EDUCACIÓN DE LA CAPACIDAD DE AMAR Michaela GlöcklerCuadernos para cuidar y mejorar la salud nº 11 CENTRO HIGIÉNICO-TERAPÉUTICO “PUERTA DEL SOL” Los “Cuadernos para cuidar y mejorar la salud” con publicaciones dirigidas al público en general. Su objetivo es transmitir unos conocimientos y consejos con los cuales uno mismo puede cuidar su salud. En esta ocasión ofrecemos una conferencia de la Dra. Glöckler sobre la educación de la capacidad de amar. En ella abordamos la temática del autoconocimiento y la autoeducación como caminos para superar el egoísmo. A través de estos caminos puede desarrollarse un estar mejor en la vida que repercuta en una salud mejor tanto para nosotros como para los que nos rodean, especialmente en el campo de la educación de los niños. Traducción: Ana María Rauh con revisión de Florencio Herrero. Publicado por: Centros Higiénico-Terapéutico “ Puerta del Sol” C/ Luis de Toro 3, bajo. E-10600 Plasencia. Telf.: 927418474 Educación de la capacidad de amar (Erziehung zur Liebefaehigkeit)
Solo llegamos a conocer aquello que amamos J. W. V. Goethe En el curso de nuestras charlas con los padres a menudo hemos hablado acerca de la importancia de la capacidad de amar para el trato con los niños. Es natural entonces, que nos pongamos a pensar también alguna vez, acerca de cómo podemos apoyar y fomentar la capacidad de amar. Preguntamos en primer lugar: ¿Qué cualidad del carácter humano se oponen a la capacidad de amar?
Se trata aquí de la búsqueda de poder y también de la búsqueda de comodidad. Nuestra época llama la atención, mediante un cúmulo de estructuras de poder y estrategias de comodidad, que gozan de un buen funcionamiento. Compenetran todos los ámbitos de la vida. Al investigar, bajo que condiciones se torna posible el despliegue de poder, podemos ver lo siguiente: se encuentran allí, donde las impotencias de una situación son vistas de manera tal, y los fuertes son calculados de manera tal, que a través de esa toma de conciencia, la situación puede ser controlada. Por ese motivo, el fundamento de toda filosofía de poder dice: “El conocimiento es poder.” Quien mucho sabe, a su vez tiene la posibilidad de dominar, manipular. Es por esa razón, que a veces a los alumnos se les dice: “Tenéis que aprender algo, para que más tarde podáis hacer algo; si no estáis arriba os dominaran.” Luego, casi con desprecio y con arrogancia, se mira a los conocimientos “que no aportan beneficio alguno”, y con lo cual no se puede manipular. Se habla de “conocimiento de eruditos” o de una “recreación dominguera”. De todos modos, se mira con consideración y respeto al conocimiento que subyace a nuestra técnica y su capacidad de dominio, que posibilita el dominio sobre muchas ejecuciones de tareas complicadas. No podemos imaginar por ejemplo, la empresa sanitaria actual en su conjunto en los grandes hospitales sin la computarización de la investigación de los grandes laboratorios y otros procedimientos diagnósticos, así como toda la administración. Podemos entender entonces, que se trata de un conocimiento al que se da preferencia en las escuelas. La ciencia natural y la matemática ayudan a poder dominar y modificar a la naturaleza hasta en sus pormenores. Por cierto, que ese conocimiento también puede ser empleado de una manera diferente: cuando, simultáneamente con la toma de conciencia de los contextos de la naturaleza, se despierta también el respeto, y la veneración frente a la infinita sabiduría que se oculta en la creación toda, y cuando el amor despierta a la par con el conocimiento. Y esto, es una cuestión de la educación. ¿Qué tiene que pasar, para que el conocimiento no lleve a la manipulación ni al poder? O, ¿cómo debería ser la adquisición de conocimiento, para que no solamente incentive los instintos de poder, facilitándolos, sino al mismo tiempo brinde apoyo a la capacidad de amar? Un segundo rasgo fundamental de nuestra época, al lado del afán de poder, es la necesidad, la búsqueda de seguridad y el anhelo de comodidad. Del mismo modo como el pensar va en dirección al conocimiento manipulador, así la voluntad, la acción humana va en busca de la comodidad y la seguridad en la vida cotidiana. Preferiríamos hacer únicamente aquello que nos gusta o aquello que contribuye a la comodidad y a la seguridad. En cierta medida es un ideal legítimo. En los últimos doscientos años, la humanidad ha logrado delegar a las maquinas un cúmulo de tareas desagradables liberando la voluntad humana para trabajos que tienen mayor sentido. Pero quedó en evidencia, que el lugar de las tareas consideradas como exentas de sentido no siempre es ocupado por algo que favorece al desarrollo del ser humano. Por el contrario, muchas veces la ocupación decae y la ocupación gira exclusivamente alrededor de tareas de juego, como deporte y aprovechamiento del tiempo libre. Ejercicio del poder, seguridad y comodidad se han constituido en ideales dominantes de la actualidad. Son, sin embargo, a su vez aquello, que suprimen el desarrollo de la capacidad de amar, cuando dominan unilateralmente la vida anímica. Un hombre que ama soporta incomodidades, por amor se expone a máximos peligros y sacrifica los instintos de poder. “El amor no domina, sino forma, y eso es mucho más.” De esta manera describe Goethe a esa fuerza central del alma en su “cuento”. Del mismo modo que podemos decir que el miedo puede socavar al amor, que el deseo de seguridad puede desplazar al amor y la comodidad hace decaer al amor- así también podemos decir, que el fortalecimiento de la capacidad de amar le marca sus limites al miedo, a la necesidad de seguridad y de comodidad, dentro de los cuales poseen una función plena de sentido en la vida humana. Algo similar sucede con la envidia, la vanidad y la ambición – pueden destruir al amor, pero, por amor, también pueden ser vencidos. Por un lado, la capacidad de amar parece ser algo muy delicado, endeble, puede ser cuestionada y perturbada desde todos lados. Pero cuando profundizamos en ella y buscamos sus orígenes, la descubrimos como una expresión del ser y como una fuerza, que en definitiva conforma la unión física, anímica y espiritual del hombre. Descubrimos en ella el valor por el cual se puede soportar todo, que nos porta, que nos protege, que es propiamente el núcleo del ser humano. Condiciones para la capacidad de amarEl amor despierta ya con la primera sonrisa en la edad del lactante. Y ya allí se ven claramente las leyes a las cuales esta supeditado. De hecho, el amor siempre está presente; sin embargo, sólo puede manifestarse y entrar en acción al ser despertado. Un adulto, que se dirige cariñosamente a un niño, despierta el afecto y la capacidad de amar de ese niño, y, a partir de allí, son cualidades del mismo. Puesto que el amor aparece primero a modo de sentimiento en el alma humano. Y, como todo sentimiento, está dormido hasta que algún día despierta; también la capacidad de amar está supeditada a esa ley. Hombres que piensan que no tienen determinados sentimientos, pueden estar seguros que se equivocan. Lo que sucede es que no han tenido la oportunidad de desarrollar estos determinados sentimientos en conexión con un acontecimiento, es decir, de ser despertados. Los sentimientos siempre son fenómenos –limite. Despiertan cuando se realiza el encuentro de una percepción del propio ser con el mundo perceptible. Miremos el amor allí donde aparece en un comienzo, donde se despierta de su sueño, siendo un sentimiento dormido, y de inmediato veremos su lado fuerte y su peligro. Su lado fuerte está dado en el hecho de que aparece como algo profundamente humano en la experiencia propia. La sonrisa que es respondida genera un proceso de vigorización reciproco, y por el hecho de que así uno ama al otro, esto se incrementa en el mutuo dar y recibir. Mientras que todo va de esa manera, todo va bien. En el hombre adulto de inmediato se nos aclara el problema que con ellos esta relacionado, dado que el amor no solamente es esta cualidad humana-central, sino, a su vez, es lo más bello que el ser humano puede experimentar. Y todo aquello que nos agrada, que vivenciamos como bello, lo queremos poseer. Y en ese lugar aparece entonces el lado problemático del amor proveniente del sentimiento. Dado que, en el momento en que se interrumpe la mutua alegría del uno por el otro, por el hecho de que tal vez uno de los dos tiene motivos de no enviar ya su sonrisa, todo amor, que ha sido despertado naturalmente, entra en una crisis y experimenta a su vez su prueba de confirmación. ¿Qué sucede si lo amoroso ha desaparecido, eso, que ha promovido el bello sentimiento del amar? ¿Qué hacemos entonces? ¿Acaso el amor, al igual como un sentimiento tambaleante, también desapareció? ¿O, acaso queda un remanente que posee una durabilidad independientemente del anímico ceder y negar? En un comienzo, con toda seguridad aparece una problemática de privación. Ha desaparecido la bella sensación del ser amado, y esto es vivenciado como una dolorosa carencia. El dolor sin embargo nos puede traer a la conciencia la pregunta acerca de lo que ha sido en realidad lo que hemos amado: ¿el bello sentimiento del amar, que parte de nuestra propia alma?; o, ¿al otro ser humano mismo, que ahora tal vez ya no está presente, o que actualmente parece estar amando mas a otra persona que a nosotros? En esa situación aquello, que hasta entonces hemos señalado como amor, entra a una crisis de conciencia. Y allí existen, como en toda crisis, diversas posibilidades para proceder terapéuticamente y buscar una salida. Se podrá llevar a cabo algo así como una intervención quirúrgica, y arrancar de nuestro corazón ese amor, diciendo: “Todo eso ha sido una equivocación, ha sido un error.” Pero entonces ese amor ya no está y queda una sensación de vacío en el alma. Podríamos sin embargo darnos cuenta, que aquello que en nosotros mismos ha despertado la capacidad de amar a través del ser humano amado, es una fuerza que puede seguir viviendo en nosotros, también independientemente de ese ser. Eso nos muestra, que esa clase de amor es independiente de una simpatía o antipatía momentánea. El amor auténtico hacia el mundo o hacia otros seres humanos, lo podemos separar del amor hacia nosotros mismos. En la simpatía ambos están unidos de una manera no muy definida. Del mismo modo como una rosa puede ser contemplada por muchas personas, despertando en ellas alegría a causa de su belleza, así también otra persona puede despertar amor y gratitud en las más diversas personas, que independientemente de él, pueden seguir viviendo en ellas. Amor se transmite en fuerza, que, una vez despierta, puede ser regalada, aun cuando nada se recibe a cambio, es decir, aun cuando cese el amor recíproco. Así, el amor acompaña al amado, y se convierte en algo, que parte del ser humano, dejando de ser un objeto del poseer y del requerir. El problema del egoísmoEl hecho de que cada amor que ha despertado, alguna vez tiene que pasar por la prueba acerca de cuanto amor hacia uno mismo esta allí contenido y cuanto amor ha sido dedicado al otro, es una especie de condición fundamental para el desarrollo de la capacidad del amar. Esa prueba otorga a su vez la posibilidad de poder hallar la dimensión espiritual del amor: de vivenciarla como fuerza, que comunica al propio ser con el mundo y que está en condiciones de vencer el amor propio y el egoísmo. Dado que, en la medida en la que extendemos nuestro amor propio hacia nosotros mismos, y nuestro egoísmo, es decir “el querer tener” a todos los contenidos del mundo, o sea, incluir dentro de nosotros los intereses del mundo, el egoísmo perderá su condición de excluyente. Hombre y mundo nuevamente conforman una unidad y el uno es para el otro. El egoísmo impone una carga para el individuo humano tanto mayor que menor relación con el mundo posee. La simpatía y la antipatía ofrecen la posibilidad de vivenciarse como personalidad y de ponerse limites. Necesitamos todas estas posibilidades, para mantener nuestro propio espacio evolutivo. Cuando, por ejemplo, queremos aprender algo, tenemos que apartar de nosotros, todos los impedimentos y las evasivas. En un hogar de estudiantes, por ejemplo, podemos leer un cartel en la puerta: “Por favor, no interrumpan.” Entonces se sabe, allí esta sentado un pobre estudiante y se mata estudiando para un examen. No se puede contar con él para tomar un café, no podemos distraerlo. Esas puertas cerradas, esas pasajeras antipatías frente al mundo son necesarias, cuando todas las fuerzas deben ser orientadas hacia algo determinado dejando de lado todas las demás alternativas. Concentración significa, elegir una de todas las posibilidades y dedicarse a ella plenamente. Sin embargo, también necesitamos una cierta medida de simpatía para evitar que la antipatía nos convierta en solitario extravagante. Ese cambiante juego de simpatía y antipatía es necesario para toda situación de desarrollo y de aprendizaje. Vivimos entre separación y dedicación, autoprotección y entrega. Quien bajo condiciones de extrema demarcación ha preparado un examen difícil, luego podrá –si todo ha salido bien- colocar lo obtenido al servicio del contexto social. Con ello a su vez se explica, que no es fácil, evaluar los fenómenos de discriminación y de aislamiento, de la exclusión. ¿Dónde es justificada la limitación, la demarcación, para que algo pueda desarrollarse, para que luego, mas adelante ese excluido pueda ponerse nuevamente a disposición de los demás? ¿Dónde está el límite de la mera expresión de egoísmo, la facultad de poder, de la comodidad? En nuestra realidad de la vida social, donde una y otra vez estamos confrontados con fenómenos demarcatorios tales, es decisivo entender bajo estos aspectos, de que se trata. Dado que, en definitiva detrás de cada antipatía se oculta una debilidad, una necesidad de protección y de amparo, que deberá ser descubierta. Cuanto más débil alguien es en la estructura de su personalidad, en tanto mayor medida vive, ya sea en desmedida simpatía con todos, o en antipatía con los que piensan diferente a él. Y por otra parte: Cuanto más fuerte es una persona en su interior, menos necesidad tiene de demarcarse mediante antipatía, de protegerse y de excluir otras cosas y tanto mas consciente y personal será su orientación de simpatía hacia el entorno. Personas, que diseminan mucha antipatía a su alrededor y que tienen que rechazar muchas cosas que en realidad a ellos se aproximan afectuosamente, aun necesitan fuerza para desarrollar su autoestima. Ese es el sentido y la gracia de la antipatía. Nos ayuda a encontrar la consciencia de nosotros mismos y no perdernos difusamente en la simpatía con el entorno. Es por ello, que se plantea la pregunta para la educación: ¿Cómo podemos fortalecer la consciencia propia del niño de manera tal, que en la edad adulta, la antipatía no necesite ser requerida para el fortalecimiento de la autoestima, lo cual entonces necesariamente tendría que conducir a la discriminación y a la crítica destructiva? ¿Qué puede hacerse, para que la capacidad de amar, en un comienzo, pueda desarrollarse en combinación con la simpatía, para luego ir desprendiéndose más y más de la misma, año tras año, pudiendo madurar en la edad adulta de tal manera que se constituya en amor espiritual? La pregunta, sin embargo, puede ser la siguiente: ¿Cómo puede ser fomentada la relación del niño hacia el mundo ya desde el primer día de su vida de tal manera que la simpatía y la antipatía sean requeridas siempre de igual manera? ¿La antipatía dentro de la confrontación perceptiva que nos aportará darnos cuenta, el reconocer y la simpatía dentro de la amorosa confrontación? Pasos para el desarrollo de la capacidad de amara. La experiencia sensorial La primera relación que el niño edifica hacia el mundo, es determinada por completo mediante los sentidos y sus experiencias. ¡Cuantas vivencias sensorias tiene un niño entre el levantarse y el acostarse en el curso de un día! ¡Que disposición espontánea muestra en la edad del andar a gatas, queriendo investigar y descubrir absolutamente todo! Aquí, la vivienda debería estar instalada de tal manera, que al niño se le imponga la menor cantidad de barreras posible. Significa educación hacia la carencia de amor, el tener que arrebatarlo de todos lados y constantemente tener que controlar, lo que puede tocar y lo que no puede tocar, es como delimitarlo antipáticamente. La experiencia sensoria del mundo en toda su dimensión, es la base de toda capacidad del amar, dado, que establece la referencia al mundo. Y cuando el adulto todavía se detiene junto al niño diciendo lleno de admiración: “¡Mira que LINDO es esto!” Esa impresión sensoria se profundizara aun más. Una flor mirada en común, un cielo vespertino o un cuadro, conecta el ser del niño de modo inmediato al mundo circundante y despierta sentimientos de alegría y de veneración, tal vez también de devoción y del descubrimiento de lo bello –sentimientos plenos de relación. Las viviendas en cambio, en las cuales poco pueda ser experimentado y descubierto, implican impedimento. Los medios que muestran imágenes engañosas al niño, que no pueden ser experimentadas: Una pequeña cinta magnética por ejemplo produce sonidos del agua que cae, un televisor produce colores y formas que son muy diferentes en intensidad y particularidad que en la vida real. Esa agua no puede ser tocada, ni bebida, ni investigada. Los objetos no pueden ser palpados. Estos datos, ¿acaso no pueden revelarnos el porque tantos niños ya en sus primeros años de vida experimentan una especie de educación hacia la ausencia de relación? Poseen una carencia de experiencias del medio ambiente, a diario practicadas y descubiertas con alegría. Ninguna persona ha adquirido la plenitud del amor, el cariño mediante los sermones de moral –solamente, mediante la experiencia propia. Fácil es decir: “¡Sed cariñosos los unos con los otros!” Si no está respaldado por la experiencia, lo único que se obtendrá es carga para la conciencia. Se sabe, que en realidad se debería ser diferente de cómo se es –pero no se sabe como lograrlo. Una mala conciencia es la consecuencia. Esta carcome al alma y no contribuye a un crecimiento de la capacidad de amar. Mediante un cultivo consecuente de los sentidos, de cada uno de ellos: sentido del equilibrio, sentido del movimiento, sentido de las formas, sentido de los colores, sentido de los sonidos, podemos conectar a los niños de manera real al mundo, despertando de esta manera su capacidad de amar y de sentir alegría por el mundo. b. La vivencia de la alegría Otro paso adicional en la educación hacia la capacidad de amar puede ser hallado, cuando observamos, como el niño pequeño vivencia al mundo. Aun posee la facultad de la alegría existencial, elemental. Cuan inmensa –desenfrenada- puede ser su alegría frente a un descubrimiento cualquiera, acerca de un objeto. Si logramos realizar un consciente trabajo acerca del re-descubrimiento de los momentos de alegría también en nuestro mundo de los adultos, esa alegría que entonces podremos irradiar, logrará un apoyo esencial para el fomento de la alegría existencial de los niños, y con ello también su capacidad de amar. Por el contrario, la ausencia de alegría y la resignación de los adultos, actúa de modo paralizante sobre la actividad de los niños. Hasta ahora, hemos considerado al amor a modo de sentimiento y como fuerza espiritual relacionada con la toma de conciencia. En cuanto a la alegría, tenemos con ella, el aspecto de la fuerza del amor. El estar colmado de alegría, está relacionado con una vivencia de fuerza. Es algo que irradia del hombre de un modo volitivo, y que hasta puede contagiar a otras personas, de modo tal, que pueden sentirse vigorizadas, fortalecidas. Una postura fundamental de vida con alegría de los adultos fortalece y nutre la fuerza del amor. Puede ser cultivada en los niños, por ejemplo, mediante la configuración conjunta de las fiestas anuales. Mucho se habrá obtenido, si logramos despertar la alegría preliminar ante estas festividades en los niños y el clima de expectante alegría por su celebración. c. Castigo –renuncia y superación del conflicto Un paso mas en la educación hacia la capacidad de amar es el apropiado manejo del castigo y el adecuado uso de la renuncia. ¿Cómo se maneja el adulto con las malas experiencias, con problemas, con los conflictos? Al vivenciar el niño a un adulto que difícilmente pueda renunciar a algo, que esquiva los problemas y los conflictos, ese ejemplo tendrá un efecto negativo sobre el proceso de desarrollo hacia la capacidad de amar. Dado, que la capacidad de manejarse con los conflictos, de no esquivar los problemas y de realizar renuncias plenas de sentido (cuando con ello se beneficia al bienestar del conjunto), es justamente aquello, que prepara la posibilidad de poder desarrollar mas adelante en la vida la facultad de separar la parte del amor por uno mismo, del autentico amor y descubrir la fuerza espiritual del amor, que no depende de simpatía y antipatía. Es el mismo proceso doloroso que allí se lleva a cabo, que guarda relación con la superación del egoísmo y del que se dice: Batallar con uno mismo, es la más difícil de todas las guerras. Vencerse a sí mismo, es la más bella de todas las victorias. Si un niño vive con adultos que logran elaborar las vivencias negativas de manera tal que les sirvan de aprendizaje, pudiendo entonces desarrollar algo positivo a partir de allí, recibe un apoyo para el desarrollo hacia la capacidad de amar. Los niños que únicamente vivencian alegría y que nunca tienen que renunciar a nada, seguramente desarrollan una relación de simpatía hacia el mundo circundante. Mas adelante les falta, sin embargo, la posibilidad de mantener su amor por el mundo circundante de matiz simpático, a través de la crisis de la prueba decisiva. La simpatía se transforma en antipatía al encontrarse con un contratiempo. Las vivencias negativas luego conducen a graves frustraciones, en lugar de promover procesos de aprendizaje. Con los niños de mayor edad debería hablarse acerca de problemas y delitos punibles, dejándoles vivenciar, que en el mundo no existe algo malo que no a su vez pueda conducir a algo bueno, al ser elaborado y trabajado de la manera adecuada. Por supuesto, que es fácil de comprender, que en ocasión de un acontecimiento feo se diga: “¡Que vergüenza, que injusticia, no he merecido esto!”, distanciándonos con sentimientos de antipatía. Aunque es comprensible ese comportamiento, contribuye sin embargo a un clima antipático-destructivo. En cambio es beneficioso preguntarse: ¿Por qué este acontecimiento me ha ocurrido a mí, y no a mi colega X o a la señora Y? ¿Acaso, este acontecimiento tiene que ver algo especialmente conmigo? ¿Quiere darme una enseñanza? Un pensamiento así, evidentemente, exige un cierto desprendimiento, puesto, que la vanidad satisfecha por el sentimiento de que “yo no me merezco esto” ha tenido que ser superado. La superación del amor propio en la aceptación de hechos adversos del destino no es un paso sencillo. Ya, que uno tiene que confesarse: esto no solo lo he merecido, sino que me ha pasado porque tiene que ver algo conmigo, porque me corresponde, a partir de ello puedo trabajar, puedo aprender cosas, que aparentemente hasta ahora no he podido aprender por estar en la etapa más dulce de mi vida. Esta superación del amor propio es necesaria, para que la elaboración del conflicto pueda tener un resultado positivo. Esto ayuda a los niños en su desarrollo, pues crea un clima de disposición al aprendizaje, a querer cambiar y crecer. Le ayuda al niño en su desarrollo, que a su vez tiene que pasar por constantes transformaciones y crisis. Muchos adultos no lo logran, por el hecho de no haberlo aprendido. De hecho es mucho mas difícil adquirir mas tarde la facultad de no solamente soportar lo negativo, sino de elaborarlo dándole un sentido. Esto es trabajoso, es duro, y muchos necesitan una ayuda, porque no lo logran mediante su propio esfuerzo. Podemos enseñar a los niños si ya en el jardín de infancia y en la edad escolar les permitimos vivenciar cómo resolver positivamente dificultades problemas. De esta manera adquieren cualidades para la época venidera de su vida, criándose como seres humanos contentos y positivos frente a la vida. Al contemplar los tres pasos mencionados para el fomento hacia la educación de la capacidad de amar; nos damos cuenta, cuanto de ello está faltando en la practica de la educación en la actualidad. Es por ello que no debe asombrarnos, que entre los adultos impere tanto desamor en la convivencia social. Lo específicamente humano que no se ha despertado, que no se ha adquirido mediante la educación, que no se ha cultivado; pero que sin embargo, se halla oculto en cada ser humano. ¿Qué puede hacer el adulto para desarrollar su capacidad de amar? El interés y la comprensión conducen a la capacidad de amar. Por lo tanto la pregunta debe ser ¿como puede el adulto vigorizar su capacidad de interés y de comprensión?. Podríamos comenzar tal vez preguntando: ¿Acerca de que no he estado reflexionando hace mucho tiempo? ¿Acerca de que en realidad nunca he mostrado interés alguno? Y luego comenzar a ocuparnos de eso. Podemos intentar también formularnos la pregunta acerca del porqué sentimos antipatía con respecto a ciertas personas, y preguntarnos entonces, porqué esa persona se habrá vuelto así, como muestra ser ahora y porque sentimos ese rechazo. Si logramos establecer con ella una relación comprensiva en ese sentido, en lugar de condenarla moralmente, ya puede cambiar algo en esa persona. Sin esta relación impulsada por el interés, las cosas y los hombres siguen siendo como son. Una relación sin embargo, que se establece mediante el interés y mediante la comprensión, siempre ofrece la posibilidad de que algo pueda cambiar, pueda transformarse en nosotros mismos y en el otro. Una etapa siguiente podría ser, ejercitarse en tomar muy en serio aquello por lo que nos interesamos. No establecer una mera relación, sino entrar también en un auténtico compromiso. Muchas personas a nuestro alrededor sienten que no se las toma en serio. No quiere decir que falte el interés –pero, no se produce ese segundo paso, el de no solamente sentir interés, sino aceptar a la persona como es, como punto de partida para un camino en común, que mas tarde o mas temprano pueda conducir también a un cambio. La tercera etapa sería luego, llegar a una real comprensión. Pues sí alguien se siente comprendido, el amor ya no esta muy lejano. Si comprendo a una persona, y sé donde están sus limites, y donde están sus lados fuertes, dejaré de exigirle determinadas cosas, simplemente porque lo comprendo. Entonces, a través de ese comprensivo entenderlo, se desarrolla el amor hacia el otro. De esta manera se da la posibilidad, de utilizar el conocimiento adquirido para amarlo y no, para dominarlo. Ya no se aprovechan no la fortaleza, ni la flaqueza del otro para fines personales, sino que actuaremos de manera que el otro pueda mostrar su mejor lado y pueda usar su fuerza en sus mejores posibilidades de lo social. Goethe ha dicho al respecto: “Solo llegamos a conocer aquello que amamos.”. Conocer algo realmente, equivale a amarlo. Si solamente sabemos aquello con lo cual dominamos al otro, o aquello que nos interesa, sin una comprensión mas profunda, poco sabemos de esa persona. Conocimiento, como poder, es conocimiento unilateral y reducido. La comprensión real en cambio, conduce a un conocimiento más abarcante, que respeta al otro con sus intenciones. Esto proceso del aprendizaje en la mutua comprensión, lleva una nueva cualidad a la vida social, estrechamente unida al amor: la cualidad de la libertad. Si comprendo a alguien, entonces puedo, en determinadas situaciones renunciar a algo que me gustaría obtener de él, puedo respetar su libertad. Al mismo tiempo dejaré de dominar al otro con mis simpatías y antipatías. Cuando el amor se une de esta manera con la capacidad de reconocer, de comprender, y cuando el amor se constituye hasta en fuerza de comprensión misma, conduce a la vivencia de la libertad. Quien de hecho ama un asunto o una persona, puede darles el espacio de libertad y las posibilidades de desarrollo que necesitan. Ese lado social –ético de la vivencia de la libertad, ha sido expuesto detalladamente por Rudolf Steiner en su libro “La Filosofía de la Libertad”. Otra posibilidad para educarse en la capacidad de amar, es el camino a través de la vida de los sentimientos. Como el sentimiento de amor se manifiesta en forma de una vivencia de armonía y paz, podemos realizar el ejercicio de crear las condiciones previas para la armonía y la paz. La condición previa más importante, es la capacidad de la calma, la serenidad interior. Pues sin la calma no es vivenciable el punto de equilibrio en la vida del sentir, alrededor del cual pueden tranquilizarse los sentimientos de oposición y resistencia y pueden ser llevados a la armonía. Es por ello, que uno de los medios más importantes para despertar nuevamente el sentimiento del amor, es la ejercitación de la calma interior. Existen diversas posibilidades para aprenderlo. Al respecto Rudolf Steiner ha dado indicaciones en su libro “¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?”. Una posibilidad es, llevar a la conciencia un determinado pensamiento o un acontecimiento, manteniéndolo allí por un tiempo. En momentos así, pronto nos daremos cuenta, como se va tranquilizando el fluir de la vida de los sentimientos y de los pensamientos, concentrándose. Si logramos vivenciar la cualidad de la calma, habremos dado un paso muy importante. También podemos buscar en el recuerdo, vivencias en las cuales hemos experimentado una profunda tranquilidad. Lo importante es, tomar conciencia de esa serenidad en la mayor medida posible y compenetrar con ella plenamente a nuestra vida del sentir. También para el ámbito de la voluntad existe una posibilidad de fortalecer la capacidad de amar de modo inmediato dentro de la autoeducación. Todo acto volitivo se orienta a algo, tiene una finalidad. Al respecto deberíamos preguntarnos siempre: el otro, a quien esta destinado el acto, ¿lo necesita realmente? ¿Disfruto yo mismo mi acción, o la realizo verdaderamente para el otro? Una vez me han pedido consejo para cierta situación: Se trataba de una persona, que constantemente se estaba sacrificando por otras personas y que al mismo tiempo fastidiaba de tal manera a los demás, que ya no lo soportaban, diciendo: “No quiero que me sigas ayudando. Prefiero que aquí impere algún desorden o que algo quede sin hacer. Por favor, piensa también alguna vez en tí y en tus propias cosas”. La otra persona estuvo desesperada por esas palabras y dijo: “Quiero solamente lo mejor para tí; ¿por qué no dejas que te ayude?”. Hay matrimonios que sufren porque o se hace demasiado, o se hace demasiado poco por el otro. Aquí, puede ser muy útil esa pregunta si lo hacemos realmente por amor al otro. En su “Filosofía de la Libertad”, Rudolf Steiner dice lo siguiente: “Vivir dentro del amor hacia el actuar y dejar vivir dentro de la comprensión de la voluntad ajena es la máxima fundamental del hombre libre.” Los hombres de esta manera libre, actúan siempre con plenitud de amor. Con ello, sin embargo, se clarifica asimismo cuan difícil es. Dado que, una acción plena de amor requiere siempre del sacrificio de dejar de lado, aquello, que nosotros mismos disfrutamos del accionar y que ocultamente lo estamos haciendo para nosotros mismos. Tan pronto que el amor llegue al campo de la voluntad, exige el sacrificio del amor por uno mismo. Y esto deberá ser practicado sistemáticamente, para que pueda conformarse en una capacidad, la capacidad del amar. Por supuesto, que podemos preguntarnos ahora: “¿Para qué sirve ese amor por nosotros mismos? ¿No habrá que extirparlo por completo?” De hecho, seria un malentendido. El amor por uno mismo sirve exactamente por lo que indica la palabra: para nosotros mismos. Necesitamos una determinada medida de ese amor por nosotros, para sostener nuestra conciencia propia y para ubicarnos frente al mundo, comprendiéndolo. Estamos equivocados pensando, que las personas que poseen poco amor por si mismas, tengan mucho amor por el mundo. Aquellos, que tienen un mal trato con los demás, a menudo ni siquiera se soportan a sí mismos. Es necesaria una determinada medida de amor a uno mismo, para proveernos nosotros mismos con aquello que necesitamos. Entonces, no necesitamos reclamarlo a los demás, o esperar que otros nos lo brinden. Para mantenernos sanos y para otorgar una determinada orientación a nuestra vida y a nuestro trabajo, ese amor hacia nosotros es necesario. Es por ello, que para que ese amor cobre validez, y eso vale para todo amor en general que se refiere a algo en el mundo: Que se le brinde al amado lo que necesite para su desarrollo. Pues, al amar una cosa, al amar un trabajo, al amar una persona, a cada una debo darle lo que necesita. Amar significa siempre, trabajar en restablecer una armonía, una consonancia –vale decir, dar a una situación, a un ser, aquello que necesitan para su bienestar. Y lo que cada hombre necesita para sí mismo y debe darse a sí mismo, y hacia donde todo amor hacia uno mismo puede orientarse de modo saludable, es el sincero autoconocimiento. La capacidad de evaluarnos correctamente en nuestra relación para con el mundo –es lo único hacia lo cual el amor puede orientarse sin restricciones, sin alterar ninguna otra cosa. Si a todo aquello que viene a nuestro encuentro lo utilizamos para nosotros de una manera tal que beneficia al conocimiento de nosotros mismos, que incremente las experiencias para encontrar nuestro sitio en el mundo circundante, convirtiéndonos en útiles para el mundo, entonces, el amor hacia nosotros mismos ha sido empleado, tal como puede ser empleado de modo saludable en todo contexto social. Entonces, estará provista asimismo la satisfacción en la vida. Y, estaremos frente al hecho aparentemente pedagógico, de que, quien emplea el amor por uno mismo en favor del conocimiento de sí mismo, por otra parte aprenderá cada vez con mayor facilidad, dar a los hombres y a las cosas aquello que necesitan. Preguntas con respecto al tema: Pregunta: Usted ha dicho, que tenemos que utilizar lo malo, para reconocer lo bueno. Me han contado acerca de una violación de una niña. En este caso, me resulta difícil ver los aspectos para darme cuenta de lo bueno.
Respuesta: De hecho, es difícil. Deberíamos tomar en cuenta todo el contexto de ese suceso. Por un lado, tenemos a la niña afectada y su entorno directo. Por la publicación, tenemos, hoy el gran medio de aquellos (a los que ahora también pertenecemos nosotros) que a través de su conciencia tienen que confrontarse con el hecho, sin haber sido afectado directamente por el mismo. Aun, cuando en el momento no podemos hallar nada bueno con respecto a los directamente afectados por el terrible suceso, ocurre lo mismo para el círculo más amplio. Para nosotros podrá ser un motivo de reflexión, acerca del porqué existe tanta criminalidad de este tipo en nuestra sociedad. ¿Cómo llega un hombre a hacer una cosa así? ¿Qué tiene que haber vivido en su niñez y en su juventud para convertirse en un criminal? Echemos una mirada al destino de estas personas: Son victimas de nuestra sociedad, sufren las consecuencias de carencias en su desarrollo y su educación. ¿Quién tiene la culpa? Por supuesto no sólo el criminal. ¿Por qué no logramos sacar las consecuencias de esa miseria, de ese desamparo y reclamamos enérgicamente una mejora de las condiciones sociales? Visto de este modo, el problema de la culpabilidad se desplaza del ámbito individual al ámbito social, y con ello a preguntas que se despiertan enfrentándonos con el mal. Cuanto más reducido es el enfoque y nos quedamos en detalles que despiertan sólo emociones de rechazo, más fácil es separar el asunto y al “culpable” del contexto social que creamos entre todos..Al Ampliar nuestro campo de observación podemos comprender, que esta persona a su vez es victima de una constelación. Es el chivo expiatorio, es decir portador sintomático de una enfermedad de nuestra sociedad y de determinados problemas educativos. Habrá que iniciar una acción que pueda promover un cambio. Tanto mas importante y urgente se torna, que el entorno y el circuito social más amplio, de aquellos que no se encuentran afectados directamente, se hagan cargo representativamente. Si se lograse sacar consecuencias reales de esta tragedia, que tal vez pese de por vida sobre el destino de esta niña, despertando las fuerzas necesarias para promover un cambio en las condiciones sociales, entonces, también ese mal hubiese promovido un bien. Cuan lejos estamos aun de poder decirnos: Todos nosotros tenemos un problema, si en nuestro entorno vive un criminal. Condenar a alguien es mucho más fácil y a veces hasta resulta ser una auto-satisfacción poder decirnos: ¡Yo nunca seria capaz de hacer algo así! Es muy simple, proyectar el odio y el desagrado hacia los así llamados malos; con ello, sin embargo, no hemos ganado nada en absoluto. Al orientar, un cambio, toda esa energía, que destructivamente se expresa en el odio y en la ira, hacia nuestro interior, puede sufrir la pregunta: ¿Que puedo hacer yo para que las condiciones sociales cambien de manera que los crímenes ocurran cada vez con meno frecuencia?, con celo daríamos sentido a un hecho, que en un principio apareció solamente negativo y absurdo. De hecho esta pregunta acerca del mal solo podrá hacerse cuando estamos dispuestos a tener en cuenta el riesgo de la evolución humana en sí. El riesgo de un desarrollo hacia la capacidad de amar, tiene que contar con lo no-amoroso, con la ausencia de libertad y con el mal. Pregunta: Yo aun tengo dificultades con el concepto del sacrificio en relación con el amor. ¿Acaso, no esperamos gratitud, cuando hacemos un sacrificio y ese sacrificio no fomenta el amor por nosotros mismos? Respuesta: Corresponde, justamente, a la definición del sacrificio, de que nada recibimos a cambio. De otro modo, deja de ser un sacrificio. La palabra “sacrificio” significa que se entrega algo, sin preguntar, sí se recibe algo a cambio. Y esto solamente puede hacerlo el amor. Ninguna otra fuerza dentro del hombre puede sacrificar sin pedir nada a cambio. Todas las demás cualidades humanas, piden algo a cambio. Solamente el amor no pide nada por ser el mismo tan rico, que puede donar sin perder nada. Cuanto más amor regalamos, tanto mas tenemos. Si realmente sacrificamos en ese sentido, nunca quedaremos vacíos. Con ello, el concepto del sacrificio pierde ese amargo gusto adicional. Pregunta: ¿Qué puede hacer el discriminado mismo, para obtener aquello que necesita? ¿Por ejemplo, un enfermo de SIDA? Respuesta: Aquí estamos en una situación similar como en el caso de la niña violada: los enfermos de SIDA, a menudo discriminados, generalmente pueden hacer poco para sí mismos. Su vida y su padecimiento es más bien una llamada a los sanos a entrar en acción. Por lo tanto esta enfermedad realmente es un llamamiento a nuestra sociedad para llevar a cabo un acto de autoconciencia, de toma de concienciación: ¿Bajo que circunstancias aparece esta enfermedad? ¿Qué podemos aprender a partir de la misma? ¿Cuál es su esencia? En ello, tienen que trabajar los sanos para aprender, mientras que los enfermos necesitan de todo nuestro amor, porque en la mayoría de los casos no pueden ayudarse a sí mismos. De nada sirve decir: “Algo así, en realidad no debería existir”, sino, en cambio: “¿Por qué, se ha presentado esto, y cual es la causa y la misión de esta enfermedad?” Quien lee el libro reciente de Elisabeth Kuebler-Ross acerca de su trabajo con los enfermos de SIDA, y sus familiares, se podrá encontrar con una guía, acerca de cómo los hombres pueden aprender a amar. Es maravilloso, como trata de despertar la capacidad de amar en el entorno de estos enfermos, sabiendo que es el medio curativo esencial, disponible siempre, sin efectos secundarios. Pregunta: Me gustaría saber, si hay una posibilidad de progresar con la sinceridad en el autoconocimiento. Me cuesta definir, lo que es el amor a sí mismo y cual es el contenido del verdadero amor. Respuesta: ¿Cómo llegar al verdadero y sincero conocimiento de nosotros? Seria un tema para toda una charla completa. Es difícil decir algo al respecto con pocas palabras. Una ayuda esencial, es el trabajo antes mencionado, del creciente interés por el otro ser humano. El conocimiento de nosotros mismos despierta del modo mas sincero y saludable con la tomar de conciencia del mundo y al mismo tiempo de nuestra particularidad de ser diferente de los demás. Pregunta: Tengo un problema con la superación del conflicto a través de los adultos. Por ejemplo, me enoja cuando mi hija pasa medio día en el jardín de infancia y luego me cuenta, que allí a veces impera un clima ruidoso y poco armonioso. Como tengo una actividad profesional, ella tiene que quedarse en el jardín de infancia ¿Tengo que intervenir y mostrar a mi hija como se puede dominar esa situación? Respuesta: Este es un buen ejemplo, para tratar con quejas. ¿Quién ha establecido las condiciones bajo las cuales se han presentado las quejas? Usted misma ha dicho, que es su actividad profesional, la razón por la cual su hija tiene que permanecer en el jardín de infancia. Si usted necesita el jardín de infancia para asegurar a usted y a su hija una existencia humana digna, entonces, la niña debería poder vivenciar que usted siente gratitud hacia este lugar. De esta manera, usted puede contribuir a que su niña vaya con agrado, aun, cuando allí pueda haber aspectos negativos. Por otra parte, usted tiene también la posibilidad de hablar con las maestras para ver como se puede crear un ambiente menos excitante a través de una iniciativa de los padres. Tal vez, tan solo haga falta alguien, quien al final de la mañana le ayude a la maestra par que los niños no estén abandonados en ningún momento a sus juegos ruidosos. Pregunta: Antes, cuando mi hija era pequeña, todos la habían encontrado sumamente simpática y bonita. Desde que tiene mas edad, sin embargo, participando de las conversaciones de los adultos, se defiende, ya no acepta todo; la educación se ha vuelto muy difícil. ¿Cómo podemos manejarnos con las personas que se quejan de la niña? Respuesta: Aquí tenemos un ejemplo, de cómo el amor materno pasa por la crisis por la cual algún día tiene que pasar todo amor. Habrá que recordar muy a menudo la alegría que ha sentido cuando aun nadie se quejaba. El motivo de la alegría no ha desaparecido por el hecho de que la niña actualmente esté cambiada. Es la misma niña. Detrás del deseo de que los hijos propios sean bien vistos por toda la gente se oculta naturalmente también amor propio. Al darnos cuenta de ello, podemos escuchar con toda calma cuando alguien se está quejando, y decir: sí, mi hija actualmente tiene una fase un poco critica, pero eso pasará. El amor, que se libera de simpatía y antipatía, le dará la calma para responder.
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