Volver


- Cualidades religiosas en la educación

Elisabeth von Kügelgen

El elemento religioso-espiritual

Al comienzo de una plática en el aula con un décimo primer grado recién tomado a cargo, en la enseñanza religiosa, un alumno pregunta: ¿Por qué tenemos que tener religión y no podemos elegir ética? Mi respuesta: ¿Por qué quieren tener ética, qué imaginan ustedes bajo ética?. Silencio. Vuelvo a preguntar: ¿Qué es ética?. Un alumno contesta: No lo sabemos con certeza. Al final del diálogo descubrimos: El atractivo de la palabra Ética es, que no podemos imaginarnos nada con respecto a la misma, es lo desconocido. Acordamos, de comprender ahora bajo enseñanza religiosa. “Estudio de la vida. Tratado de la vida”. Se produce profunda satisfacción. Luego, hablamos del hecho, por qué la palabra religión posee un sonido tan negativo, tan “gastado”.          Con la palabra  “Religión” hoy asociamos diversas cosas: En la historia y en el presente pensamos por ejemplo en guerras, intolerancia, obligación, moralismo, iglesia, fundamentalismo, en “lo antiguo”, en ausencia de libertad en muchas cosas que amedrentan. Al remitirnos al significado la palabra latina “religión”, la mirada es guiada a otra cosa:Aquí, religión significa atadura, buscar unión, conexión, crear una relación, orden, compromiso, una ley que todo lo fundamenta; algo, que debe ser valorado, cuidado, respetado. Entrar en una ligadura, naturalmente puede significar obligación, puede a su vez significar algo muy diferente: Relacionarse con algo, entrar en una relación, descubrir contextos o promoverlos – y entonces, simplemente es una saludable postura de vida. Relacionarse con una cosa o con una persona, presupone interés, dedicación, confianza, o, los va edificando. Toda toma de conocimiento, amistad, etc. necesitan de ello. El orden crea la vista general, seguridad, lealtad. Ligarse significa entonces, asumir responsabilidad. Las relaciones deben ser cuidadas renovadas, deben poder crecer, de otro modo, quedan “dormidas”.Esto, requiere de una actividad constante.“Religión” en ese sentido, es lo más humano que existe.

         Querer entrar en una relación, significa estar abierto frente a algo; significa desarrollar entrega, amor, respeto, poder sentir gratitud. Y la esencia de una relación es siempre un mutuo dar y recibir. Esto concierne también a nuestra relación hacia lo divino, sólo, que en este caso – como asimismo en otros casos – recibir/tomar (y pedir) nos es más cercano que el dar.
          Si contemplamos el significado de la palabra, tal como la he descripto ahora, nos damos cuenta: Un comportamiento tal, a modo de “competencia social”, hoy goza de una elevada valoración. La frialdad social refleja un mundo carente de seguridad y de religión, en el cual a un pedido recibido se presenta la pregunta: ¿Qué obtengo a cambio?.
         ¿Cómo podemos educar facultades sociales? El niño pequeño es inaccesible aún para las advertencias y los mandamientos. Los lactantes y los niños pequeños están  extremadamente abiertos, orientados hacia el entorno y dispuestos a la imitación. Esa facultad de imitación es voluntad pura, es impulso de actividad. El niño, es un ser volitivo, se encuentra en movimiento constante, mucho es imitado, practicado. Ese gesto volitivo, en unión con esa apertura y esa entrega, mueven a Rudolf Steiner a hablar del hecho, de que el niño en su primera infancia vive en “religiosidad corporal”;¡Todo él, es entrega, es búsqueda de relación!. Lo que el niño necesita es, que su medio circundante es de manera tal, que la imitación es valedera, que lo rodean personas, que realizan el esfuerzo de ser dignas a ser  imitadas –en pensamientos, en sentimientos, en gestos, en obras. Como el niño recibe e incorpora sin filtrado – ruidos, colores, nuestra existencia – todo ello cobra un efecto inmediato, desarrollando el cuerpo, colmando el alma. En el niño pequeño, la relación al mundo es puramente sensorio, vive dentro del ojo, del oído, el movimiento; y no en la reflexión. Los pensamientos y los sentimientos son existentes, semejantes a las mesas. El alma  y el cuerpo ejercen siempre una acción conjunta. Con respecto a la educación social, Rudolf Steiner llama la atención acerca de tres cualidades de vida, que deben ser desarrolladas: Gratitud, amor, voluntad de cumplimiento del deber (o, respeto frente al quehacer del otro y del trabajo propio). 8.

8. Steiner, Rudolf La práctica pedagógica desde el aspecto científico espiritual del conocimiento del hombre. Conferencia del 20.4.1923 Obras completas GA 306
Surgen el uno del otro, es un triple paso, que puede ser coordinado a las tres etapas escolares, ciclo inferior, medio y superior a modo de tres estrellas-guías, hacia las cuales debería estar orientada metódicamente toda enseñanza.
      En el primer grado, apelar a la voluntad de la gratitud, en el segundo grado, a la voluntad del amor, y en el tercero, la voluntad del trabajo, el amor hacia el trabajo, la responsabilidad.
La primera etapa abarca la edad pre-escolar y se extiende hasta la edad escolar de cuarto grado (el Rubicon). Si aquello que el niño imita y experimenta es digno de la gratitud fluye del niño hacia nosotros. Para ello, naturalmente es muy importante, que el niño puede vivenciar, que nosotros mismos somos agradecidos y que también lo expresemos. Que sentimos gratitud y alegría frente al calor, a la luz y el aire, la belleza de una flor, una palabra dicha con cariño, el alimento – pan de cada día – Una oración antes del comer tiene sentido, cuando realmente somos agradecidos. Entonces, nuestro sentimiento de gratitud colma a su vez al niño. Cuando decimos esa oración únicamente por el hecho que hay niños sentados alrededor de la mesa, generalmente el niño no querrá seguir orando al cabo de los 9 años, dado, que le hemos enseñado que el agradecer y la oración antes de la comida y antes del dormir, conforman una niñería. Entonces, equivale a seguir al ejemplo de los adultos, dejar de lado el agradecer y el orar, para avanzar en edad. ¿”Por qué rezamos?” Respuesta: “¡Por estar agradecido a Dios!” No: Porque otros padecen hambre, o, algo similar; dado que, entonces ya nos tendremos que agradecer, una vez que todos tengan para comer. ¡Deberíamos evitar, vincular la gratitud a condiciones! Al respecto, los cuentos son grandes educadores. En ellos, juega un rol importante la gratitud, y la ayuda,  por el mismo hecho de ayudar. Se refiere a que no tenemos derecho a reclamar el obtener algo y que exista alguien que nos ayude y que trabaje por nosotros; a la gratitud le corresponde la entrega en libertad, la cordialidad, el “buen corazón”, la disposición a la ayuda que no persigue fin alguno. Por ejemplo: En  “Madre Nieve, María de oro y María de la brea”, de los Hermanos Grimm. En definitiva, las estaciones: Se trata de una ayuda objetiva (sacar el pan del horno, sacudir el manzano y recoger las manzanas), la recompensa, es la gratitud. La lluvia de oro al final: “Porque has sido tan cordial y laboriosa”, sucede sorpresivamente y el oro no es únicamente dinero en el cuento, sino equivale a sabiduría, a humanidad conquistada durante la vida. El libre dar y recibir pertenece a la gratitud, lejos de toda ética de finalidad. María de la brea parte con el objetivo de recibir una recompensa. Es así, que finalmente tiene la mala suerte (“la brea”) de no haber evolucionado. El “yo hago algo, para recibir algo”, es la muerte de toda gratitud, del libre dar y recibir en la vida. Al recibir el niño: Esto tiene que provenir del corazón, simplemente así, proveniente de la libertad, por recompensa de Dios; tal como se lo llamaba  antiguamente – entonces, puede desarrollarse la gratitud. En el primer grado, está presente, ese “clima de los cuentos” – en la clase de religión, como también en la enseñanza toda. Mediante la gratitud, el poder sentir alegría, entramos en relación al mundo, hacia el hombre, hacia Dios, sobre el fundamento de la libertad. En lugar de hacer una advertencia al niño, debemos brindarle la ocasión de vivenciar la gratitud. Dar las gracias a modo de un deber o una demanda moral, se contradice con la esencia de la gratitud. Tal vez nosotros mismos tenemos conciencia de que el día está lleno de obsequios y de milagros y no solamente colmado de stress. Sumergido en ese clima, el niño del segundo grado aprende a conocer todas las manifestaciones de la naturaleza y el mundo, a través de los así llamados cuentos plenos de sentido: Cuentos de las plantas, de los animales, y otros. Una flor, agradecida por la sombra, la lluvia, la tierra y el sol y a la noche, por las estrellas; el animal, que vive de la planta, que le ayuda al hombre. Al niño, todas cosas aun le hablan y de esta manera establece relaciones hacia el entorno, hacia el mundo. Las estrellas, el musgo, las piedras, la noche, el arroyo, el mundo se expresa al niño en su esencia, todo tiene su lugar, tiene sus tiempos, su misión, su sentido sabiamente ordenado (también el marchitarse y el perecer). El niño entiende su lenguaje, aprende a quererlo, a verlo – se familiariza en la naturaleza, en el mundo, se siente amparado, integrado. Gratitud, alegría, simpatía, devoción, respeto, amor, - esos, son los hilos que brindan esa relación, dándole al mismo tiempo terruño, confianza primaria en su existencia.
          Otros ejemplos: La araña que teje su red frente a la entrada de la gruta que sirve refugio a la Sagrada Familia en su huída a Egipto frente a sus perseguidores, que, al ver esa red piensan: Hay tela de araña, nadie puede estar allí. De pronto, las arañas no sólo son aborrecibles. Las primeras flores que emergen de la nieve, - esperanza, alegría preliminar. La escarcha sobre la endrina (Prunus spinosa), que a esa fruta fina recién le otorga su dulzura, dándonos en invierno fuerza y salud a través de su jugo. El niño aprende a amar a la naturaleza, respetarla y responde con gratitud universal, con confianza. La naturaleza es vivenciada a modo de un gran organismo viviente, al cual pertenecemos, al cual estamos unidos, al cual podemos ayudar o dañar. Hay algo en el mundo, que me porta, me sostiene, se entrega a mí a modo de obsequio, me atiende y cuida, aún cuando a veces soy insoportable.
      Desde esa gratitud, se enciende amor en el interior del niño, la gratitud, es la raíz del amor hacia la naturaleza, amor hacia los hombres, pero, también del amor a Dios. Ese sentimiento universal de la gratitud es la base para toda verdadera religiosidad del hombre.
       Ese clima ha sido vertido por Rudolf Steiner al así llamado Lema Matinal para los primeros cuatro años escolares, que todas las mañanas es recitado por todo el grado en su conjunto. Allí resuenan los motivos básicos para la enseñanza toda:

El amor de la luz del sol
ilumina el día para mí.
El espíritu que late en mi alma
otorga vigor a lo que hago.
En el brillo de la luz del sol.
venero yo, Oh! Dios
la fuerza humana que tú,
bondadosamente,
en mi alma has vertido,
para que yo sea laborioso
y esté ávido de aprender.
De ti proceden, luz y poder,
hacia ti se eleven, mi amor y gratitud.
                                                                           

Con el 9° / 10° año de vida, el niño vivencia al mundo más separado de sí, más “desnudo”, más bien, desde afuera. Ese cambio en la vivencia de sí mismo y del mundo está acompañado por miedos, pero también por una mayor conciencia propia. Lo que ahora sostiene, es el amor, la confianza hacia el adulto. También a él se lo ve más distanciado, su conducción, su existencia empero cobran una mayor importancia.
Lo que Rudolf Steiner denomina la “autoridad amada”, al brindarle al niño ese sostén, esa conducción, ese apoyo, que necesita ahora. A esta altura es importante, y es correcto, que el niño aprenda por amor a su maestro y que tenga confianza en su conducción, en la imposición de sus tareas. Esa imposición de tareas debería ser formulada con claridad, plena de sentido e inequívoca. Cuando el maestro se encuentra ligado con amor a los niños, cuando él mismo controla sus actos, las tareas y los deberes con amor, los niños harán caso a sus indicaciones y este hecho podrá ser observado en la actividad: Amor hacia el quehacer. Se quiere realizar la tarea “haciéndola linda”.
La seguridad con la cual se imparten las indicaciones, despierta confianza en la conducción, que aún no puede ser lograda por el niño mismo. Por tal razón, es importante la aprobación. “Esto, lo has hecho muy bien, realmente te has esforzado”, o, “Yo sé, que esto lo puedes hacer aún más lindo y mejor”. Incentivo a través del adulto hacia el cual se eleva la mirada. La actividad en común es importante. El niño quiere ser tomado en cuenta. El maestro tiene que darse cuenta también, cuando el niño no se ha esforzado. Los alumnos se dan cuenta rápidamente, cuando se trata de un elogio superficial. Sinceridad profundiza la confianza y capacita a la  relación: El amor también perdona las imperfecciones. Cuando nosotros mismos tenemos ideales, ejemplos hacia los cuales elevamos la mirada, algo mayor que nosotros mismos, cuando nos esforzamos, entonces, el niño aprenderá a amar esos ideales a través de nosotros y aprenderá asimismo, a no tomar en cuenta nuestras debilidades, sin decepción. Todos los impulsos morales poseen sus raíces en el amor. ¡Lo que amo, lo aprecio por lo que es!
         Esto, podrá conformar a modo de clima, la base del estudio por ejemplo. de las plantas y de los animales. La vaca ya no habla. Pero, la vaca tampoco existe para darme leche y carne, vale decir, ser útil. De otro modo bastaría tratarla solamente del modo tal que cumpla esa finalidad. Hablaremos del ser de un animal, del medio ambiente en el cual se siente a gusto, con el cual se relaciona. A un ser lo puedo acompañar con el sentimiento y con la compasión. El niño siente asombro frente a las facultades de la vaca: Esa indescriptible calma, paciencia, perseverancia; este ser íntegramente metabolismo, ritmo, repetición; el como el pasto va transformándose al pasar por los siete estómagos de la vaca mediante el rumear; voluntad serena. La voluntad es también dentro de nosotros el mago de la transformación. Estimular al niño, a participar de la vida con la naturaleza, la vida con el mundo humano participar del amor y del sufrimiento, despertar su asombro frente a la sabiduría que vive en la naturaleza; del asombro, se genera el interés, el amoroso seguimiento de un asunto. ¡Y, el vivenciar propio de aquello de lo que hemos sido informados, vivifica! Esto, lo pude comprobar en ocasión de una caminata realizada con un sobrino. El ascenso había sido llevado a cabo, ahora tenía lugar el largo camino del regreso. El niño estaba cansado, protestaba, se puso insoportable. ¿Cuánto falta? –“¡ Ya no puedo caminar más!.” Desde la altura, estábamos viendo una pradera con vacas a nuestros pies: “Allá, descansaremos”. La meta visible lo alentó. Llegado al lugar, se tiró al suelo. Al elevar brevemente la cabeza, su mirada cayó sobre una vaca que estaba rumeando. De pronto, el muchachito dio un brinco, soltando un grito de alegría. ¿Lo has visto? ¡Yo lo vi! ¡Yo lo he visto! Tal cual, como el señor S. (el maestro de grado) lo ha contado”. Había acertado el momento en el cual la vaca había eructado la bola de pasto, para masticarla nuevamente. El cansancio había desaparecido. Una hora de descenso había sido salvado. Me narró detalladamente todo aquello que en la escuela se había hablado acerca de la vaca – y era lo correcto, él lo había comprobado. Esa comprobación, ese interés, hizo desaparecer el cansancio.
         La naturaleza del hombre mismo, al aproximarse a la pubertad está dispuesto a capacitarse para el amor. La explicación referente al amor sexual, requiere del estar inmerso dentro de la dimensión social del amor general hacia Dios, hacia el mundo, hacia los seres humanos. El amor general hacia los seres humanos es el fundamento, para poder respetar la dignidad del hombre, para poder respetarla. Cada persona es un enriquecimiento, a causa de su ser-diferente.
         En el lenguaje de la religión, la gratitud y la confianza primaria conducen al mundo divino-paterno, del cual yo soy una parte; que porta mi ser-humano y que es la fuerza impulsora de la evolución. A ello, se agrega el amor hacia el mundo de los hombres, relación y amistad de hombre a hombre. El conocimiento, de que existen las crisis, el dolor y los obstáculos, que pueden ser superados por el hombre. El descubrir, que cada persona tiene un destino y que los seres humanos pueden ayudarse los unos a los otros, es lo que  ayuda al avance en el camino. En la terminología religiosa, es el Ser Crístico que está presente en ese amor humano y muestra ser su fuente, su punto de referencia. El amor puede sacrificarse, puede perdonar, puede brindar fuerzas y puede sostener. Esto, otorga confianza al sentido de la vida propia, confianza en el futuro y en la conducción del destino. La Festividad para  la juventud y el Acto dominical para los niños, dados por Rudolf. Steiner, así como la Libre Enseñanza Religiosa Cristiana tratan de estos temas que “contienen” los motivos básicos a los que se refiere la enseñanza en el ciclo básico.
          Recién con el advenimiento de la pubertad, el hombre despierta hacia aquello que es destino y futuro propio. En el ciclo superior, se trata de la comprensión, del fundamento para la formación de un criterio sin prejuicios. Con la vida están relacionados las tareas, las misones, las metas, el trabajo. Rudolf Steiner denomina la misión educadora en esa etapa de la edad “amor hacia la obra”, que está por ser desarrollada. La autoridad del adulto ocupará un segundo plano, el joven debe desarrollar confianza en su pensar y juzgar propio. La meta es: A0ctuar a partir del discernimiento, a partir del conocimiento, del entendimiento. Los alumnos perciben con toda claridad cuales son los impulsos para nuestros actos. El impulso más vigoroso para el actuar con independencia procede de los ideales auténticos de una imposición de meta emprendida espiritualmente, que  quiero llevar a cabo en el mundo. Los ideales llevados a lo sensorio-imaginativo, a la narración es captado por el niño en la profundidad de su ser; el alumno de mayor edad los vivencia a  partir de “auténticas” biografías de personas ejemplares. Esto, sigue vivo en el sentimiento, el joven está en la búsqueda de ejemplos. El alumno mayor y el adulto puede elevar su ideal a lo puramente anímico-espiritual. Quien posee ideales, quien puede vivenciarlos, vive religiosamente- , vale decir, ¡En el futuro! Los ideales describen la meta del desarrollo humano, la evolución de ser humano. Nos llevan más allá de nosotros mismos, contienen la fuerza de la transformación, vale decir, se apoderan de nuestra voluntad a partir de lo pensativo-espiritual. La fe en ello, “traslada montañas”. Cuando dentro de nosotros viven ideales, se tornan innecesarios los mandamientos. A estos tres gestos básicos: gratitud – amor – “deber” (amor hacia la obra) subyace. Religiosamente hablado -  lo Paternamente divino, lo divino referido al Hijo, lo divino referido al Espíritu. En la educación se manifiestan a modo de fuerzas formadoras del hombre. Del modo más puro empero, estos gestos son cultivados en el hacer religioso, practicados frente a lo divino – ideal mismo. Desde allí transponen la vida cotidiana a modo de facultades sociales. Esas cualidades se encuentran centralmente en cada esfuerzo espiritual, en cada una de las grandes confesiones religiosas.
      Rudolf Steiner instauró la “Libre enseñanza religiosa” para todos los alumnos que no estaban “atendidos” por una enseñanza confesional, con puntos de vista puramente pedagógicos y no ideológicos: Por lo tanto tenemos que desarrollar todas las aptitudes humanas. Esa es en definitiva, la forma más abstracta del punto de vista pedagógico. Cuando alguien está hablando del punto de vista pedagógico y dice, a partir del conocimiento del hombre que subyace a la pedagogía que el niño llega al mundo con una disposición religiosa, se nos figura, al querer reemplazar la enseñanza religiosa por enseñanza moral, que resulta ser lo mismo como sino quisiéramos desarrollar un miembro físico del hombre, una pierna, por pasar a la opinión: El hombre tiene que desarrollar todo, menos las piernas. Dejar de lado aquello que corresponde al hombre, puede emanar de un fanatismo, pero jamás de una pedagogía. En tanto, que aquí se sostienen  por doquier los puntos de vista pedagógicos, surge la necesidad de la enseñanza religiosa, desde el punto de vista pedagógico”. 9.

9. Steiner, Rudolf: Respuestas a preguntas. Obras completas GA 306, Abril 1923 .

 

           Esta conducción religiosa básica es de naturaleza humana general y por tal razón cobra validez para la Pedagogía Waldorf en todo el mundo, en todas las culturas. Rudolf. Steiner ha expresado reiteradas veces, que la antroposofía como ciencia nunca quiere aparecer fundamentando religión. Al brindar empero las leyes del desarrollo del devenir del hombre como ser espiritual, anímico y corporal, describiéndolo, puede infundir nueva vida a aquello que se ha hecho tradición y que tal vez ha entrado en rigidez indicando caminos apropiados para la época, con respecto a una comprensión espiritual del mundo. Acerca de la relación de la antroposofía para con la religión, Rudolf  Steiner expresó por ejemplo,  en Londres lo siguiente: 10.
         “Esta ciencia antroposófica podrá plantar nuevamente en el alma humana verdadera vida religiosa (...) puede adicionar al desarrollo de la humanidad aquello: Que el hombre nuevamente obtenga un sentido religioso con respecto a todo, que el hombre reciba una nueva comprensión del Cristianismo (...)” La antroposofía no quiere presentarse formando sectas, sierva quiere ser de las religiones ya existentes, una revitalizadora del Cristianismo quiere ser. Con ello, no quiere meramente conservar el antiguo sentido religioso, no quiere meramente ser llamada a seguir con el avance de la antigua vida religiosa progresiva, sino que quiere colaborar a la resurrección de la vida religiosa, puesto, que esta vida religiosa ha sufrido excesivamente a causa de la civilización moderna. Por ello, la Antroposofía quiere ser una mensajera de amor, y no solamente una revitalizadora del antiguo sentido religioso, sino una despertadora a la resurrección del sentido interior religioso de la humanidad”.
     En este sentido lo aquí expresado tiene validez para la Educación en el mundo entero, donde la Pedagogía Waldorf hoy, en todos los continentes y en todas las culturas, comienza a ser tener un hogar.