EL CUERPO DOCENTE COMO COMUNIDAD DE TRABAJO EN RESPONSABILIDAD PARA LA CONDUCIÓN DE LA ESCUELA

Michaela Gloeckler

a) Aspectos espirituales

Donde fuera que se realiza el trabajo compartido, su éxito depende del hecho, de si cada uno de los participantes puede sentirse allí, como activo emprendedor, o no. Independientemente de su posición o misión que ocupa dentro de la empresa o institución, tiene que poder considerarse espiritualmente responsable y partícipe  del trabajo en común. Vale decir, la conexión a la imagen-guía o la imposición de la tarea a cuyo servicio  se encuentra la institución tiene que estar dada para cada uno de los colaboradores, posibilitando la participación interior en la tarea compartida. Con ello empero está señalado a su vez, lo que conforma en definitiva la conducción: Parte de la imagen-guía misma, de la idea, de la finalidad, la meta dentro de la cual se ubica una comunidad humana, una institución, una empresa. Es así, que en definitiva son metas espirituales en las cuales todos participan, que a aquellos que han tomado a su cargo misiones de guía, le otorgan mandato y orientación. Visto de esta manera, en realidad no son hombres los que guían, sino la meta, a la cual un grupo de hombres pone a su disposición, su fuerza de trabajo. Es así, que la fuerza de trabajo no “se vende”, sino que es dedicada a un asunto. Es menester honrar a esa dedicación –que en realidad no puede ser “pagada”.
Cuando en una empresa, por ejemplo una escuela, vive una conciencia tal, mediante la misma puede ser despertada la fraternal conducta, que brinda la oportunidad a cada integrante, a entregar su aporte propio –tal vez humilde- al logro de la causa común. Para el apoyo de esto, es correcto que en la institución exista un gremio donde, de libre manera pueda expresar sus opiniones con referencia a las metas de la empresa y por otra parte, asimismo tiene oportunidad de escuchar la opinión de los demás con respecto a importantes cuestiones de la configuración de las tareas. Será aliciente y demanda de su capacidad propia de emprendimiento, cuanto de lo escuchado y elaborado, é l mismo puede hacer fecundo en su propio círculo de acción y el campo de sus tareas. Solamente, cuando cada uno sondea de manera cada vez mejor de cómo a través de su trabajo y el modo de trato con sus colegas fomenta de modo mejor la meta común, se genera un clima de trabajo marcado por un sentirse libre y por el fomento recíproco. Posee en cambio un efecto paralizador y generador de sospecha cuando envidiamos el trabajo del otro y su influencia –y cuando para compensarlo- lo criticamos abierta y ocultamente. El potencial de crítica que puede acumularse en una comunidad que no trabaja en armonía, que finalmente puede afectar a todos y a cada uno, se corresponde con la fuerza de iniciativa bloqueada, o bien, el espíritu de emprendimiento bloqueado de cada uno de los colaboradores. Quien reconoce este hecho e invierte el asunto y en su propio lugar de trabajo espera todo de sí mismo y aprende a mirar con gratitud aquello que los demás pueden aporta positivamente, está trabajando al mismo tiempo, en su emancipación social. De esta manera, se torna creativo y beneficioso para la comunidad. Cuantos problemas, que obstruyen la próspera tarea en común, tienen su causa exclusivamente en el hecho de que se espera de los demás que hagan esto o aquello, exigiendo a su vez que aquello que nosotros mismo hacemos, debería tener un mayor reconocimiento.
En una conferencia escuché las palabras de un maestro que decía con respecto a un problema referido a la relación maestro-padres: “Todos nosotros podemos desarrollar fantasías con respecto a lo que cada uno puede aportar para equiparar las debilidades de los demás, de modo tal, que queden en mayor evidencia, sus lados fuertes”. Nada cobra un efecto mas destructivo en un contexto escolar, que el hecho de que un maestro frente a alumnos o a padres a costo de otro remarque su posición favorita a u posición, provocando, que el prestigio de otro disminuya aun mas de esta manera, por sus palabras y su conducta. Cuando los padres y los alumnos en cambio vivencian al conjunto de los maestros a modo de una comunidad solidaria y constructiva, que debate y elabora con apertura y justicia los problemas que se presentan, podrán mirar con mayor respeto y confianza la labor educadora de los maestros. Cuando los maestros se ayudan y respetan mutuamente y así y todo, los problemas con los padres y los alumnos no son “barridos bajo la alfombra”, sino que son debatidos abiertamente, entonces, la escuela se convierte en un espacio de vida, donde puede tener lugar el desarrollo para todos los participantes. De esa manera puede ser prevenido asimismo el martirio social: “Todo lo que yo tengo que hacer, mientras que los otros la están pasando muy bien”. Dado, que cada participante de esta manera cobra libertad y sabe lo que puede y quiere aportar para el todo. Hace, lo que considera objetivamente lo correcto, por impulso propio, sin realizar comparaciones con lo que hacen los demás. Se conforma en su “propio patrón”, aun cuando eso –exteriormente- es la administración escolar.

b) Aspectos legales

¿Qué derecho tiene cada persona dentro de la comunidad? ¿Cuáles son sus obligaciones? ¿Dónde la igualdad de derechos y la codeterminación no solamente cobran sentido, sino son absolutamente necesarios y que obligaciones surgen de ello? ¿Dónde cobra validez entonces, tomar responsabilidad de asuntos en cuya generación no hemos participado? ¿Y en que ocasión esto no debe cobrar validez?
La percepción de justicia se enciende en todo aquello, en lo cual como ser humano no vivenciamos igualado. En una institución en la cual trabajan personas, por encima de ello existen derechos y deberes, que se basan en los convenios, necesarios para el curso mas efectivo y sin obstáculos del trabajo en la institución. Es así, que en una escuela tendrá que acordarse, que estructura temporaria requieren los cursos de las tareas, donde y cuando es necesaria la presentación puntual, que estructura social y de conducción es necesaria, a la cual ponemos a disposición la fuerza de nuestro trabajo. ¿En que lugar sirve a la causa, o bien, es necesaria la guía, el mandato para las tareas o la delegación? ¿Qué delimitación horaria cobra sentido para esta o aquella comisión ¿Qué organización de control para la calidad y el rendimiento  debe haber? Con cuanta mayor claridad todo esto ha sido arreglado, debatido en común y decidido, tanto mas armoniosamente cada integrante podrá insertarse en su proceso de trabajo, sin sentirse tratado injustamente. Cada nuevo integrante tiene la posibilidad de estudiar estas condiciones de trabajo y dar su aprobación a estos derechos y obligaciones, o, no aceptar en este lugar, si rechaza estas condiciones. La solidaridad y la confianza pueden generarse, cuando todos aceptan ese ámbito de los derechos y deberes y de tiempo en tiempo, conjuntamente con los gremios competentes, delibera acerca de posibles mejoras al respecto. En este plano legal, cada participante tiene el mismo derecho dentro del proceso democrático del voto, lo cual es indispensable en interés del conjunto. Tanto para la óptima distribución del trabajo como aquella del dinero es menester la aplicación de reglas a las cuales todos los participantes tienen que atenerse durante un lapso de tiempo fijado, hasta que nuevas experiencias tal vez hagan posible o exijan la revisión  de algunos puntos.
Un campo especialmente importante de los convenios se refiere al control de la calidad, el aseguramiento del rendimiento convenido. Tiene que haber personas que gozan de la confianza y el mandato de todos –o, por lo menos de la mayoría- naturalmente por un tiempo limitado, para poder elevar reclamos, exigir el debate de problemas, recibir el planteo de preocupaciones, para llevarlos frente a los responsables respectivos. Tienen que haber “capacitados sociales” que por ejemplo tienen el mandato de calificar falencias inaceptables o acciones fallidas. Cuando al respecto tiene que procederse a un despido o un cambio de tareas, esto podrá ser necesario, con total comprensión del implicado, a partir de causas objetivas. De otro modo, la calidad y el reclamo de la institución en medida cada vez menor se corresponderían con la meta estipulada.
Cuanto mejor se encuentren acordadas las reglas de juego para las acciones sociales, de esta índole, y todos los participantes pueden orientarse en las mismas en el caso de trasgresión, proceder a la corrección y pedir explicaciones del caso, tanto mas constructivo podrá ser desarrollado el curso del trabajo. Dado que, de esta manera no solamente el trabajo gana en calidad y continuidad, sino que cada persona tiene un apoyo para su propio camino de formación en la comunidad, al aprender a respetar funciones y mandatos, aprender el poder-hacer errores y el llenar-posiciones, después de haber sido conferidos, compartirlos y prestar ayuda, sin cuestionar al portador del mandato, o bien, de atacarlo por la espalda. Posee crédito durante el tiempo convenido y posee la confianza necesaria para el óptimo cumplimiento de la misión, además de la postura de ayuda de los demás.
Por el hecho de que las estructuras de las empresas son  trasparente, de modo tal, que cada persona puede sentirse unido con el conjunto y con el modo como corren los procesos de decisión y se entregan las informaciones, se asegura, que puede sentirse aceptado como ser humano y acorde a ello, podrá implementar todas sus fuerzas.

c) Los aspectos económicos-sociales

Nada es tan “injusto” como la realidad social de la vida. Cada se humano trae consigo su propio espectro de talentos e incapacidades y, por lo tanto tiene diferenciados reclamos ante sí mismo y ante la comunidad en la que vive y trabaja. Tan diferenciado como los talentos, a menudo son las necesidades. Una persona, por ejemplo llega al límite de su capacidad en su desempeño como maestro, o las tareas de la oficina, y hasta a veces se siente sobre exigida. Mientras que a otra persona mas allá del mismo trabajo realizado, le quedan fuerzas libres y puede dedicarse a un hobby o puede tomar a su cargo otras tareas superiores para la institución.
Para el desarrollo de cada persona cobra validez de que tiene lugar dentro del constante desafío, dado mediante la tensión entre los límites individuales del rendimiento y de la tarea a ser llevada a cabo. No exigirnos mas de aquello, que aun podemos realizar con una cierta alegría, tiene que ser aprendido al igual como la movilización de todas nuestras fuerzas en un caso necesario. El límite entre la salud y la enfermedad a menudo corre, intangiblemente allí, donde perdemos las ganas y la referencia de sentido hacia el trabajo, actuando bajo presión o por obligación. Para prevenir tales tendencias hacia la enfermedad, es necesario, interesarse por el mayor número de colaboradores y sus posibilidades individuales. Es una gran ayuda, en ocasión de la evaluación o la apreciación del trabajo de un colega no se mide con la capacidad de rendimiento de uno mismo o comparándolo con aquel de otros colegas, sino únicamente con aquello que hace este colega, medido en aquello por lo cual ha sido contratado, como se ha insertado al respecto. Únicamente sobre esta base es posible, que el otro pueda sentirse comprendido y reconocido. Esto a su vez, es una base esencial para sentir alegría por el trabajo. 
Al aparecer disconformidad o prejuicio frente al trabajo de otro es necesario, apelar directa o personalmente al problema con el colega en cuestión y no tratar con otros acerca de él y aquello que no se hubiese hablado con él, o pudiese ser tratado con él. Si nos falta el coraje o si sentimos que el otro no podría tolerarlo, entonces, no ha madurado el tiempo como para encarar los problemas que con él tenemos. En ese caso, tendríamos que renunciar a esa charla, o, dirigirnos a él, o los colegas que tienen el mandato (y ojalá también la capacidad) para el tratamiento de preocupaciones que se refieren a la calidad del trabajo en la institución. Los métodos de supervisión y la evaluación de la calidad hacen su entrada en casi todos los ámbitos de la vida. Lo ideal sería, si estos proviniesen de un compromiso tomado en libertad para un progreso de la formación, por libre decisión y auto demanda. Al respecto, es ventajoso, si la supervisión puede ser nombrada desde los colaboradores de la misma institución. Esto fomenta la confianza entre los colaboradores y la continuidad de los trabajos. Aun, cuando la ayuda “desde afuera” parece ser mas atractiva, a causa de la mayor anonimidad y supuesta objetividad, la experiencia muestra sin embargo, que los problemas planteados se solucionan de mejor manera por aquellos, que tienen que afrontar las consecuencias prácticas de las soluciones.
De mayor flexibilidad muestran ser siempre aquellas estructuras que fueron elaboradas por uno mismo en cuya adaptación constante a los requerimientos de afuera y las necesidades sociales y posibilidades se trabaja desde adentro. A las necesidades de un constructivo trabajo conjunto pertenece asimismo que, quien critica el trabajo de los demás –ya sea justificadamente o injustificadamente- a su vez aprenda a aceptar crítica y aceptar para él mismo lo justificado, rechazando interiormente y también exteriormente lo no justificado. De Steiner se trasmite la expresión: “Frente a las iniciativas, tenemos que contar con críticas. Siempre habrá crítica –solo, que no debe ser justificada”. Esto último empero podemos y debemos descubrir nosotros mismos  y conducirnos luego acorde a ello. La capacidad y la radiación de  una institución son determinados por el modo como las personas logran implementar sus mejores facultades al trabajo mancomunado.  Es por tal razón, que a la edificación de una jerarquía de talentos y a una respectiva distribución de competencias le corresponde una preponderante importancia. Al respecto, deberá ser asegurado, que el “poder” de los capaces, talentosos, se limita al marco estipulado específicamente para su trabajo y que mas allá de ello no existe un reclamo a importancia y peso superior de la propia voz en cuestiones que se encuentran fuera del ámbito de la competencia propia. Cuando una escuela tiene por ejemplo un respetable “espíritu rector”, este tendrá que aprender a implementar su autoridad también en protección de las competencias de los demás en lugar de socavar la competencia de los demás, dada su propia autoridad.
Por relativamente fácil que es, decirlo y formularlo, tan difícil es, realizarlo realmente: “vivir”. Sin la voluntad del desarrollo, la voluntad del aprendizaje, no puede ser logrado. Al respecto existen las dos fuentes para los procesos del aprendizaje: el aprendizaje mediante la toma de conocimiento y comprensión y el aprendizaje a través de la experiencia, mediante la vivencia de deficiencias y errores, o, por posibilidades y ejemplos. Al respecto el aprendizaje a partir de errores no solo es esencial para el trato con nosotros mismos, sino sobre todo para el trato con los errores de los demás, los colaboradores y los colegas. De ellos podemos aprender lo mismo que de los nuestros. A menudo acontece el milagro de que estos errores desaparecen del mismo modo que los nuestros y son superados por la persona en cuestión, al igual que los nuestros, cuando a partir de ellos hemos estado aprendiendo por el tiempo suficiente, trabajando con los mismos. Al vivenciar esto, de ellos puede surgir una profunda confianza en la conducción del destino. Podemos tomar conciencia, de que la vida nos ha colocado justamente en este lugar en el cual podemos hallar las condiciones de desarrollo para poder proseguir el camino. Cuando a causa de estructuras imperantes, por condiciones de poder  o por las competencias de otros nos vemos impedidos hacia fuera, nos vemos impedidos a colocar nuestra plena fuerza laboral a disposición  de la institución , aun así tenemos la posibilidad de hallar metas y misiones para nosotros mismos y tomar iniciativas fuera de la institución. Mientras de que en una constelación diferente de las condiciones nos podemos orientar sobre todo a esta única institución y su entorno social. Todas las instituciones, también aquellas que –como las escuelas Waldorf- llevan a cabo (deberían hacerlo) una consecuente auto administración, necesitan formas sociales, que por un lado brindan la posibilidad de que la fuerza de iniciativa a cada integrante pueda desarrollarse para la misión de la comunidad. Por el otro lado tienen que asegurar asimismo, que en provecho de la misión común, que aquellos que tengan mayor capacidad, se ocupen de las misiones directivas. Aquí, a menudo se objeta, que las esenciales misiones de guía pueden ser llevadas a cabo mediante la administración colegial. Al ser practicado empero, tarde o temprano llegará el momento, en el cual a causa de la gran cantidad de sesiones necesarias y sobre todo a causa de la enorme implementación de tiempo ligado a ello, y que a menudo conduce al descuido del trabajo propio, todos comienzan a lamentarse. Por necesarios que son los colegiados y círculos consejeros para las diferentes posibilidades que puede y debe desarrollar una persona sola al servicio del conjunto, cuando se trata de realizar un buen trabajo. Cuan necesario es por ejemplo en una escuela o en una institución social-terapéutica, que los padres puedan tener personas claramente definidas como interlocutores, a los que pueden responsabilizar con respecto a determinadas decisiones o conductas. Claras competencias y la posibilidad de poder decidir con rapidez y flexibilidad y actuar de la misma manera son cualidades, que posibilitan de manera especial de manejarnos cuidadosamente con el tiempo y la fuerza de los colaboradores. Esto se garantiza por el hecho, de que por un lado se debate conjuntamente, lo que aconsejablemente debería ser realizado en interés de la tarea. Por otra parte, el funcionario designado por la comunidad luego tiene competencia de decisión en el marco definido, sin tener que pasar cada vez, por  largos debates.

Conciencia de umbral en la vida social
Las cuestiones de poder y conducción tocan el nervio vital de muchas personas. Puesto, que se encuentran afectado por ello, directamente en su desarrollo y les cuesta manejarse con ello interiormente y/o exteriormente. Puede ser de ayuda entonces, tomar conciencia de que la antigua sociedad del poder con su estructura jerárquica piramidal y la sociedad democrática actualmente en boga, son formas, para cuyo manejo han sido suficiente ciertas capacidades personales y buenas reglas de juego y aun siguen siendo suficientes. Esto cambia en ocasión del paso a la conciente colaboración en una institución o en una comunidad de personas en el sentido de la auténtica sociedad de servicios, llamada Sociedad Común por Steiner 1 . Este paso es posible tan solo cuando cada persona está dispuesta a colocar su voluntad de trabajo voluntariamente al servicio, por ejemplo, de la imagen guía de la institución. Esto empero requiere, una y otra vez, del dominio sobre sí mismo, de manera tal, como debe ser practicado cuando no se teme el pasar “el umbral hacia el mundo espiritual”, y cuando se siente comprometido no solamente frente al dador del trabajo, a los colegas o bien frente a su trabajo, sino también frente a la meta espiritual misma al servicio de la cual se encuentra la institución.

1 Rudolf Steiner: Futuro Social GA 332a, conferencia del 29.10.19..

Al mismo tiempo puede evidenciarse el peligro que parte de una postura en tal medida idealista, cuando a modo de imperativo moral es aguardado y prácticamente exigido de los colaboradores a modo de “sacrificio desinteresado”. Este peligro puede ser contrarrestado efectivamente tan solo, al tomarse en cuente el principio básico decisivo del estar parado en el umbral y con ello, también de la conducción en el sentido de la sociedad común: que aquí cada uno puede decidir por sí mismo. Estructuras, que posibiliten la práctica del poder en el sentido del sistema jerárquico antiguo, o tales que hacen posible la democracia y la codeterminación  pueden ser instaladas, organizadas y ser impuestas con medios externos. Eso no es posible en el caso de la estructura de conducción de la sociedad común. No puede ser “impuesta” “desde afuera”. A tal osadía se opone la voluntad de cada uno de los colaboradores, hasta tanto que no se ha decidido individualmente  y por libre albedrío, a participar en el trabajo, en el sentido de una estructura tal. Por tal razón, conducción y colaboración en el sentido de la sociedad común no significa primariamente la instalación y la aceptación de determinadas estructuras sociales, sino la vida de una determinada postura del trabajo y frente a los colegas.
Por parte de personas que han estado próximas a la muerte o que ya han tenido una experiencia extra corpórea se informa, que muy a menudo ha retornado a la vida, transformados. Transformados en el sentido de que a partir de entonces perciben a cada instante  de su vida como algo precioso, de que pueden realizar valorizaciones y consideraciones del sentido de las cosas muy diferentes, en lo que a encuentros con seres humanos, metas y posturas frente a tareas en la vida respecta. De pronto pueden apartar la mirada de sí mismos, orientándola con mayor interés hacia los demás. Han obtenido una impresión de aquello que se encuentra mas allá del umbral de la muerte y pueden apreciar la vida y su sentido, a la luz de esta experiencia. 
Ya aquel, quien consigo mismo pueda realizar el experimento de la idea: ¿cómo viviría el día de hoy, si ya estaría muerto y una vez mas , por este día pudiese volver a la vida? ¿A que prestaría atención? ¿Qué sería lo esencial, que trataría de ordenar todavía? De inmediato notaría como las perspectivas y las prioridades de inmediato cambiarían con respecto a como se había  vivido y sentido naturalmente con anterioridad. De esta manera, el trabajo de la realización de una sociedad común, orientada hacia el futuro, comienza ocultamente en cada persona que se ha dado cuenta de la necesidad de una estructura social de esta índole y quiere colaborar en su realización. Independientemente de la posición exterior y el rango exterior, independientemente de la estructura social, o bien de conducción actualmente imperante en una institución podemos comportarnos en el sentido de la sociedad común, pudiendo ejercer a partir de ese comportamiento, una influencia salutífera sobre el entorno social.
Los problemas y conflictos globales que hoy están afectando a la humanidad y con respecto a cuya solución  podríamos sentir real desesperación tomando en cuenta la velocidad de determinados desarrollos de índole ecológica y económica, podrán comenzar a resolverse de modo inesperado y bajo condiciones y tal vez una velocidad no calculada, cuando a partir de una comprensión interior e impulso interior una cantidad de seres humanos lo suficientemente grande comienza a integrarse a la vida social en el sentido de la sociedad común. Las personas que se deciden a ello, están trabajando con el cambio cultural, hoy tan imperiosamente necesario, de reemplazar los valores sociales, edificados por completo sobre el egoísmo individual, por valores que pueden crear las condiciones previas para una cultura de fraternidad, del amor al otro y del amor a la tierra y sus reinos naturales y sus condiciones del desarrollo. Desarrollan un modo de pensar emprendedor no para su vida personal y profesional, sino para el emprendimiento del desarrollo humano en el siglo veintiuno.

2   Ver también Michaela Gloeckler: Poder en la interrelacion humana, Johannes Mayer Verlag 2001