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VIDA Y OBRA DE EUGEN KOLISKO
* 21. Marzo 1893 en Viena    + 29 de Noviembre 1939 en Londres

Peter Selg

Sin lugar a dudas, Eugen Kolisko ha sido uno de los alumnos mas importantes de Rudolf Steiner y uno de los médicos antroposóficos mas talentosos; de esta manera también ha sido visto y apreciado por Rudolf Steiner mismo.
Eugen Kolisko ha nacido el día de la primavera del año 1893, justamente 27 años antes de la apertura del Primer Curso de Médicos por Rudolf Steiner el 21 de marzo de 1920, al que asistió. Nació en Viena –el lugar de estudios de Rudolf Steiner- y creció allí. El abuelo de Eugen Kolisko (Eugen Kolisko el mayor, el sucesor de Rokitansky) y su padre (Alexander Kolisko) eran famosos médicos vieneses y profesores. El padre, consejero áulico, Alexander Kolisko, era profesor de Anatomía Patológica, decano de la facultad de medicina, morfólogo y médico forense. Rudolf Steiner lo señaló como perteneciente a los médicos mas valientes de Viena, refiriéndose al respecto a la postura científica veraz y humana en los procesos de dictámenes periciales referentes a la muerte del príncipe heredero Rudolf, cuyo suicidio fue ocultado por la casa imperial austríaca. Walter Johannees Stein, describió a Alexander Kolisko como una personalidad enteramente imponente, destacando su inteligencia científica contundente, así como su bondad y su notoria popularidad. Virtudes y fuerzas, que mas tarde estuvieron generosamente a disposición de su hijo Eugen.
Poco se sabe acerca de la madre: Amalie Kolisko-baronesa Purtscher von Eschenburg, una pianista sumamente reservada, fina y distinguida. Así ha sido el clima de clase media alta-aristocrática a la cual había llegado Eugen Kolisko, marcada por la ciencia, el arte y postura humana, por no decir cultura intelectual, ilustración. Todo esto, en la gran ciudad de Viena, dentro de un presente movido, pero también dentro de un pasado esplendor. El gran pedagogo y pedagogo-curativo Karl Schubert, pocos años mayor que Kolisko, procedente de la misma ciudad y esfera espiritual, escribió: “Aunque ya no existía la grandeza de la vida espiritual austríaca, todavía se vivía y se alimentaba de su brillo y de su calor”. Y: “En ese entorno, se formó Eugen Kolisko, adquiriendo esa distinguida formación, que simplemente podríamos llamar una formación imperial”.
Eugen Kolisko era un niño delicado, a menudo afectado por enfermedades, siendo en especial una afección crónica supurante de las articulaciones que lo aquejaba, que, al cabo de varias intervenciones quirúrgicas tuvo como consecuencia la pérdida de la articulación del codo izquierdo mediante una resección  y un endurecimiento. La posterior postura del brazo –con la mano metida en el bolsillo- a menudo era interpretada como gesto de arrogancia, en total desconocimiento del camino de su destino, tal como asimismo ha sido “reconocido” en lo mas íntimo de su ser, en sus hechos y sufrimientos, por muy pocas personas. Por cierto, que desde muy temprana edad, Eugen Kolisko llamaba la atención, elevándose muy por encima de lo habitual: Incansablemente se dedicó al estudio, mucho le enseñó su maestro privado un otrora Padre benedictino, mucho aprendió de su hermano Fritz, siete años mayor que él, mucho de los monjes benedictinos en el “k.u.k. Gymnasium zu den Schotten”, donde fue alumno a partir de los diez años. Ya sus compañeros sentían respeto frente a Eugen, quien sobre todo, disponía de un asombroso conocimiento de Historia, en su mayor parte adquirido autodidácticamente. Acerca de la misma Karl Schubert escribía después de la muerte de Kolisko: “En el caso de Kolisko se podría creer, que es posible que siglos pasados y eminencias pasadas están mirando al mundo a través de un ser humano, fijándose y contemplando aquello que del mundo se ha hecho en el correr del tiempo”. Al mismo tiempo Eugen Kolisko hacia el final de su infancia y el inicio de su juventud en Viena se sentía juguetón, torpe, desmañado, fracasado frente a las exigencias de la sociedad, el nivel de expectativa de la familia y el esplendor de su hermano mayor, el médico en formación y manifestante en el instituto universitario vienés para la química médica.
Un año después de su ingreso escolar al Schottengymnasium, Eugen Kolisko tuvo como compañero de aula y vecino de banco a Walter Johannes Stein, quien tenía dos años mas de edad que Eugen Kolisko. Stein se convirtió en el compañero de camino en la búsqueda de las huellas de Rudolf  Steiner y de la Antroposofía, siendo, que esta amistad, desde un comienzo se hallaba bajo peculiar estrella del destino. Su comienzo la marcaron dos casos de muerte: en 1908, el diecisieteañero Walter Johannes Stein perdió a su padre y en 1909 Eugen Kolisko de quince años perdió a su hermano mayor, Fritz, quien repentinamente falleció a causa de un sarcoma. Mientras que Eugen anotaba en su diario: “Ahora estoy completamente solo. He perdido a mi padre espiritual”, Walter Johannes Stein recibió de su hermano  mayor Fritz –un compañero de grado de Fritz (¡!) Kolisko, qien pocos años mas tarde perdió su vida en la guerra- el encargo: “Ahora, el pequeño Eugen está solo y será misión ocuparte concientemente de él”.
Walter Johannes Stein contó mas tarde, que había cumplido la indicación del hermano, buscando a propósito el contacto con Eugen Kolisko, lo cual inicialmente no le había resultado fácil. De su diario se deprende, de que por entonces Eugen Kolisko con toda su formación le había parecido ser arrogante e inaccesible, y su conocimiento como algo adquirido mediante el entrenamiento: (“Tiene un programa de [ trabajo-]. Un dogma, preparado por él mismo, al cual se somete a modo de esclavitud”), lo cual en parte de hecho se correspondía con aquello que años mas tarde reconoció en una auto evaluación. (En el fondo era una buena búsqueda, pero dentro de la triste envoltura de la vanidad).
A su vez, esta relación dada por el destino entre Stein y Kolisko, desde un comienzo, era inmensamente estimulante en lo pensante. Es así que Eugen Kolisko por ejemplo ya en 1909 frente a Walter Johannes Stein desarrolló una teoría del desarrollo de la personalidad, o bien, de la predisposición de la secuencia de los hermanos, del primer niño al quinto, que Stein –dentro de un modo completamente característico para él- examinó de inmediato e impulsivamente junto a las biografías familiares de Helmholz, Goethe, Heine, Siemens, Schller, Bismarck, Herder, Wagner, la propia familia, los alumnos del grado, etc. y : ¡Falsificándola! Su resultado ha sido, que únicamente la secuencia numeral de Kolisko (del primer hijo al quinto) tenía consistencia... Solían discutir acerca de Matemática, y Física, compartían el estudio y realizaban consideraciones antropológicas en los transeúntes de las calles de Viena. Mas tarde, ambos fueron excelentes maestros y con un gran talento poseían una vasta formación antropológica.
En octubre de 1911 Kolisko se matriculó para las materias de Medicina en la Universidad de Viena y desarrolló un exacto plano de estudios para los próximos 7 años . Su amigo Stein tuvo que hacer el servicio militar, del cual Kolisko se liberó a causa de su brazo; un año mas tarde comenzó su estudio  en las materias Filosofía, Matemáticas y Física. Era esta época, en la cual Stein –indirectamente a través de Hermine- llegó en posesión de su primer libro antroposófico. Leyó, en su modo decididamente impulsivo la “Ciencia Oculta” de Rudolf Steiner, caracterizando mas tarde la vivencia de la lectura con las palabras: “Allí toma la palabra una concepción del mundo, que, si es cierta, tengo que apropiarme de la misma, o, si es incorrecta, la tendré que combatir hasta las últimas consecuencias. Esto si, sentí de inmediato, de que me hallaba frente a una decisión de vida”. Stein comenzó –antes que Kolisko con el cual constantemente se hallaba en una competencia espiritual- el estudio de la antroposofía, diariamente durante unas 10 horas. (...) Pronto, (en Enero de 1913) escuchó una conferencia de Rudolf Steiner y a continuación de la misma, tuvo una conversación con él. En la cual Steiner en lo filosófico le indicó a Stein el estudio de Berkeley y John Locke, así como la necesidad de una elaboración de la comprensión espiritual. Ya en verano del año 1913, el entusiasta joven Stein viajó a Munich para visitar los Dramas de Misterios, que empero eran accesibles para los miembros de la Sociedad Antroposófica. Con respecto a ello Steiner le dijo a Stein: “Usted podría hacerse miembro, e, inmediatamente borrarse después de la representación”, de la función teatral. Stein siguió siendo miembro por veintidós años, hasta su voluntaria exclusión (...). Después de su regreso a Viena desde Munich conoció a Ernst Bluemel y Karl Schubert, que también estudiaban la antroposofía y que mas adelante también enseñaron en la escuela de Stuttgart.
¿Y Eugen Kolisko? En 1913 Walter Johannes Stein le presto libros –obras de Aristóteles y Fichte. Con el amigo habló mucho de Goethe y la Teoría de la Metamorfosis, comenzando al mismo tiempo el estudio de las obras de Steiner. Así preparado en lo científico-natural y en lo científico-espiritual, Kolisko entró al Iinstituto Médico-Químico de la Universidad, tras las huellas del hermano difunto.
Inmediatamente después de la fiesta de cubrir aguas del primer Goetheanum poco después de la muerte de Christian Morgenstern, en abril de 1914 Rudolf Steiner vino nuevamente a Viena para dar allí el gran ciclo “El ser interior del hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento”, estando presentes Walter Johannes Stein, Eugen Kolisko, Michael Bauer y Margarita Morgenstern. Eugen Kolisko también se hizo miembro de la Sociedad Antroposófica, mientras que Stein recibió la indicación de relacionar filosóficamente a Aristóteles y Fichte. Por lo demás, por entonces Rudolf Steiner habló en Viena muy intensivamente acerca de la construcción en Dornach, hacia la cual al poco tiempo viajaron la madre de Stein y el joven Walter Johannes.
Esta construcción se constituyó en una –recién así mas adelante señalada e inaugurada- Escuela Libre Superior para la Ciencia Espiritual. En julio de 1914, tres meses después del primer encuentro con Rudolf Steiner, fue que Eugen Kolisko escribió una carta a su padre, decano de la facultad de Medicina, acerca de la decadencia de la esfera formativa universitaria, o bien, de toda la alta escolaridad estatal. Eugen, quien tiene 21 años, habló de una “transformación de la universidad en una escuela de empleados públicos”, de una “materialización de los principios espirituales, y luego: “Puede sorprender, que en una época, en la cual los intereses espirituales son sacrificados  en tal medida a las metas materiales, también en una institución como la Universidad, las condiciones tienen que configurarse de tal manera. Si ya en la actualidad apenas es posible, relacionar contenidos espirituales con el accionar de la universidad, pronto será completamente imposible. Las obligaciones que se proyectan hacia lo enorme de la formación material de la profesión ya no pueden coexistir con las otrora metas espirituales de la vida universitaria. Así, la universidad perderá su carácter de antaño, tal, como en la actualidad ya lo ha perdido en gran parte. Quien quiera proceder a una reforma, no podrá atenerse a las circunstancias existentes, tal como lo pretenden muchos, justificadamente, como no quieren perder el piso debajo de sus pies, sino que tendrá que decirse, que no es lo existente, lo que puede ser decisivo para su modo de actuar, sino aquello que debe ser; dado que si la humanidad se hubiese atenido siempre a aquello existente, nunca hubiese sido posible el progreso”. En la misma carte Eugen Kolisko pidió al padre un plano de recorrido de los trenes a Alemania, hacia donde se disponía a viajar para asistir a las conferencias de Steiner. Allí, junto a Steiner, Kolisko veía el germen de lo futuro para una libre vida espiritual y con ello, para la creación de nuevos desarrollos universitarios espirituales.
La citada carta se constituyó en guía para el camino de su vida, a menudo dolorosa. Seis años mas tarde, a los 27 años, frente a una total incomprensión por parte de la familia, se alejó  de la Universidad de Viena, a favor de la fundación de la escuela de Stuttgart por Steiner y mas tarde, la fundación de la Escuela superior en Dornach. Kolisko se constituyó en parte del núcleo esotérico de la Sección Médica del Goetheanum, orador en semanas de la escuela superior antroposófica, aun en el exilio en Londres, fundó independientemente una “School of spiritual Science” antroposófica, dado que: “Quien quiera proceder a una reforma, no podrá atenerse a las circunstancias existentes, tal como lo pretenden muchos, justificadamente, como no quieren perder el piso debajo de sus pies, sino que tendrá que decirse que no es lo existente lo que puede ser decisivo, para su modo de actuar, sino aquello que debe ser, dado que si la humanidad se hubiese atenido  siempre a aquello existente, nunca hubiese sido posible el progreso”.
Solo pocos meses después de la carta al padre comenzó el “ocaso de occidente” –de todos modos, el de la monarquía central austro-húngara- en forma de la Primera Guerra Mundial. Hasta fines de 1915, Eugen Kolisko trabajó en el marco de un servicio voluntario sin paga, como médico auxiliar en el Hospital de los heridos, del Policlínico de Viena. Trabajaba incansablemente, ya llevaba a cabo intervenciones quirúrgicas, ocupándose intensamente de los enfermos; mas tarde, Ita Wegman diría acerce de él: “Por los seres humanos ha  mostrado tener el máximo interés, principalmente, cuando estaban enfermos. Con infinita paciencia pudo sumergirse entonces en cada ser humano y pudo tener así, la posibilidad de ayudarle”. Aquí, en el Hospital de los heridos, en medio de ese trabajo incesante tuvo que haber sido, que Eugen y Lili Kolisko se encontraron; una situación de encuentro directamente clásica para ambos y para su camino futuro en la vida, dentro del trabajo desinteresado y entrega social. Poco se sabe de la procedencia y el desarrollo de Lili Kolisko; procedía de condiciones humildes, socialmente difíciles, marcadas por la indigencia, por lo cual provenía de una capa social totalmente diferente que Eugen. Trabajaba como asistente en el Hospital Militar, la mayor parte del tiempo en el laboratorio con cultivos de bacterias, teñía frotis de sangre, se dedicaba a la microscopía celular, trabajaba desinteresadamente y con fuerza de voluntad, era modesta a la par de reflexiva y segura.
En 1918, al final de la guerra, falleció el padre de Eugen Kolisko, después de que el año anterior hubiera participado de la promoción de su hijo Eugen en su función de decano de la Facultad de Medicina y de haber vivenciado el comienzo del trabajo de Eugen como docente universitario para la química médica y como experto químico forense (...).
En la época, después de la muerte de su padre, Eugen Kolisko comenzó a apoyar las actividades de Stein en Viena en pro de la realización de la Trimembración Social –la nueva concepción social-revolucionaria de Rudolf Steiner, además de reunir firmas para el llamado de Steiner “Al pueblo alemán y al mundo cultural”. Karl Schubert escribe al respecto: “Ahora parecía que Kolisko había abandonado su propio camino del destino dentro de él arraigado, en una activa veneración de la grandeza del Dr. Steiner, colocándose enteramente al servicio del movimiento”.
Kolisko, que había estado arraigado en la clase social alta de Viena, además también en la esfera universitaria de la escuela vienesa de medicina –durante varias generaciones- paso a paso fue saliendo de esas ataduras, cuya exigua capacidad social-espiritual de porte y de futuro ya años atrás había analizado frente a su padre. En verano de 1919 se reunió con Rudolf Steiner en Alemania, debatiendo en Julio en Mannheim cuestiones de la trimembración y aspectos de la obra antroposófica-literaria temprana de Rudolf Steiner, y moviendo en Agosto en Stuttgart posturas temáticas médicas.
Eso era ya, la época de la fundación de la escuela en Stuttgart –Rudolf Steiner abrió la “Libre Escuela Waldorf” el 21 de agosto de 1919 y llamó ese proceso, un Acto festivo de orden mundial. Entre los auditores invitados de los Cursos para maestros que comenzaron inmediatamente después, se encontraba Walter Johannes Stein, que luego fue llamado a ser miembro decimosegundo (último)del colegido original del cuerpo docente por Rudolf Steiner, como auxiliar y bibliotecario.
En diciembre de 1919 Eugen Kolisko visitó por vez primera a la Escuela de Stuttgart, participando de la Fiesta Navideña; escribiendo a Lili, que estaba en Viena: “En toda la casa impera una indescriptible alegría”. Pudo visitar el Primer Curso Científico Natural de Rudolf Steiner para los maestros de la escuela, vale decir que escuchó a fines de Diciembre y comienzos de Enero las Conferencias metódicas acerca de la esencia de la luz, del color, del tono, la masa, la electricidad y el magnesio. Apenas regresado a Viena y a la universidad, Eugen Kolisko recibe un telegrama de Emil Molt, director de Waldorf Astoria y fundador de la escuela, que contenía la invitación, casi a modo de ultimátum, para formar parte del colegiado de maestros de la escuela. Uno de los maestros había ido a América, Kolisko debía asumir su representación “de manera inmediata”. “Usted tiene que reemplazarlo de inmediato”. Kolisko no “tenía” que hacerlo, pero finalmente quiso hacerlo, al cabo de haberlo pensado durante algunos días y de violentas discusiones con su familia de origen, dio su respuesta afirmativa. Con ello, se separó definitivamente de sus padres y antepasados y de la Universidad de Viena, para comenzar a principios de Marzo en Stuttgart. Allí, en lugar de profesor vienés, se constituyó en “maestro de primera enseñanza”, antroposófico, así lo denominó la madre de Eugen Kolisko. Eugen Kolisko tomó a su cargo el 6º grado.
Eran semanas primaverales plenas de movimiento. Eugen Kolisko no solamente daba clases, sino que escuchaba también el Ciclo de conferencias de Steiner acerca de la ciencias naturales, referidas al calor y también él habló en el marco de una serie de reuniones antroposóficas, acerca de la “Química libre de hipótesis”. A su esposa Lili le escribió en una carta acerca de la fundación de una nueva academia, que debía ser adherida a la escuela Waldorf. Y, sobre todo, él había estado allí, cuando Rudolf Steiner el día del cumpleaños 27 de Kolisko en el taller de Dornach, el 21 de marzo de 1920, había inaugurado el Primer Curso Médico. Eugen Kolisko hizo apuntes, lo mas exacto posible, del contenido de las conferencias de Rudolf Steiner que había escuchado enviando estas notas diarias a Lili que estaba en Viena, que de esta manera, desde la lejanía, pudo participar de las conferencias de Steiner.
También durante ese curso con veinte conferencias, Kolisko acompañando el curso, también hablaba, acerca de química. Friedrich Husmean se refería a la impresión que Eugen Kolisko dejaba entre los colegas que lo escuchaban, calificándolo como “inolvidable”. Ya tenía su propio estilo de exposición; no en una hilación abstracta de las ideas, sino en tranquila contemplación, tal, como si en una visión interior estuviese mirando el problema desde alguna distancia, a menudo un poco lento, como si estuvies buscando una imagen para aquello que quería decir”.
Kolisko había dado fin a su pasado vienés, su carrera científica universitaria a favor de una colaboración en la fundación escolar en Stuttgart. Esta actividad en la “Libre Escuela Waldorf” será expuesta a continuación a grandes rasgos, siendo que momentáneamente se dejará de lado la rigurosa cronología del tiempo, resumiendo diferentes pormenores.
Eugen Kolisko en marzo de 1920 ocupó el lugar de Friedrich Oehlschlägel, quien había conducido el 6º grado solo unos pocos meses, muy intensos, hasta la Navidad de 1919, para luego emigrar sorpresivamente a América, dejando atrás todo lo emprendido. Eugen Kolisko ocupó su lugar, para enseñar luego principalmente Química, Antropología e Higiene. Trabajó en la formación de los maestros y a partir de octubre de 1921 adicionalmente se convirtió en médico escolar para todos los niños. Tomando en cuenta su trabajo en común con Rudolf Steiner en el tratamiento médico y el fomento de sus protegidos, a continuación reproduciremos aquí, la notoria descripción de una conversación de recepción con Eugen Kolisko, publicada por la alumna Ingeborg Goyert, afectada por una parálisis transversal –que había sido preparada para su ingreso por Friedrich Hiebel en clases particulares. Ingeborg Goyert ha publicado este recuerdo en el último año del siglo veinte, de esta manera: “El sol de la tarde enviaba sus benéficos rayos por los grandes ventanales, que ofrecían una vista a la ciudad situada en el valle y la cadena de colinas de enfrente. ¿Sabe algo de la Química?, dijo en tono cordial, con una sonrisa y amable gesto de sus manos… por ejemplo…”No, lamentablemente no, pero, me gustaría tanto poder aprenderlo”. El Dr. Kolisko preguntó del ámbito de la Física, pero yo no lo sabía y tuve la misma respuesta: “No, lamentablemente no lo sé, pero me gustaría tanto poder aprenderlo”. Luego seguían preguntas de la Historia de la Roma antigua, que Friedrich Hiebel había enseñado detalladamente y de modo maravillosamente gráfico. Así, por lo menos pude ofrecer algo en ese ámbito. También en Literatura, el asunto era pasable (dramas de Goethe y Schiller). Luego empero la desgracia seguía avanzando: Matemáticas, Lengua, etc. Mis respuestas eran las mismas como en la de Química y Física. Finalmente el Dr. Kolisko, no hizo mas preguntas, iba y venía por el recinto, meneando la cabeza en dirección a sus colegas y dijo, pidiendo su aprobación, en su tonada austriaca, incomparablemente cálida y cariñosa: “¡Si la pequeña tiene tantas ganas de aprender, lo mejor será de ponerla en noveno grado!” Así llegué acorde a mi edad, al 9º grado(…). Inolvidable, esta imagen del sabio y bondadoso Kolisko con la “formación imperial” y la mirada puesta en el ser del niño. Steiner consultó a Kolisko acerca de los niños de la escuela de Stuttgart y realizó el tratamiento de los mismo conjuntamente con Kolisko. Eugen Kolisko por entonces era ya un gran médico. Existe una impresionante exposición de su atención en el consultorio, donde se encontraba siempre, inmediatamente a continuación de la finalización de las clases matinales. Allí leemos: “En el lugar lo estaban esperando personas enfermas, madres, con niños pálidos y nerviosos, maestros de grado con sus alumnos y alumnas, alumnos del ciclo superior que buscaban su consejo en dificultades de la vida, personas mayores y personas jóvenes sin empleo con dificultades económicas –y cierta vez allí estaba sentado en un rincón un chico con su conejo en las rodillas que se había quebrado una pata y que según la opinión del chico, solo podía ser curado por el Dr. Kolisko. Al cabo de una actividad de gran esfuerzo en los grados, llegaba al consultorio de buen humor, alegre y fresco, atendiendo uno por uno en su consultorio a quienes lo esperaban y cada uno tenía la sensación: ahora estás aquí, tú y solamente y nadie está afuera esperando, el Dr. está aquí solamente para atenderte, y podrías hablar con él durante horas, sin que se ponga nervioso. Resulta de manera tal, que tampoco aquellos que aguardaban en la sala de espera se sentían molestos”. Conjuntamente con su colega maestra Bettina Mellinger, Eugen Kolisko en la escuela de Stuttgart se ocupó intensamente de los niños carenciados, desnutridos; en tarea común, iniciaron con gran éxito, con enorme esfuerzo y con inquebrantable optimismo, la “cocina holandesa” –de allí no provenía el alimento- pero sólo el dinero para adquirirlo, una nutrición finalmente gratuita para 120 niños. Implementaron asimismo la colecta de donación de ropa, la organización de amplias estadías de recuperación de salud en vacaciones para los niños carenciados de la escuela. Bettina Mellinger ha contado lo siguiente con respecto al accionar de Kolisko: “También aquí era de una confianza casi vertiginosa con referencia a los buenos espíritus que debían acompañar a estos viajes. Estadías en altas regiones montañosas, caminatas en glaciares, largos viajes en barcos –nunca veía un peligro, nunca tenía dudas y podía disgustarse cuando alguien en su entorno expresaba mezquinos temores, o cuando alguien a causa de dificultades dejaba de realizar algo que él consideraba ventajoso. Para él, todo era posible –y, hasta podía ser que algo le tentaba cuando con anterioridad hubo que vencer dificultades, entonces se ponía alegre, pleno de buen humor y sumamente activo. Pertenecía a aquellas personas que en contra de todas pruebas en contra, están convencidas, que el ser humano todo lo puede, cuando así está decidido a realizarlo”. Kolisko desarrollaba una incansable actividad para el bien de los niños, tenía bajo su control mas de mil niños, desarrollaba caminos terapéuticos, daba consejos pedagógico-curativos a instituciones, etc. Además, a muchas personas desocupadas le consiguió empleo en los alrededores de la escuela –a partir de su efectiva observación de los talentos de esas personas, su preocupación por la vida social y su excelente memoria de aquello que había escuchado y vivido. De esta manera, pudo construir puentes para muchos y a otros les indicó un camino.
Uno de sus alumnos era Rudolf Grosse, quien mas tarde escribió acerca de él: “En el Dr. Kolisko hemos vivido un maestro tan cordial, cariñoso, quien actuaba con sumo tacto, de modo tal, que hemos sentido alegría, siempre que nos daba clase. Sentíamos, que nos conocía totalmente, y como al mismo tiempo era médico escolar, hacia él pudo desarrollarse un vínculo de especial confianza. A pesar de ver en él, un maestro importante, la devoción de los alumnos era de hecho mas bien una relación cariñosa, cordial. Su tonalidad vienesa tenía algo placentero, sobre todo, para los suabos y los suizos, y es así, que siempre hemos escuchado sus palabras con agrado. No actuaba con  una disciplina rigurosa, siempre hubo un clima distendido, sin que por ello se hubiesen perjudicado las clases. Lo llamativo en él, eran sus grandes ojos y la mirada contemplativa de allí proveniente. Cuando alguien le formulaba una pregunta, por un rato quedaba mirando al interlocutor, tal como lo haría un pintor, quien primero contampla la imagen entera, para pasar luego a los detalles. Su ser era una contemplación pensativa.
El 27 de febrero de 1921, Rudolf Steiner cumplió 60 años. Ese día habló en La Haya acerca de la necesaria fundación de una “Sociedad escolar mundial” para posibilitar la fundación de escuelas Waldorf a nivel mundial para todas las capas poblacionales. Friedrich Rittelmeyer publicó el tomo-colección “Obra de la vida de Rudolf Steiner –la esperanza de una nueva cultura”, al mismo tiempo se publicó el primer número de la revista “Los Tres”. Esta redacción originalmente estuvo a cargo de Sigismund von Gleich, antes de que a pedido de Rudolf Steiner pasó a Ernst Uehli Eugen Kolisko, quien con su colosal amplia mirada en lo histórico y su conciencia quiso convertir la revista en un órgano mundial de la “Libre vida espiritual”.
Eugen Kolisko dio numerosas conferencias en los cursos antroposóficos de la escuela superior de los años siguientes, hablando de diversas posturas temáticas científicas, entre otros en Stuttgart, Dornach, Darmstadt y La Haya. Después de su disertación en ese lugar –a un año del cumpleaños de Rudolf Steiner que allí se había festejado, este juzgó: “Personalidades como la del Dr. Eugen Kolisko difícilmente pueden ser evaluadas lo suficientemente alto por el movimiento antroposófico. En La Haya ha hablado acerca de problemas biológicos y químicos y también acerca de  “La libre vida espiritual a través de la Antroposofía”. El fenomenalismo científico-natural en Eugen Kolisko tiene un defensor, que desarrolla este aspecto del pensar antroposófico, objetivamente, por doquier a partir del conocimiento del asunto. En Kolisko en ningún momento se tiene la sensación de que desde un comienzo integra antroposofía a su conocimiento del mundo, sino se tiene siempre la impresión  de que a partir de un pensar objetivo, pero íntimo, obtiene la visión antroposófica desde los los problemas concretos. Con todo ello, como personalidad está íntimamente compenetrado con sus problemas, de modo tal que según mi opinión nos encontramos frente a él, como una personalidad que en lo científico es absolutamente convincente. Cuando lo escucho hablar así como aquí, acerca de “la libre vida espiritual”, entonces tengo la sensación de que hasta el fondo del corazón dice la verdad y dentro de esa verdad se está expresando íntegramente”.
El 11 de Junio Rudolf Steiner dio una conferencia en el marco interno del Congreso de Viena, que posiblemente ha sido sumamente importante para Eugen (y Lili) Kolisko, acerca de “Antroposfía como búsqueda de una cristianización del mundo”, que, al igual que el curso escuchado primeramente por Eugen Kolisko acerca del “Ser interior del hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento” finalizaba con los tres lemas rosacruces (Ex deo nazcimur/ In Christo morimur/ Per spiritum sanctum reviviscimus). En esa conferencia, Steiner expuso, entre otros, con énfasis, la necesidad, siempre rápida, capaz y activa, ocuparse de las medidas de primeros auxilios, Eugen Kolisko, empero, repentinamente había desaparecido. Cuando las llamas ya salían de las cúpulas y los ventanales de color se derretían, apareció, para alivio de todos, como último, saliendo del edificio presa del fuego. Este hecho es sintomáticamente significativo: Kolisko, quien se hallaba profundamente ligado al Goetheanum, finalmente casi no pudo hallar el camino de retorno de la destrucción, hecho que se encontraba plenamente definido en su intención del destino –la Libre Escuela Superior para Ciencia Espiritual, que llevaba el nombre de Goethe. Eugen Kolisko escribió: “En este momento, nos ha sido arrebatado el Goetheanum. Hoy, el mundo no sabe lo que esto significa para él. Le ha sido quitado el primer lugar del cultivo de una nueva comprensión espiritual. En todas sus formas, la construcción era la irrefutable demanda del auto conocimiento del hombre y del encaminarse hacia el mundo espiritual. La historia otrora lo presentará como una imagen grandiosa, como, rodeado por la mas tremenda catástrofe de la humanidad, y el tronar de los cañones de ejércitos enemigos, en aquel rincón de Suiza, va creciendo el primer lugar de la nueva enseñanza humana, la Antropsofía, el Goetheanum. De esta manera, la construcción del Goetheanum era un acto de amor en un mundo del odio”. En las primeras horas del año nuevo, Lili Kolisko preguntó a Rudolf Steiner, si realmente debería dar la conferencia prevista por parte de ella en Dornach, con respecto a sus investigaciones científico-naturales. Steiner dijo solamente: Yo también hablo. En su alocución previa a la dramatización de Los Tres Reyes Magos luego dijo: El gran dolor sabe callar acerca de aquello que siente... La obra que fue creada mediante el amor de entrega de numerosos amigos convencidos de nuestro movimiento durante diez años, ha sido destruido en el curso de una noche. Esa misma noche Rudolf Steiner dio la sexta conferencia del curso: El momento de origen de las ciencias naturales, señalando en la traducción a los presentes al hecho de que a partir del dolor tenemos que hallar la fuerza de trabajar aun mas intensamente y con energía en nuestra meta, en aquello que encontramos profundamente fundamentado en la historia evolutiva de la humanidad. El 3 de Enero, Lili Kolisko habló en la Casa de los Vitraux acerca de sus ensayos; Steiner sobre todo había querido dar una oportunidad a los médicos de Stuttgart, que mostraban una actitud de rechazo, para poder expresarse acerca de este hecho. Lili Kolisko escribió acerca de este, su discurso: “No recuerdo lo que he dicho en esa oportunidad. Tampoco sé, si los médicos por entonces presentes, han tenido la capacidad de concentrarse al discurso. Las miradas, una y otra vez se alejaron hacia las columnas todavía seguían humeantes. A la conferencia ha seguido una discusión, he tomado apuntes de las respuestas del Dr. Steiner y cuando ahora vuelvo a leerlas, las encuentro maravillosas. La postura del Dr. Steiner por cierto nos ha ayudado a todos, para poder cumplir con nuestro deber”. Al día siguiente habló Eugen Kolisko acerca de la Fisiología de la circulación sanguínea.
El año 1923, el año después del incendio, se conformó para Eugen Kolisko en una época de profundísima reflexión, de una dedicación máxima en pro de una interiorización de la vida espiritual para la difusión de la investigación espiritual de Rudolf Steiner. Movía intensamente los destinos de la Sociedad Antroposófica. (...)
Personalidades como el Dr.med. Eugen Kolisko deben ser valoradas en su máxima medida por el movimiento antroposófico, había escrito Rudolf Steiner en el año 1922.
En el año 1934 y al cabo de violentos ataques personales contra su persona, en la Asamblea General de la Sociedad Antroposófica, Eugen Kolisko decidió abandonar la escuela de Stuttgart; anímicamente ya no estaba en condiciones de poder protegerse debidamente como persona.
De los padres de la escuela de Stuttgart, el médico escolar saliente, recibió cartas conmovedoras: “Cuando Heinz ayer me preguntó si era verdad, que Usted se va de la escuela, tomé conciencia de la envergadura que este paso suyo  tiene para todos estos niños (...). A Usted quiero decirle en este momento, cuan agradecidos le estamos, por toda esta ayuda que ha brindado a nuestros hijos (...) De alguna manera, los niños estaban amparados de un modo especial, estando Usted allí”. Eugen Kolisko intentó ganar a Helene von Grunelius –“alma” de los jóvenes médicos, que a menudo lo había representado- como sucesor suyo, pero la escuela lo rechazó –no se quería tener a alguien tan estrechamente ligado a Kolisko, como la Dra. von Grunelius. Por terriblemente amargo, y hasta catastrófico como era esto –Karl Schubert pudo escribir en su mirada retrospectiva: “Recordando una gran época en la cual el Dr. Steiner conducía a la escuela y el Dr. Kolisko era maestro, tenemos que decir, que todas las posteriores calumnias no pueden borrar el esplendor de gracia que se ha generado en el cielo, cuando en Stuttgart florecía la Escuela Waldorf. A esa época grande y tan fecunda de la escuela Waldorf, es justamente Kolisko quien ha contribuido muchísimo, a través de su actividad como médico y maestro”.
De Stuttgart, Kolisko fue en 1935 a Unterlegenhardt. El Sanatorio Burghalde, allí situado en 1934 había sido adquirido por Ottilie Matthiessen, Margarete Knecht y Clarita Berger –quien ya le había ayudado a Kolisko en la terminación del consultorio en Stuttgart- para crear un lugar de trabajo en el sentido de la medicina antroposófica, para el destacado médico Eugen Kolisko. Helene von Grunelius se constituyó en su colaboradora médica, en este lugar especial, un lugar del cual Eugen Kolisko dijo, que allí era posible curar.
Muy pronto comenzó a desplegarse una intensa actividad alrededor de Kolisko: Al lado del diario trabajo médico, había cursos para enfermeras, reuniones de trabajo con estudiantes de medicina y jóvenes médicos, conferencias –muchas de ellas seguían dándose en Stuttgart, hacia donde Eugen Kolisko era llevado por Kurt Berthold. Después de las conferencias en la rama, regularmente seguían largas pláticas, de modo tal, que muchas veces llegamos a la Burghalde después de la medianoche. Caí entonces rendida a la cama  y a veces dormí hasta las diez de la mañana. “Koli”, en cambio solía levantarse ya a las 5 de la mañana, juntando determinadas flores, que su señora necesitaba para sus ensayos”.
Y Eugen Kolisko hasta organizó Festejos Navideños para la población –para las personas del pequeño pueblo, hacia las cuales sentía un afecto. “Voy por los prados y los campos e intento colocar gérmenes espirituales en el suelo. Visito a los campesinos de la aldea, para colocar gérmenes espirituales en ocasión de conversaciones, para que en este lugar, alguna vez pueda nacer un centro de trabajo de medicina antroposófica”. El médico vienés, siempre dispuesto a la ayuda, era muy apreciado por los viejos granjeros, a los que visitaba a menudo, cuando necesitaban su ayuda. Así, Kolisko quedó cierta vez durante dos días junto a una anciana que tenía neumonía, hasta que se había superado la crisis. Alguna vez un colega médico dijo de él: De él hemos podido aprender la gran muestra de habilidad, de tener tiempo para el enfermo, sin poseerlo realmente”. Al respecto ya hemos citado a Ita Wegman: Para los seres humanos tenía el máximo interés, sobre todo cuando estaban enfermos. Con infinita paciencia podía entonces profundizarse en esa persona y tener así la posibilidad de ayudarle”.Karl Schubert ha vivenciado a Kolisko como “infinitamente tierno y bondadoso con los enfermos, perseguidos y afligidos”. Hans Kühn escribe: “Kolisko, diminuto de figura y ágil, con su mirada singular, ha tenido una incansable voluntad de ayuda, que conjuntamente con su simpatía natural ha hecho que todos lo apreciaran”.
Pero la valiosa actividad de Eugen Kolisko, su estadía en Unterlegenhardt no ha durado mucho; en el verano de 1936 ha emigrado a Inglaterra con su señora y su hija. Desde hacía mucho tiempo sus amigos en Inglaterra y sobre todo Daniel Nicol Dunlop, había pedido que Eugen Kolisko construya algo abarcativo, universal para la antroposofía. Sus posibilidades de acción en el apartado Unterlengenhardt y Alemania con el nacionalsocialismo, eran en cambio, muy limitadas y no en último término, la Sociedad Antroposófica había sido prohibida, siete meses después de la salida de Kolisko.
Con la confirmación de poder trabajar libremente en Inglaterra y poder construir un sitio central para la Antroposofía, Kolisko abandonó definitivamente a Alemania, tres años mas tarde que Walter Johannes Stein y un año mas tarde de la sorpresiva muerte de Daniel Dunlop. Kolisko le dijo a Eleanor Merry: “Sabía, que tenía que venir. Sabía que debía ser el sucesor de Dunlop en Inglaterra y tenía que promover un movimiento realmente espiritual”. A ello dedicó su esfuerzo Eugen Kolisko en los tres años de vida que le quedaban, implementando todas las fuerzas de su conocimiento, su corazón y su voluntad.
Ya en verano de 1936 Eugen Kolisko pudo inaugurar “The School of spiritual Science” en el Rudolf Steiner House de Londres. Una vez mas hubo una gran afluencia de jóvenes de numerosos países para recibir los cursos ofrecidos con referencia a Botánica, Física, Arte, Cosmología, Antropología, Mineralogía y vivir con ellos. Habían venido mas de 250 estudiantes y además de escuchar a Eugen Kolisko escucharon también a Walter Johannes Stein, Ernst Lehrs, Georg Kaufmann-Adams y otros, de modo tal, que la casa finalmente resultó ser chica. Sin embargo: También la Sociedad Antroposófica inglesa, en medida cada vez mayor, le dificultó la vida a Eugen Kolisko. La escuela tenía que pagar enormes alquileres a la Sociedad. A pesar de su gran éxito, o, justamente a causa del mismo, con motivo de su expansión social fue coartada espacialmente.
Finalmente, Eugen Kolisko estaba profundamente decepcionado y amargado, se alejó  y emprendió un nuevo comienzo en otro lugar: “ Esta casa no pisaré nunca mas”.
Como en todos los lugares de su vida, Eugen Kolisko tuvo también en Londres, encuentros intensivos y fecundos; ayudó a diversas personas a emigrar de Alemania y encontró muchas formas de trabajo espiritual mancomunado, en medio de condiciones de vida precarias. Al respecto, recordemos una vez mas, las frases del discurso de Steiner en Viena, acerca de la “Antroposofía como una búsqueda de transcristianización del mundo”:  “La antroposofía requiere como asunto, una real fraternidad humana, hasta lo mas profundo del alma. De otro modo, podemos decir, la fraternidad es un mandamiento. En el caso de la Antroposfía tenemos que decir: Crece únicamente en el suelo de la fraternidad, no puede crecer de otra manera que dentro de la fraternidad que proviene del asunto donde el uno le da al otro aquello que tiene y lo que puede realizar”.
En Londres, Eugen Kolisko entre otros se encontró con el pianista Walter Rummel, trabajó con Eleanor Merry, Dora Krück von Poturzyn y Karl König –quien a fines de 1938 había venido a Londres y quien temporáriamente trabajó como médico conjuntamente  con Eugen Kolisko, así como también con Lili. Conjuntamente con Rummel, Eugen Kolisko, quien también era un muy buen pianista, movía temas musicales y musicoterapéuticos. Eugen Kolisko tenía una relación profunda y esencial hacia la música –al respecto podemos señalar su maravilloso artículo en la revista “Natura” de Ita Wegman  con el título “Música y arte curativo en los druidas y bardos”.
De Walter Brummel existe un notorio bosquejo, que recuerda los encuentros en Londres con Eugen Kolisko en el que leemos el siguiente pasaje: Nunca quiso descansar después de un viaje fatigoso; de inmediato comenzó a caminar en la habitación yendo y viniendo; solo así podía reunir sus pensamientos y  expresarlos. Y, nosotros teníamos una habitación grande y hermosa para él. Parecía, que se hallaba en constante búsqueda de una idea, que estaba en acecho en el rincón opuesto de la habitación; la apresó y lleno de alegría volvió con ella. Entonces, sus ojos brillaban y sus manos parecían rodear aquello que había buscado y hallado. Estaba ávido de desarrollarlo y participarlo, de ostentarlo y llevarlo a la floración en toda su belleza. Llevaba en sí, el símbolo de un gran ser humano y quería que sus escuchas se conviertan en dueños de sus ideas, quería que sus escuchas se apropiaran de las mismas. Con Eleanor Merry, Eugen Kolisko trabajaba en investigaciones biográficas, predominantemente , acerca de figuras de la historia inglesa, que se publicaron en revistas. También con Dora Krück y Karl König hubo muchas charlas referidas a la historia y la biografía y formas de trabajo compartido.
En la primavera de 1939, seis meses antes de su muerte, Eugen Kolisko finalmente viajó a Norte América y habló, entre otros en New York y Boston. Escribió a Walter Johannes Stein: “Intento visitar aquí, a todos los científicos progresistas”. Eugen Kolisko analizaba la pregunta, acerca de qué posibilidades de desarrollo estaban dadas por aquella época para la Antroposofía en el espacio anglo-americano, una época, en la  cual Europa central vertiginosamente se aproximaba a la destrucción y la ciencia espiritual antroposófica en el sentido de Ita Wegman por lo tanto, a modo de germen para el futuro tenía  que hallar amparo en otro lugar. A diferencia de los pasajes optimistas en las cartas a Walter Johannes Stein, Eugen Kolisko regresó –según el testimonio de Karl  König- absolutamente deprimido: “Era a fines de Agosto, poco antes del estallido de la guerra. Estábamos sentados en un pequeño parador en Londres y me habló  de su viaje a América. De las personas, con las cuales se había encontrado, de sus conferencias, con muy pocos oyentes y solo con gran esfuerzo pudo sobreponerse a la gran decepción que se había apoderado de él. Se lo veía cansado y enfermo, pero, con valentía, desarrollaba ideas para el futuro”. A su esposa le dijo Eugen poco después de su regreso: “Si Dios me da todavía tres años de vida, espero poder abrirme paso”. Ella escribió mas tarde: “Me asombró este dicho peculiar. ¿Por qué deberían ser solamente tres años? Dado que –según pensaba yo- tenía frente a él, aun un largo tiempo”. Frente a ella, Eugen Kolisko hablaba de sus proyectos de publicaciones: Iba a escribir libros acerca de los trabajos de Lili y acerca de sus investigaciones propias, estaba planificando importantes publicaciones con respecto a la actividad médico-escolar, acerca de química y antroposofía, agricultura y astronomía. Lili le formuló la pregunta –en verano de 1939- que haría, si tampoco en Inglaterra sería posible edificar algo importante para la antroposofía. A ello Eugen Kolisko contestó: “Entonces, voy a morir”. Poco después, comenzó la guerra.
Eugen Kolisko falleció poco después de la conversación citada con Lili, a fines de Noviembre de 1939. A continuación, brevemente nos referiremos a sus últimos días –todo muestra una signatura extraña de partida.
El 26 de noviembre, tres días antes de su muerte, Eugen Kolisko se despertó “extrañamente excitado, pero alegre”, diciendo a su esposa: “Esta noche, he soñado del Dr. Steiner, he pasado por un largo pasillo oscuro y cuando por fin salí del mismo, allí estaba el Dr. Steiner frente a mí y me extendió las manos. Tanta era mi alegría. que me he unido a  él en un abrazo”. (...) En las tempranas horas del día de su muerte, Eugen Kolisko arrojó  a manos de su mujer un montón de cuadernos de apuntes, exclamando: “Ahora lo se todo, mañana podemos comenzar con la redacción del libro referido a la agricultura”. Yo pregunté con una duda: ¿Realmente lo sabes todo? “Sí”, contestó él, “lo tengo todo claro y podemos escribir”. Ese mismo día, Eugen y Lili querían viajar al Instituto Biológico, pero el médico Kolisko, una y otra vez fue retenido: Llamadas telefónicas, la visita urgente a un enfermo, una receta que todavía tenía que ser entregada. Al cabo de todo esto, un apresurado viaje en taxi, a la estación ferroviaria Paddington, desde donde, de pronto tuvo que ser llamado el Dr, Engel. Cuando finalmente Eugen Kolisko se encaminó al puesto de diarios, para obtener noticias acerca de la llegada de Willem Zeylmans, Lili se adelantó para subir al tren. Eugen Kolisko sufrió un desmayo frente al puesto de diario, pero pudo recuperarse. Lili empero y el tren ya habían partido hacia el oeste. Eugen Kolisko subió al tren siguiente, falleció empero allí en su compartimiento. Repentinamente, su corazón había dejado de latir. Esto, se produjo en completa soledad, en un entorno que no podría ser mas desolado. En un oscuro día de Noviembre, en un tren urbano, rodeado por los fantasmas de la técnica moderna, solo en un compartimiento. Hacia allí lo había enviado su ángel, para allí, alejado de todos, apagar la luz, la última luz titilante de su corazón. Por entonces, hubo un gran silencio en el mundo, Polonia yacía desplomada, una vez mas, denigrantemente dividida. Inglaterra vivía en la ilusión de la guerra fría, orgullosa e inaccesible, completamente ciega con respecto a las realidades en el continente; la Segunda Guerra Mundial había comenzado con un golpe de bombo al que nada sigue. En un vacío semejante, Eugen Kolisko abandonó la tierra”. (Karl König)
Después de la muerte de Eugen Kolisko, Karl Schubert le decía a los alumnos en Stuttgart: “Así, la obra de su vida es como una sinfonía inconclusa. Pero, en todos ustedes, que habéis aprendido de él, vive algo de él. Buscad que para ustedes y dentro de ustedes esto se desarrolle fecundamente y cuando habéis logrado algo, pensad con gratitud en el maestro, al que le debéis el impulso. De esta manera, nuestros sentimientos, a modo de manos de nuestra alma podrán elevarse hacia él, como saludo, con la esperanza de que nuestras almas y nuestros espíritus, ya sea en el cuerpo o en el espíritu se encuentren nuevamente, según sea la voluntad de Dios!”.