Volver
VIDA Y OBRA DE KARL SCHUBER
* 25.11.1889, Viena + 3.2.1949 Stuttgart
Elisabeth von Küegelgen
Mediante la fuerza de la palabra
erguirse en lo físico,
sanar en lo etérico,
perdonar en lo astral,
y consolar en el Yo.
Karl Schubert
En la serie “Pioneros de la Antroposofía” 1. se editó el artículo “Karl Schubert, imágenes y apuntes”, escrito por Hans-Jürgen Hanke. Esta obra muy meritoria de Hans-Jürgen Hanke me ha dado un buen estímulo y ha conformado la base para un aporte acerca de Karl Schubert en la Reunión Anual de la Sociedad Antroposófica en Stuttgart, el 16.3.2005. Todos aquellos, ocupados en la educación y en la pedagogía curativa podrán encontrar los apuntes de Karl Schubert, y mediante la ocupación con esta biografía sobresaliente, podrán hallar para su propio trabajo impulsos valiosos y fecundos. Por tal razón este aporte es ofrecido aquí de manera escrita, acompañado por el deseo de que el libro de Hans-Jürgen Hanke “Pioneros de la Antroposofía” encuentre una amplia propagación.
“Rudolf Steiner siempre me ha dado tareas, que yo mismo no quería realizar. Hubiese preferido dedicarme a cosas muy diferentes. Y si hubiese sabido, que alguna vez tendría que ser maestro Waldorf, ya hace 330 años atrás hubiese comenzado a prepararme” 2. En estas palabras de Karl Schubert, que ha dirigido a dos seminaristas del Seminario para Docentes en 1945/46, no se evidencia tan sólo el humor de profundo alcance de Karl Schubert (hay mucho anecdótico acerca de Karl Schubert), sino también una profunda asignatura de su biografía: Rudolf Steiner le impartió tareas que de hecho no había ni habría podido buscar, dado, que no habían existido: Como ser maestro Waldorf, pedagogo curativo, maestro de la Libre Enseñanza Religiosa Cristiana y ejecutor del Acto Dominical Cúltico para los alumnos, dado por Rudolf Steiner.
Cuando Rudolf Steiner en la conferencia del 8.3.1920, medio año después de la Fundación de la Escuela Waldorf en Stuttgart, habla de la necesaria instalación de un grado de apoyo para los niños no dotados y dice, que el mismo será confiado durante el tiempo de duración de la clase principal al señor Karl Schubert, Karl Schubert aun no tenía contrato alguno con la escuela, y nada sabía de este hecho, que Rudolf Steiner quería hacer de él un pedagogo curativo. En Enero del año 1920, Karl Schubert se había ofrecido como “trabajador del espíritu y de las manos” a Emil Molt en su fábrica en Stuttgart, agregando, que, si esto pudiese ser posible, le gustaría realizar una pasantía como huésped en la escuela Waldorf. Recibió la respuesta directamente de la escuela Waldorf mediante un telegrama: Pidieron que se presente en determinada fecha, para dar una clase de francés en el 5º grado. Es así, que Karl Schubert llegó a Stuttgart a comienzos de Febrero de 1920 para encontrarse con Rudolf Steiner en un 5º grado. Durante esta clase de francés a Rudolf Steiner se le cayó una hoja al suelo. Karl Schubert se apresuró para levantarla y, tratando de hacerlo cayó al piso cuan largo era. Rudolf Steiner le ayudó para levantarse y dijo: “Seguramente, usted a esto no lo tomará como una mala señal”. La clase salió muy bien. La presencia de Rudolf Steiner no lo intimidó, sino que le dio seguridad. 3. Schubert pensó entonces que debía ser maestro de idioma. Para ello disponía de las mejores dotes: Karl Schubert dominaba los siguientes idiomas: inglés, francés, checo, ruso, griego antiguo y latín. Las lenguas llegaban a él “volando”. Además de Historia y Filosofía, había realizado el estudio de la Ciencia Lingüística. El 1º de Abril se firmó el contrato con Emil Molt. No había duda alguna, Rudolf Steiner quería tener a Karl Schubert en la escuela Waldorf y tenía una misión especial para él. Para empezar, Schubert tuvo que tomar a su cargo un 7º grado y conducirlo al 8º grado, en Septiembre de 1921. pero, ya en Mayo de 1921, en el curso de una conferencia, Rudolf Steiner habla nuevamente de un grado de apoyo y dice: “El Dr. Schubert debería hacerse cargo del mismo”. En la conferencia, en oportunidad del nuevo año escolar, el 9.11.1921 luego dice: “...Ahora vendría al caso en primer lugar, el reestablecimiento del grado auxiliar. Esto es necesario... Yo estaría muy contento, Dr. Schubert, si usted podría hacerse cargo de esta aula de apoyo”. 4.
Es así, que Karl Schubert se convirtió en pedagogo curativo y Stuttgart es el lugar de origen de las escuelas pedagógico-curativas. Cuando en 1924 Rudolf Steiner a pedido de los pedagogos curativos Siegfried Pieckert, Friedrich Löffler y Albert Strohschein llevó a cabo el Curso de Pedagogía Curativa, el Curso de Educación Especial, en Dornach, naturalmente invitó también a Karl Schubert para esta ocasión y lo trató como colaborador; lo incluyó en el trabajo y pasó a Schubert las preguntas formuladas por los tres amigos, para que él informe, a partir de sus experiencias con los niños necesitados de atención educativa especial, con los involucrados en pedagogía curativa del grado de apoyo. Este trabajo de estrecha colaboración con la pedagogía curativa, después de la Conferencia Navideña también con la Dra. Ita Wegman y la Sección Médica, tuvo continuidad aun después de la muerte de Rudolf Steiner y después de la Segunda Guerra Mundial. Al Curso Pedagógico Curativo no tuvo acceso un taquígrafo. Schubert, quien dominaba la taquigrafía podía hacer los apuntes. Es así, que mas tarde el curso fue publicado por Ita Wegman conjuntamente con Karl Schubert. Ita Wegman lo llamó para conferencias y congresos dados en el instituto Sonnenhof, en Arlesheim, Suiza. Karl Schubert la acompañó a Inglaterra y a Holanda. Una pedagoga curativa holandesa dijo con respecto a Karl Schubert: “Nos convirtió en amigos, en hermanos”. Después de la guerra, en los hogares era llamado: “El Viajero Querubín”. Era un huésped bien recibido y buscaba la unión del movimiento pedagógico curativo en lo físico, pero también en su conciencia. Cuando Friedrich Löfller en oportunidad de aquella “plática virginal” en Dornach le formuló a Steiner la pregunta acerca del destino de estos niños, Rudolf Steiner se refirió a las experiencias habidas en el grado auxiliar conducido por Karl Schubert y dijo: “Cuando llego a Stuttgart al grado de apoyo, me digo: Aquí se está trabajando para las próximas vidas terrenales, independientemente de aquello, que puede ser logrado ahora, y esto, puede ser mucho, en el caso de real comprensión y entrega”. 5.
Al contemplar la biografía de Karl Schubert, nos damos cuenta de cómo en su destino está dispuesto aquello que ha conducido a este especial obrar pedagógico-curativo, pero también que ha estado presente una temprana relación especial hacia Rudolf Steiner.
En el colegiado de Stuttgart, Karl Schubert pertenecía a “los austríacos”. Ha nacido el 25.11.1889 en Viena. Era un niño con fuerte inclinación religiosa, que a través de una niñera checa entró en contacto con el catolicismo, dentro de un hogar de otro modo mas o menos de religiosidad libre. El domingo, en los juegos con su hermano practicó oficiar la misa y desarrolló una vigorosa voz de canto en el coro. El profundo cambio que el niño lleva a cabo entre el 9º y el 10º año de vida (llamado Rubicón por Rudolf Steiner) es vivido con fuerza por el niño Karl y a modo de una gran incisión: “Se me reveló la esencia, el ser del Cristo”. 6.
Desaparece la proximidad del Cristo, vivenciada por el niño y el joven yendo a la pubertad, desarrolla un fuerte interés técnico, aparecen dudas religiosas, un alejamiento de la iglesia, lo que a su vez genera una búsqueda, la aparición de preguntas, que lo conducen a Jacob Böhme, a Angelus Silesius, a Novalis. Al mismo tiempo, por entonces le daba clases de apoyo a un niño pedagógico-curativo, que luego pudo cursar el ciclo superior. El padre llevó, al niño catorceañero hacia el cual tenía una íntima relación, a una conferencia teosófica. En este círculo teosófico –por entonces la familia vivía en Klagenfurt- Karl Schubert conoció a Guido Ratzmann, empresario de la construcción, 30 años mayor que él. Guido Ratzmann había escuchado en 1906 una conferencia de Steiner en Munich y dijo : “ ¡A Rudolf Steiner hay que escucharlo!” Ratzmann estudiaba con su círculo, al cual también pertenecía el joven Schubert, conferencias de Steiner. En Noviembre de 1908 Rudolf Steiner fue invitado a esa rama en Klagenfurt, para dar tres conferencias. Guido Ratzmann envió a Karl Schubert, que recientemente había cumplido 19 años, a la estación de tren a buscar a Marie von Sievers y Rudolf Steiner. Estas conferencias señalaron el camino a Schubert: Los rosacruces, el Camino formativo y sobre todo, la tercera conferencia acerca de Religión. En 1909 escuchó nuevamente a Steiner acerca de los rosacruces, la meditación rosicruciana . . Schubert anotó entre otros: “...A partir de la profunda vivencia comparativa de la evolución avanzada y de la culpa moral acumulada al respecto frente a la inocencia de los retardados, se genera el sentimiento de la humildad o de la añoranza por perfección. Esa añoranza por perfección, puede actuar en el hombre de manera tal, que se esfuerza por purificar su ser de pasiones, acrisolarlo y transformar su sangre de manera tal, que se torne inmaculada y pura como el rojo de la rosa.” 7. Schubert se había encontrado con su maestro, y, al lado de su estudio exterior en Viena y en Londres, comenzó un “estudio interior”, inició un camino interior de formación, que siguió con extrema severidad y luchas interiores, a lo cual se agregó una seria búsqueda con respecto al ser del Cristo. Karl Schubert era un hombre de gran fuerza de voluntad y luchó –casi con violencia- con las imperfecciones del ser humano. Rastros de ese camino pueden ser hallados en las anotaciones de su diario. El tiempo pasado en Londres, promovió una fuerte transformación interior en el joven de 21 años y un abrirse paso. Si interpretamos correctamente las anotaciones de su diario, es allí donde Schubert experimentó una nueva cercanía al Cristo. De regreso en Viena, cerró sus estudios con la promoción. El Dr.Hauschka relató en una ocasión, que en el círculo estudiantil al cual ambos pertenecían, Schubert tenía el apodo “Gran poder espiritual”.
En el ínterin, había comenzado la Primera Guerra Mundial, y Karl Schubert fue reclutado como soldado. Pocos días antes de tener que abandonar Viena en 1915, se encontró con Rudolf Steiner quien le dijo como despedida: “No tenga miedo, yo estoy con usted; piense en mí. Lleve la Ciencia Oculta”. 8. Y Schubert anota en su diario: “A modo de una bendición me han acompañado sus palabras y sus libros”. Y solía comentarlo de la siguiente manera: “Nunca había podido cursar la Ciencia Oculta –entonces pensé, tampoco una bala podrá pasar a través de mi”. Además de la Ciencia Oculta de Steiner lo han acompañado la Biblia y Novalis.
En el año 1916 se casó con Helene Nierl, que durante la Primera Guerra Mundial trabajaba en el Primer Goetheanum en Dornach. En su diario de guerra leemos: “Casi no logro llevar a cabo mi trabajo interior del alma, dado que siempre estoy acompañado por mis compañeros, que no orientan su atención en esa dirección ...” (26.9.1915) “Ruego a Dios –por su Trono Universal- que me conceda la gracia de poder retornar junto a mis amigos, para poder anunciarles, con voz temblorosa aquello que he experimentado con respecto a una nueva comprensión. La muerte de Cristo en la cruz, ilumina el camino de avance de los hombres. En conspectu mortis, el hombre experimenta todo aquello, que significa su cuerpo sobre la tierra, como si ya hubiese muerto, orienta su mirada retrospectiva a su vida en admiración, asombro y arrepentimiento, vivencia la profundidad de su significado. Mediante amor espiritual abraza a todos los que aquí en el servicio se acercan a mí, descontentos y enojados. Para que el amor transforme al odio, convirtiéndose en germen para una posterior comprensión” (10.11.1915). Las anotaciones finalizan siempre con las palbras: “¡Paz, para todos los seres!” Con esta frase termina también la última nota del 12.12.1948. 9.
Durante dos años, Karl Schubert es prisionero en Rusia.
Con los prisioneros realiza la dramatización de la “Representación Navideña de Oberufer”, Schubert la conocía ya desde 1910/11 y, evidentemente, la conocía de memoria. Mas tarde, Rudolf Steiner ha escrito para él , el prólogo del Cantor del Ärbol y el prólogo del Cantor de la Estrella en la Representación del Nacimiento del Cristo, practicándolo con él. Este trabajo con Rudolf Steiner en las representaciones navideñas de 1921 en Dornach hizo, que Schubert las llevase a la ejecución, año tras año, en el colegiado de Stuttgart, con lo cual estas dramatizaciones se han convertido en un firme componente de la época navideña en las escuelas Waldorf y en las instituciones pedagógico-curativas.
El primer día después de su liberación del cautiverio de la guerra en 1918, ¡Karl Schubert se encontró con Rudolf Steiner en Viena! Rudolf Steiner se acercó cordialmente a él y lo abrazó. Siguió el nacimiento del primer hijo de Schubert, Michael, en 1919, y la inicialmente comentada solicitud de ingreso en la escuela de Stuttgart, el 11.1.1920.
Karl Schubert trabajaba con la fuerza de la palabra, a modo de elemento despertante, pero también a partir de la profunda conciencia, que el Logos, la Entidad Crística, la meta de la perfección humana vive en el habla como fuerza plasmadora de lo humano, debiendo y pudiendo ser llamada, en la imperfecta formación de envoltura de sus niños del grado de apoyo. Rudolf Steiner confiaba en la incondicional voluntad del querer ayudar de Karl Schubert y en su fuerza que podía despertar el Ser de estos niños. En este primer colegiado de la Escuela Waldorf por cierto que no existía nadie a quien Rudolf Steiner elogiaba tan incondicional y exclusivamente, dado, que Rudolf Steiner “educaba” a estos primeros maestros Waldorf con cariño, pero con severidad. Típicas para las acotaciones de Rudolf Steiner acerca de Karl Schubert son las palabras registradas por la primera maestra de Euritmia, Nora von Baditz: “En Diciembre de 1919 el Dr. Steiner me ha nombrado como maestra de Euritmia en la escuela de Stuttgart. A mi pregunta, que debía hacer, como nunca había enseñado a niños, me contestó: En los niños no tendrá que tomar nada de manera moral. Pregúntese tan solo: ¿Es enfermedad? ¿Es salud? Entonces, en usted prosperará el amor que necesitará (...). Y Rudolf Steiner me aconsejó ir al grado de apoyo de Karl Schubert. “Allá podrá vivenciar, como estos niños enfermos están completamente salidos de sus cuerpos; entonces, el Dr. Schubert produce un fuerte ruido y los niños entran a su cuerpo. Les da enseñanza en todo tipo de materia. Podrá escuchar, que con algunos niños dice las palabras iniciales del Evangelio de Juan, a otro le muestra como se escriben las letras, con una niña hace cálculos, utilizando el tiempo en el que está presente el ser del niño. Y con una sonrisa el Dr. Steiner continuó diciendo: Pero al cabo de un rato tendrá que prestar atención, dado que, cuando el Dr. Schubert se da cuenta que los niños se ausentaron, hace un ruido aun mucho mayor –puesto, que está en el lugar correcto! El Dr. Schubert realmente se encuentra en el lugar justo, lo que hace es muy, muy bueno. Visítelo una y otra vez, allí, recibirá el incentivo que usted necesita”.10.
En un principio Karl Schubert no recibió indicaciones para su trabajo en el así llamado Grado de apoyo. Al preguntar finalmente a Rudolf Steiner cuando por fin vendría a verlo para saber si hacía lo correcto con los niños, Rudolf Steiner contestó: “ ¿Por qué me pregunta? Estoy viendo que los niños hacen progresos”. Schubert respondió irritado: “Pero, usted, señor doctor no ha estado en el grado de apoyo”. Cuando por fin Rudolf Steiner vino, dio indicaciones acerca de cómo debían despertarse a los niños dormidos mediante ejercicios volitivos “en el centro”. Ese “despertar en el centro” se constituyó en la actividad esencial de Schubert. Como preparación para las clases Rudolf Steiner le indicó a Schubert de hacerse una imagen muy concreta del niño y todas sus debilidades e imperfecciones y luego de aquella “estrella”, aquel ser, que a modo de imagen futura, añoranza de perfección viene a su encuentro, perteneciente a él. Al unir en el interior estas dos imágenes –así dijo Steiner- se obtendrá la inspiración justa acerca de aquello que debemos hacer. Esa práctica de búsqueda se convirtió para Karl Schubert en inagotable fuente de imaginaciones y estímulos.
Estaba dispuesto a “sacrificar” su vasta formación intelectual, vale decir, refundirla, pasándola por el corazón y el ánimo, y por el ardiente fuego de la voluntad. También con ello puede estar relacionado la reiterada mención del obrar ejemplar y bienhechor de Schubert por parte de Rudolf Steiner. Durante el Congreso Pedagógico en Ilkley en 1923, Rudolf Steiner también habló del trabajo de Schubert, caracterizando las cualidades que debe tener una persona para poder trabajar fecundamente con niños: Este trabajo presupone carácter, el temperamento correcto, una excepcional capacidad de amor, entrega, disposición al sacrificio, renunciamiento (resignación), y todo esto lo tenía Karl Schubert”.11.
A las misiones que Rudolf Steiner le había conferido a Karl Schubert pertenecía también el dar conferencias en el interior del país y en el exterior. Al respecto, solía formular también el título de la conferencia y hasta resolver que Karl Schubert debía dar el discurso de cierre. En el Congreso Navideño de 1923, en Dornach, Karl Schubert tenía que hablar por ejemplo acerca de “Antroposofía, un conductor al Cristo”. Perteneció a los primeros “Oradores oficiales del Goetheanum”, nombrados por Rudolf Steiner.
Karl Schubert relata su último encuentro con Rudolf Steiner en ocasión de una visita al grado de apoyo, de la siguiente manera: “...Luego, a modo de bendición irradió su amor sobre los niños y el maestro. Les contó a los niños, como muchos años atrás había conocido a su maestro en las montañas de Austria y que siempre había querido que venga a la escuela Waldorf. Mediante estas últimas palabras, los alumnos y el maestro estaban unidos a través de su amor. Dejó allí su bendición y se fue”.12.
El año 1934 realizó una profunda incisión para la escuela, pero, sobre todo para Karl Schubert. Los déspotas del Tercer Reich comenzaron a advertir que en el colegiado de la escuela estaban trabajando varios maestros que no eran “arios”; Karl Schubert pertenecía a ellos (su madre era de procedencia judío-checa). Para prevenir el proceso vergonzoso de que la escuela tenga que despedirlo, Karl Schubert presentó su renuncia. Pidió al mismo tiempo poder seguir con su trabajo en el predio de la escuela, en forma gratuita, de manera independiente. Este pedido fue aprobado. De ello resultó la peculiar situación de que el grado de apoyo y su maestro no fueron tomados en cuenta, cuando en el año 1938 la escuela fue cerrada y prohibida. Administrativamente, Schubert no aparecía en el contexto escolar. Por lo tanto, siguió trabajando, después de haber encontrado un nuevo espacio en la “casa Lehrs”, en la calle Schellberg 20. Los padres llevaron a sus hijos al lugar, tratando de llamar la atención lo menos posible. Schubert vivió de las donaciones y de aquello que los padres podían darle durante la guerra. Es así, que se produjo el “milagro casi absurdo”: ¡El semi-judío Schubert, daba enseñanza a niños amenazados de eutanasia! Schubert pudo transportar este germen a través de toda la época de la prohibición, de la cual habían sido víctima todas las demás instituciones antroposóficas. En 1944, Schubert recibió la orden de la Gestapo para el traslado a un campo de concentración, debiendo llevar consigo alimento para tres días. Mediante un certificado médico, la señora Geraths pudo obtener una postergación de la orden. El empleado notificó, que en la próxima lista su nombre estaba en primer lugar. Unos amigos lo llevaron a Eckwälden, de modo tal, que Stuttgart no era mas su residencia. Es así, que Schubert viajó diariamente a Stuttgart para encontrarse con sus niños en la Schellbergstrasse.
Después de la guerra, Stuttgart pertenecía a la zona americana. A causa de los prohibidos viajes de acaparamiento de víveres al campo, en los trenes se llevaban a cabo controles personales. Era el día Sábado antes del Adviento. 1945. Karl Schubert viaja de Eckwälden a Stuttgart, al lado suyo una mochila repleta. Un soldado americano realiza el control y seguro de atrapar un infractor, se acerca a Schubert. “Abra”, ordena. Karl Schubert abre la mochila y extrae musgo de la misma. El soldado aguarda esperando ver los víveres allí ocultos. Mas tarde la mochila está vacía y al lado de Schubert se encuentra una montaña de musgo. Irritado el soldado se aleja, Schubert puede guardar su musgo. Se encontraba en camino, para prepararle a sus niños el Jardincito de Adviento. La implementación del Jardincito de Adviento, el cuento del viaje de María a través de las Estrellas, lemas y canciones, tales como la tan querida “Por sobre estrellas y soles...” proceden de Karl Schubert, son creaciones realizadas para sus protegidos. De Karl Schubert proceden muchas leyendas rituales –por ejemplo, también el cuento de San Nicolás- en el curso a lo largo del año, que hoy conforman el componente fijo de los Jardines de Infantes Waldorf, Escuelas, Hogares pedagógicos-curativos e Instituciones similares. Todo esto lo aportó este ser humano, profundamente religioso e imaginativo.
Del último Jardincito de Adviento nos cuenta Heléne Schumacher: “Los adultos llevaban la luz para los difuntos, o, también para personas que se hallaban en angustia y en peligro. El Dr. Schubert llevaba, a través de todos estos años, la luz para los niños ausentes de su grado o para personas a las cuales dedicaba su amor. En la última festividad del Adviento empero, aconteció algo nunca visto. Llamó con fuerte voz a los Ángeles, Arcángeles, los Archai, el nombre de todas las Jerarquías celestiales llegando hasta la Santísima Trinidad, tomando en sus manos la vela, se encaminó hasta el jardín claramente iluminado y encendió la luz para las fuerzas jerárquicas del Universo” (Tomo XX, pág 199).
El dolor mas profundo, que Karl Schubert tuvo que sufrir en su vida, le fue causado, cuando la Escuela Waldorf Uhlandshöhe fue reabierta, en Octubre 1945. Schubert quien había continuado fielmente con su trabajo, pidió la reincorporación a la escuela – por supuesto, conjuntamente con su grado de apoyo, y ¡ Su pedido es rechazado! El escrito del Directorio a Schubert refleja la preocupación, de que ese grado auxiliar pudiese cauzar rechazo de los padres y perjudicar a la escuela. Esas personas se ocultaron detrás de padres y donantes, que podrían sentir rechazo. Eso sí podía formar parte del Colegiado como maestro de Religión. Un proceso casi increíble para el observador actual. Karl Schubert aunque herido en lo más profundo de su ser, no se aparta. Imparte clases de Religión, realiza el Acto Dominical para los Niños en la escuela y a cambio recibe un pequeño honorario.
A su vez sigue enseñando y cuidando a sus niños necesitados de atención pedagógico-curativa en el espacio de la Schellbergstrasse 20. Fueron en esencia los amigos de los Hogares de atención de especiales en Holanda y en Inglaterra que con sus encomiendas con provisiones lo han mantenido conjuntamente con su familia.
De regreso de un viaje de conferencias, un domingo por la mañana y cuando se dirigía a la Escuela Waldorf para celebrar el Acto Dominical se apoderó de él un fuerte malestar, que lo obligó a regresar a su casa. Falleció tres días mas tarde, el 3 de Febrero de 1949. De su grado de apoyo empero, en colaboración con el Movimiento Pedagógico-Curativo por un lado y el Movimiento Waldorf por el otro, ha surgido el Movimiento de la Escuelas Pedagógico-Curativas. Un amigo inglés cierta vez le ha dicho a Walter Johannes Stein; después de que Schubert había regresado a Alemania: “¿Qué pasa con este Schubert, que aunque se ha ausentado, sigue estando aquí?” y Walter Johannes Stein le contestó: “Es la omnipresencia del amor”. (Tomo XX, pág.164).
|