La conciencia del arcángel en cambio, llega hasta el origen de toda la humanidad. Es por eso, que en las representaciones sus alas son más grandes y más poderosas. Todo un grupo de seres humanos es su misión especial, y hasta puede tratarse de todo un pueblo (Argentina, Alemania, etc.).

La jerarquía siguiente son los Archai, quiere decir los “comienzos” o los “orígenes”. A ellos se hace mención en el inicio del Evangelio de Juan, cuando se dice: “ en los comienzos originales estuvo la palabra, el verbo”. Viven en la conciencia del origen del hombre y están situados en el comienzo del desarrollo del espacio y del tiempo. Todas las jerarquías superiores hasta los Thronen, Cherubim y Seraphim, entran al mundo de nuetro espacio y tiempo, desde otros ámbitos existenciales.

Existen cualidades y posibilidades evolutivas del hombre, que se encuentran tan alejadas de nuestra capacidad visual, que ya a partir de ese motivo, en principio no podemos entender a las jerarquías superiores. Desconocemos las cualidades morales mediante las cuales podríamos percibir su proximidad. La ciencia espiritual de Rudolf Steiner nos brinda la posibilidad de penetrar también estos ámbitos, mediante la realización de nuestro esfuerzo.

Tiene mucho sentido ayudar a los niños a tomar como algo natural y mantener vivo el pensamiento orientado hacia el ángel. Dado que, cuando llega el día en el cual olvidamos nuestro ángel y nada nos significa hablar de los ángeles, así y todo, en la memoria estará guardada la vivencia de su presencia, tal como la habíamos tenido en la niñez. También un recuerdo puede ser una gran ayuda, más adelante, en la vida, para hallar el camino hacia los seres del mundo espiritual, mediante nuestra propia fuerza. Es muchísimo más difícil hallar la relación hacia nuestro propio ángel, cuando nunca antes hemos oído hablar de él. A menudo, tiene que producirse duros golpes del destino, para que se torne vivenciable. Cuando empero hemos podido crecer con él desde la infancia, podremos re – encontrarlo más adelante, sin dificultad.

Pregunta: ¿Cómo puedo relacionarme con el ángel de mi hijo?

Respuesta: Encontramos al ángel del hijo, cuando tenemos confianza en el destino del hijo. Justamente, cuando se trata de un niño enfermo o con un trastorno, esto es especialmente importante. Dado que el futuro del niño se encuentra al cuidado del ángel, y el ángel conoce el sentido aún del destino más duro. Cuando nosotros mismos estamos luchando para comprender el sentido del destino difícil, esto no acercará al ángel del niño. Cada plegaria en la cual no estamos pidiendo, egoístamente, algo para nosotros sino con el real deseo de que pueda cumplirse el destino del niño según su meta, aquí aporta una ayuda.

Numerosos poetas han vivenciado la proximidad del mundo espiritual, únicamente a través de la experiencia de la orientación amorosa hacia el otro ser humano. Para ello, tenemos un gran ejemplo en Novalis. A través del amor hacia su prometida Sophie von Kühn, su vida anímica interior se ha transformado de manera tal, que después de su muerte espiritual y romper así, la estructura espacio – tiempo de su conciencia. Describe esa vivencia en su poesía “Himnos a la noche”.

Pregunta: ¿De qué manera pueden ayudarnos los ángeles?

Respuesta: Los ángeles, por un lado nos ayudan en el mundo espiritual para acabar las experiencias terrenales y preparar una nueva vida terrenal, por el otro lado, también nos ayudan todos los días, para que las vivencias y experiencias de ese día puedan conformarse en el punto de partida de una configuración plena de sentido para el día siguiente. Al respecto, un ejemplo: una persona a quien conozco, hace poco viajó con su auto al trabajo. Después de un breve descanso nocturno se encontraba en un estado anímico depresivo, además de sentirse cansada dudaba poder cumplir con las exigencias de ese día. Entonces, de pronto observó a un niño de unos tres años que estaba saltando entre las hojas otoñales caídas. El niño estaba sólo. La naturalidad, la confianza, la liviandad, la impresionaron de tal manera que su estado anímico cambió. Era como el saludo matinal del ángel. Podría haber pasado sin recibir esa impresión. Entonces hubiese llegado a su lugar de trabajo con el ánimo caído y su día no hubiese sido muy feliz. Así empero, llegó alegre y su tarea pudo ser lograda.

Un ejemplo así puede clarificarnos que constantemente estamos rodeados por una cantidad mucho mayor de ayudas de las que suponemos. Cada flor, cada formación de las nubes, cada rayo solar contiene un mensaje y puede recordarnos algo, que en realidad sabemos, que empero fácilmente olvidamos, estando sumergidos en las preocupaciones cotidianas.