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INFLAMACIÓN, ENFERMEDADES INFANTILES, PROFILAXIS MEDIANTE LA VACUNA (Georg Soldner y H. Michael Stellmann)

 

Hay una cierta ironía en el hecho de que ahora tenemos que buscar nuevos caminos para reproducir las enfermedades infecciosas contra las cuales hemos estado luchando con gran éxito durante las últimas tres décadas (¡). Se trata de un desafío importante a causa de la gravedad de las afecciones alérgicas y de auto-inmunidad. (Bach, 2002)

 

Mediante estas palabras, el renombrado alergólogo F. Bach resume los resultados de sus investigaciones con referencia a la patogénesis de las alergias infantiles. Llega a la conclusión de que es menester buscar nuevos caminos para reproducir enfermedades infecciosas en la edad infantil.

De cualquier modo, en la actualidad no es factible transmitir, sobre todo a colegas médicos, que existen médicos que conscientemente quieren mantener enfermedades infecciosas, como, por ejemplo, el sarampión. Enfermedades por las cuales en los países con pobreza y jambre mueren cientos de miles de niños, mientras que en Alemania desde hace mucho tiempo mueren más niños de asma bronchiale que de sarampión, Y, ni hablar de los muchos embriones, físicamente sanos, que mueren a causa de los efectos secundarios de la amniocentesis, vale decir, directamente a causa de intervenciones médicas, que reclaman para sí el carácter de prevención para el niño. Y, hasta el aborto de los niños mongoloides tiene una aceptación mucho mayor entre los médicos que la libre decisión de los padres con respecto a la vacunación: médicos que abogan por la libertad de decisión respecto de la vacunación, ahora deben contar en el ínterin con consecuencias judiciales en la profesión en la Cámara Médica , a pesar de que, según el informe del renombrado constitucionalista jurídico profesor Zuck, esta medida decidida en el último congreso médico se encuentra en clara contradicción con la constitución alemana, que garantiza la libertad de investigación y enseñanza.

Naturalmente, a nadie puede convencer espontáneamente el hecho de que un médico abogue por el mantenimiento y la difusión de una enfermedad como el sarampión. Se llama al pediatra para que el niño se sane y, en lo posible, conserve la salud. Por otro lado, la inmunología de la actualidad revela, de manera comparable a la investigación del estudio del hombre de la antroposofía, que las inflamaciones agudas, y su superación, son indispensablemente necesarias para el desarrollo de una saludable autorregulación inmunológica en la edad infantil.

Las enfermedades inflamatorias agudas en la temprana edad infantil son las que en esa perspectiva posibilitan la encarnación de la individualidad humana, la individualización del cuerpo y la identificación activa con la corporeidad propia. Quien niega estos conocimientos obtenidos no está tomando en cuenta el avance de la investigación medicinal inmunológica. Frente a ello, la pediatría atroposófica misma ha dado el impulso para investigaciones epidemiológicas decisivas con respecto a la generación alérgica (Alm y Swartz, 1999, Floistrup et al 2006), que, con independencia de la industria y su financiación, cimenta empíricamente la siguiente exposición acerca de la importancia de enfermedades inflamatorias agudas en la edad infantil para una prevención duradera de enfermedades crónicas. Esta investigación muestra que un manejo individual cauto con antipiréticos, antibióticos y vacunas preventivas conduce a claras ventajas para los niños así tratados, sin aumento alguno de la mortandad.

¿Cómo puede ser evitado, empero, que esta investigación sea utilizada de manera tal que sus resultados no se difundan, empleándolos, además, como falsas pruebas en la afirmación de que los médicos pediatras antroposóficos y los padres son opositores a las vacunas? El hecho de que no lo son es demostrado por los mismos estudios que documentan un estado de vacunación diferenciado de los niños con estilo de vida antroposófico, que de hecho también documentan que estos niños no han sido vacunados en plena envergadura de las recomendaciones oficiales y que a menudo la vacuna se aplica en fechas posteriores a las recomendadas públicamente y, como ya lo hemos dicho, sin incremento de la mortandad o de inflamaciones agudas fatales. En este caso, lo decisivo es la postura que determina que nadie puede convencer cuando una minoría social se compromete frente a una enfermedad (los antropósofos apoyan el sarampión), que, empero, puede ser muy importante cuando una minoría sustancialmente se compromete en pro de la libertad. Dado que, la libertad y las decisiones tomadas mediante el compromiso propio son duraderamente la condición más importante para la salud. Así entendía la DDR la obligación de la vacuna, estando edificada al mismo tiempo sobre la opresión y el militarismo como forma de Estado, mientras que el respeto frente a la vida puede desarrollarse únicamente en una sociedad que apuesta a la libertad. Ante este trasfondo, no se trata de luchar por determinadas enfermedades y en contra de determinadas intervenciones, tales como vacunaciones, sino de la comprensión del aprendizaje del niño en el campo inmunológico y de comprometerse en el sentido de que los padres sigan teniendo la libertad de decidir los caminos de la profilaxis y la terapia. Solamente la acción a partir de la libertad crea para el niño también en lo moral las condiciones de la saludable imitación, el sano aprendizaje y el querer aprender, solamente las libres decisiones son hoy para los padres una base aceptable, sólida y duradera, dentro de la confianza al médico, al que le confían su tesoro más valioso: su hijo.

 

•  INFLAMACIONES

 

La inflamación es actividad corporal, es actividad propia del niño. Está sujeta esencialmente al calor y, a semejanza, como la actividad física orientada hacia fuera, eleva la temperatura corporal en el corredor de la maratón hasta más allá de los 40° C también en ocasión de la actividad inflamatoria orientada hacia el cuerpo mismo, la temperatura corporal puede llegar hasta más allá de los 40° C.

En el caso de la fiebre, de la fisiología sabemos (Temperatura positiva) que ese calor no solamente aparece a modo de efecto colateral de la actividad, sino que el organismo allí está buscando determinados grados de calor y los quiere alcanzar. Toda actividad propia puede, y hasta debe, ser consultada con referencia a su sentido a diferencia de una impresión provocada tan sólo desde afuera; la fiebre, la inflamación en general sirve para algo y no es meramente consecuencia de algo que debe ser normalizado y suprimido por el médico, sin averiguación alguna.

El Estudio Parsifal (Flöistrup et al 2006) ha podido comprobar ahora que hasta los así llamados supositorios febrífugos contribuyen a un aumento de las alergias en la edad infantil, mientras que jamás ha sido posible comprobar el beneficio de estos medicamentos con respecto al curso de la enfermedad o la disminución de los espasmo febriles. En tal sentido, la medicina basada en la evidencia desde hace mucho tiempo debería haber levantado su voz vehementemente contra la implementación de antipirético, lo cual, empero, asombrosamente hasta ahora no ha sucedido de ninguna manera.

Al limitarnos, en un principio, a la mera percepción de un proceso inflamatorio en el ámbito de la piel, por ejemplo, o también de las amígdalas, podemos observar las siguientes cualidades: calor, dolor, tumor y rubor.

En el calor se manifiesta el grado de actividad propia del organismo, que hasta puede ser medida y que se encuentra acrecentada en el ámbito de la inflamación.

En el dolor, que no es perceptible desde afuera, sino que sólo puede ser percibido en lo anímico por el paciente, se expresa una acrecentada percepción anímica del cuerpo propio, una incrementada presencia anímica en la región corporal inflamada. En el caso extremo, el dolor puede cautivar todo lo anímico, fijándolo en la corporeidad (por ejemplo, en ocasión del dolor de muela).

Con tumor, originalmente se señalaba una tumefacción (líquida o medio sólida): expresión de procesos metabólicos vitales, incrementados dentro de la inflamación, de un incremento en la exudación y la trasudación. Donde aparecen esas dolorosas hinchazones amenazan procesos de disolución, la pérdida de estructuras ya diferenciadas y tejidos asimismo diferenciados. Toda la inflamación en un principio, y en medida mayor o menor, disuelve algo de la corporeidad ya realizada.

En el rubor se expresa la hiperemia, un acrecentado riego sanguíneo, que es tanto condición previa como consecuencia de toda mayor actividad propia en el cuerpo. El cuerpo se ruboriza sobre todo allí donde existe el peligro de dominio en lo exterior: en el rubor anímico del mismo modo que en el ámbito de la boca de las mucosas, allí donde tiene lugar un intenso debate entre lo interior y lo exterior.

Sólo aparentemente alejado del tema, comparemos con ello el carcinoma, muy poco frecuente en la infancia, pero muy frecuente en el adulto.

•  Al paciente del carcinoma le falta el calor. Así fue que Witzel, en 1970, encontró en 150 pacientes que el riesgo de carcinoma relativa se hallaba aumentado en 11,4 veces frente a un grupo de control, cuando en los últimos 5 años nunca habían tenido una temperatura febril que superase los 38,5° C. En Heidelberg 1991, en el centro de investigación del cáncer, Abel (1986-1991) considera como bien fundamentada la asociación de riesgo de la ausencia de infecciones febriles y el desarrollo de carcinomas, aunque este hecho es desconocido por la mayoría de los investigadores del cáncer. La evidencia cumple los criterios cognitivo-teóricos más importantes que se impusieron como garantía de asociaciones de riesgo.

•  El carcinoma se desarrolla, lamentablemente, por tiempo excesivo de manera indolora, sin ser registrado por lo anímico. Muchas veces la relación hacia lo corporal está alterada en los pacientes con carcinoma o no muy bien afirmada, ya sea a causa de temores o antipatías frente a la propia corporeidad o también a causa de una actitud de orientación excesivamente fuerte hacia el exterior en lo anímico. Frente a ello, la inflamación conduce a una concentración de las fuerzas propias y las percepciones hacia el interior, acrecentando de esta manera la relación del alma y el cuerpo, cuando al suceso patológico se le concede espacio y quietud.

•  La hinchazón, el tumor en el carcinoma, no expresa una actividad vital propia del organismo, ninguna actividad de disolución y digestión del organismo en su conjunto, sino que configura primariamente una masa resistente, dura, no desplazable dentro y frente al organismo global, que luego a su vez prolifera en el cuerpo, llevando sus estructuras a la disolución, en lugar de ser disuelto por el mismo.

•  Es así que también falta el rubor, que es expresión de la atenta actividad inmunológica, propia del organismo.

 

Visto este trasfondo, también aquí el pediatra tiene que trasponer los límites de su campo profesional-médico para aprender a medir las consecuencias de su accionar en la actualidad, con gran rigor se impone la pregunta de cómo comprender las inflamaciones y cuál es el trato adecuado con las inflamaciones en la edad infantil.

¿No se manifiesta acaso en la inflamación el deseo, la búsqueda de dominar y superar un trastorno por medios propios, penetrado desde afuera, alterando el orden físico interior, actividad entrada desde afuera (bacterias, toxinas, por ejemplo) que el cuerpo busca paralizar y disolver o bien eliminar? ¿Acaso, en esa fuerza, en esa facultad de afirmarse físicamente en el mundo de esta manera por el propio esfuerzo no está dado un hecho irrenunciable para el organismo humano?

Mediante la pregunta acerca del sentido de la fiebre, el sentido de la inflamación, se impone asimismo la pregunta con respecto al autor de estos procesos. La mirada orientada hacia la naturaleza nos muestra que las plantas, como organismos vivos, por sí mismos no pueden producir tales efectos. En ocasión del experimento, organismos inferiores con temperaturas de calor alternado muestran que tienen mayor posibilidad de supervivencia cuando pueden acceder a regiones más cálidas que aquellas correspondientes a la temperatura de su entorno normal.

La fiebre puede ser producida únicamente por organismos homoiotérmicos. La capacidad de generar fiebre posee un correlato con un elevado grado de presencia anímica y autonomía. El singular grado de libertad de la organización calórica humana ofrece un amplio margen también respecto de la fiebre en la vida del hombre. Sin embargo, inflamación, sobre todo inflamación febril, significa a su vez un acrecentado catabolismo de la sustancia física propia. Esto posibilita a continuación en la tan importante fase de la reconvalecencia un nuevo anabolismo del cuerpo, que, sin el advenimiento hubiese seguido siendo el mismo de antes. El cúmulo de enfermedades febriles en la infancia cobra sentido aquí incluso en otra dirección: en ocasión de la fiebre, no solamente se disuelve y elimina mundo exterior extraño, sino también para de la corporeidad heredada de los padres.

Quien supone poder conservar la salud del niño alejándolo de los procesos referidos (compárese la tendencia a vacunas preventivas, antibióticos y antipirética, por ejemplo), parte de una salud sin posibilidad de desarrollo y sin relación con la individualidad. En realidad, el niño tiene que aprender a sostenerse frente a la naturaleza y la individualidad infantil no puede tomar posesión del cuerpo procedente de la herencia sin darle su carácter, su forma individual. La salud individual tiene que ser alcanzada recién en el curso de la infancia, no puede ser adoptada de los padres ni conservada durante toda la vida.

Ante este trasfondo, la pediatría individual pondrá su esfuerzo en la regulación de la actividad inflamatoria propia del niño, apoyándola en este sentido y recién en segundo término, es decir, cuando esto no puede ser logrado, implementará medidas que supriman o ayudan a suprimir la inflamación.

 

•  ENFERMEDADES INFANTILES

 

Sarampión, escarlatina, rubéola, varicela, paperas y tos convulsa conforman el círculo de las clásicas enfermedades infantiles en Europa central. La fiebre de los tres días y la estomatitis aftosa también pertenecen a las enfermedades infantiles. ¿Qué tienen en común estas cíclicas enfermedades infecciosas? ¿Qué las diferencia de las típicas enfermedades de la vejez, tales como la catarata, la esclerosis cerebral o la artrosis de coxis? ¿Podemos darle un contenido positivo al concepto enfermedades infantiles, más allá del debate sobre el sentido de las vacunas?

Las enfermedades infantiles aparecen en la superficie del organismo, a modo de exantema y anatema de las mucosas, como hinchazón (paperas) o ataque de tos (pertussis). Se manifiestan al ojo, al oído, al tacto del médico de manera de inmediata. En todos los casos, durante la enfermedad algo es llevado desde el interior del cuerpo a la eliminación, la secreción, que transcurren de modo típico y hasta patognomónico. Hoy sabemos que, a diferencia de las enfermedades de la vejez, cada una de esas enfermedades está fundamentada sobre un impulso específico del medio circundante, un virus que ha entrado en el interior del organismo. Sin embargo, ese virus no explica por sí mismo la sintomática generada activamente por el organismo. Visto de esta manera, cada enfermedad infantil predispone al organismo infantil a una actividad típica, no individual, de secreción.

Las complicaciones pueden presentarse cuando la enfermedad se apodera de órganos, como, por ejemplo, el oído medio o el sistema nervioso central, o bien cuando se paralizan el movimiento propio y la actividad de secreción del organismo, como en la nefritis de escarlatina, apnoe en pertussis. Por otro lado, los procesos de secreción y eliminación dependen fundamentalmente de la vitalidad y edad del niño. Las enfermedades infantiles en perspectiva global son problemáticas, sobre todo, cuando los niños crecen desnutridos, porque en muchos casos su organismo no está preparado para superar la enfermedad con sus propias fuerzas. Del mismo modo, las enfermedades infantiles se convierten en problema cuando aparecen en un momento no oportuno: demasiado temprano (sarampión del lactante, con panencefalitis, esclerotizante subaguda, SSPE) o demasiado tarde. Esto último es fomentado inoportunamente a través de las vacunas preventivas, sobre todo cuando la enfermedad no puede ser eliminada.

¿Qué organización, qué actividad propia, provoca en el hombre la secreción, la eliminación? Quien con imparcialidad estudia las simples actividades excretorias, como por ejemplo la sudoración o la secreción urinaria (pero también el gran ámbito de la secreción endocrina, hormonal) ya puede darse cuenta de la estrecha relación de estos fenómenos con la actividad anímica en el cuerpo. El estudio antroposífico del hombre (Steiner y Wegman, 1977, capítulo V, pág. 37) fundamenta detalladamente la relación, de manera tal que la secreción y la eliminación son promovidas originalmente mediante la organización anímica de los procesos de vida humanos. Ésta a su vez es promotora de todo movimiento propio, activo, sobre todo de la respiración. El hombre comparte este miembro de su ser con los animales, mientras que la planta muestra fenómenos de secreción y eliminación (por ejemplo, turgor de pétalos) solamente en los ámbitos límite que llegan a lo animal.

Por lo tanto, las enfermedades infantiles activan lo anímico dentro del niño y a menudo están acompañadas con una específica disposición anímica del paciente, como la llorosa necesidad de sentirse protegido durante el sarampión. El dominio del aspecto anímico se evidencia asimismo en el hecho de que transcurren de una manera típica, no individualizada, en forma de un acontecimiento regular, cíclico. Lo anímico guarda parentesco con el animal y conforma allí el máximo plano de la organización, mientras que al animal le falta lo espiritual-individualizador. El animal queda fijado siempre por lo típico de su especie; lo anímico se expresa de modo primordial en la actividad propia, sujeta al tipo de animal.

El curso de las enfermedades infantiles muestra un estricto orden temporario, más evidente en el sarampión y el exantema súbito. Al contagio desde afuera le sigue un incremento de los virus en el organismo y una fase de la generalización de viremia o eliminación de toxinas a la sangre (escarlatina, pertussis). Producida la actividad propia del organismo (exantema del sarampión, pero también estado convulsivo de pertussis), el organismo ya está obteniendo la supremacía frente al avance del virus al interior del cuerpo. Con la aparición de síntomas específicos, no de síntomas prodrómicos, ya comienza el proceso activo de la curación. En casos normales, las enfermedades infantiles tienen una curación completa. Esta es otra diferencia fundamental con respecto a las enfermedades en la ancianidad. La constante advertencia con respecto a posibles complicaciones en el marco de las discusiones referidas a la vacunación, oculta y recubre el concepto real de las enfermedades infecciosas cíclicas, que pueden ser llamadas cíclicas únicamente por el hecho de que su proceso normal desemboca en un restitutio ad integrum, dentro de la adquisición de facultades nuevas propias, relacionadas, no existentes con anterioridad a la enfermedad, excediéndose el término ad integrum.

Dentro de su orden confiable temporario, su proceso pronosticable, se expresa un profundo parentesco de las enfermedades infantiles con referencia al crecimiento del cuerpo, a la organización de vida del hombre, pues, elementalmente, la vida es la producción y organización de un cuerpo en el tiempo, según la ley del tiempo. Así, cada enfermedad infantil puede ser entendida como formación de corporeidad propia, activa, llevada a cabo a partir de lo anímico del niño. Inmunológicamente, esto puede ser reconocido a partir de la formación de la memoria, que resulta mediante el proceso de la enfermedad dentro del sistema inmunológico específico, no recibido de los padres. Cada una de las enfermedades infantiles por las cuales ha pasado el niño conduce a una competencia inmunológica nueva y duradera. La facultad obtenida en la superación de la enfermedad no se pierde en el curso de toda la vida (esto cobra validez también la escarlatina, cuando el concepto no se equipara con amigdalitis estreptocóquica, tomándosela con precisión).

Según esto, toda enfermedad infantil realiza un cambio duradero en el cuerpo. Indiscutiblemente, se trata de un aprendizaje corporal, y, de hecho, no sólo de modo abstracto, como sucede en el caso de una vacunación, sino en forma de una actividad plenamente concentrada en ese elemento ajeno al organismo. En ocasión de la enfermedad infantil, lo anímico logra concentrar al organismo en su conjunto, uniformemente, y activarlo. Significativamente, sólo ese accionar conduce a una inmunización duradera, mientras que toda vacuna sólo promueve una inmunidad parcial, siendo que apenas una parte de los vacunados se inmunizan a la vez, que el grado y la duración de la inmunización por la vacuna siempre guardan inferioridad frente a la inmunidad adquirida naturalmente.

Enfermedades infantiles son enfermedades inflamatorias, a diferencia del tipo esclerozante de las enfermedades de la vejez. En la organización del calor del hombre que produce la fiebre, el médico se encuentra a su vez con la actividad corporal volitiva de la individualidad humana. Mediante la inflamación altamente febril (caso sarampión), el hombre no sólo desarrolla una fuerza máxima de defensa frente al mundo exterior y los virus que desde allí penetran, sino que al mismo tiempo supedita al propio cuerpo a un proceso catabólico de profundo alcance. Por tal razón, la siguiente fase de la reconvalecencia debe ser adicionada a la duración de la enfermedad, dado que en ella se lleva a cabo la reestructuración del cuerpo, en principio heredado de los padres.

La individualidad humana fundamentalmente está dispuesta para trasponer el horizonte de sus antepasados, no sólo espiritualmente, sino también anímica y corporalmente. Esto se evidencia ya en el hecho de que únicamente en el caso del hombre acontece una crisis de la pubertad, que conduce al desprendimiento anímico de los padres, marcando el comienzo de una vida esencialmente autodeterminada. Solamente el hombre. Solamente el hombre ese momento experimenta un nuevo impulso de crecimiento que modifica las proporciones del cuerpo. En correlación con la independencia espiritual, se observa la transformación y configuración personal de la corporeidad heredada, que ahora se diferencia cada vez más de aquélla de los padres. Con la llegada de la pubertad, el animal adopta definitivamente, en cambio, los modales de sus antepasados y con la conclusión de su época de juventud se acerca en medida mayor a los mismos.

La infancia, extraordinariamente larga y también la extensa juventud, tiene el sentido de conservar al hombre con capacidad de cambio (Kipp 1980). Allí no se trata solamente del cerebro, sino también de su corporeidad, llegando hasta los rasgos de la cara y el desarrollo de las extremidades. En ocasión de las enfermedades infantiles, tiene lugar una transformación especialmente intensa del cuerpo. A consecuencia de la misma, muchos padres y médicos observan que la personalidad como ser interior transformador del niño puede aparecer con mayor claridad y puede apropiarse del cuerpo en mayor medida.

La experiencia médica muestra que el logro en el proceso referido depende esencialmente del hecho de que la enfermedad puede producirse en el momento justo. A pesar de que las enfermedades infantiles aparecen acumuladas epidémicamente, nunca afectan a todos los niños potencialmente atacables. Por otro lado, muchos niños que se enferman de sarampión o escarlatina muestran una predisposición al contagio ya con anterioridad, lo cual los predispone a la enfermedad, camino hacia la superación activa de los estados de tensión o bien de los obstáculos de desarrollo.

Las enfermedades infantiles presentan complicaciones cuando aparecen prematuramente (embriopatía de rubéola o pertussis en el lactante) o cuando aparecen tardíamente (sarampión en el adulto). El aumento de la encefalitis acompañada de sarampión guarda relación directa con el desplazamiento de la edad en la cual acontece la enfermedad.

Cuadro 5.2: al compararse aquí, una vez más, el tipo de las enfermedades infantiles con las enfermedades esclerósicas típicas de la vejez se obtendrán los siguientes resultados característicos (Gisbert Husmean, 1998, pág. 89). El ideal de la pediatría enseñada, y generalmente practicada, es reprimir o bien evitar las enfermedades inflamatorias en la niñez. Con ello, esta pediatría está actuando en pos de una prematura solidificación del cuerpo en una etapa preindividual, inmadura. La profilaxis uniformada frente a las enfermedades infantiles restringe la capacidad de transformación del cuerpo y la transparencia de lo físico para la individualidad anímico-espiritual del niño.

 

Enfermedades infantiles Enfermedades esclerotizantes de la vejez

 

Por causa externa o transmisión Sin causa externa

 

Desarrollo agudo, casi siempre febril Desarrollo lento, sin fiebre

 

Hiperemia pasajera, hinchazón Aumento constante de sustancia, esclerosis

Proceso generalizador Proceso sujeto a un lugar definido

(viremia en sarampión, exantema) órgano tropo (catarata, coxartrosis)

 

Cura espontánea Ausencia de cura espontánea

 

Nueva adquisición Pérdida de competencia física

de competencia, conciliada físicamente

 

Esto posee consecuencias de amplio alcance. En primer lugar, para lo anímico de los niños, hecho que mayormente no es tomado en cuenta. Hemos visto que cada enfermedad infantil conduce a una intensiva apropiación anímica de lo corporal, fomentando, especialmente, el desarrollo de la inmunidad específica. (Witsenburg, 1992). Cuando en la actualidad las alergias y enfermedades de la auto inmunidad se encuentran en rápido incremento, estas enfermedades se caracterizan por el hecho de que la relación de lo anímico hacia la propia corporeidad se encuentra irritada o bien alterada hacia la propia corporeidad, ya sea de modo primario o secundario. Mientras las enfermedades infantiles, como suceso conflictivo agudo entre el cuerpo heredado y la individualidad, generalmente se curan, aportando una armonización anímico-corporal que llega hasta la facultad de poder soportar y pasar por la aflicción, la pena y el dolor, las enfermedades alérgicas y de auto inmunidad no generan por sí mismas una tendencia curativa; por el contrario, enajenan lo anímico frente al cuerpo (por ejemplo, dentro de una tortuosa picazón de la neurodermitis, dentro de la angustia respiratoria del asma).

Hemos señalado, asimismo, que las enfermedades de carcinoma, que muestran un fuerte aumento entre los adultos, llamativamente carecen de manifestaciones febriles en la anamnesis. Queda abierta la pregunta, si el tipo de la enfermedad de la vejez al cual en cierto modo debe contarse también el carcinoma aparece con frecuencia cada vez mayor y se adelanta en el tiempo a causa de la represión de las enfermedades infantiles.

Desde el punto de vista de los autores, por tal razón las enfermedades infantiles constituyen una aguda esencial, cuando el debate de lo anímico-espiritual con lo corporal carece de fluidez; cuando la individualidad carece de fuerza de abrirse paso en el desarrollo o cuando se impone de modo unilateral (por ejemplo, frente a la escarlatina). La terapéutica podrá ser, no impedir la enfermedad, y, en cambio, conducirla correctamente, acompañando sensiblemente al niño en su proceso de transformación. Solamente en los casos en los cuales la enfermedad amenaza con tomar un desarrollo destructivo, los autores afortunadamente adoptan una terapia supresiva. De hecho, la concordancia de los padres del paciente con esta meta terapéutica es condición previa, dado que su colaboración (por ejemplo, en el caso del indispensable reposo) es absolutamente necesaria. También aquí pueden presentarse situaciones que pueden obligar a tomar el camino de la profilaxis convencional o la terapia convencional para no exponer al niño a un riesgo imprevisible.

 

3. PROFILAXIS DE LA ENFERMEDAD

 

Que por lo menos algunos de los problemas y los requisitos impuestos por la vida justifiquen la implementación de energía en los mismo, asumiendo un compromiso, de modo tal de considerarlos más bien desafíos bienvenidos, en lugar de cargas de las cuales queremos deshacernos. (Antón Antonovsky, 1997, página 36). Con estas palabras, Antonovsky describe la trascendencia, de lo cual emana, conjuntamente con el sentimiento de poder entender y dominar al mundo, el sentimiento de coherencia del hombre.

¿De qué depende que un ser humano pueda desarrollarse sanamente durante el curso de su vida? Entre otros, se conoce la posible importancia enfermante, patogenética de las condiciones sociales e higiénicas de las causas enfermantes infecciosas y genéticas. Frente a ello tenemos la observación de que el sano desarrollo del individuo no depende únicamente de estas circunstancias, sino de la facultad interior de conservar la salud propia. Ésta posee una dimensión física, anímica y espiritual-individual.

Autores tales como Frankl o Antonovsky descubrieron en personas que a pesar de condiciones de vida extremadamente adversas habían quedado sanas o bien recuperado la salud, que el hecho de su capacidad de darle un sentido a su vida (Frankl) había sido de una importancia decisiva. El sentimiento de la coherencia, la confianza en el poder comprender y dominar uno mismo las cosas y el mundo, y una relación plena de sentido en la vida, en el destino, en la configuración de la biografía propia pueden ser más decisivos que la suma de influencias enfermantes: las fuerzas de la salutogénesis no son captadas a partir de un pensar y actuar puramente patogenéticamente orientado.

La facultad de la conservación de la salud humana evidentemente está ligada a la individualidad espiritual, el yo del ser humano. El desafío de darle un sentido a la vida (Antonovsky, 1997, página 36), descubrir en ella relaciones plenas de sentido, y desarrollarlas uno mismo, no concierne a ningún ser viviente de la naturaleza, es facultad única y exclusiva del hombre (Frankl, 1992, página 56). Y es recién el hombre adulto, quien posee esa facultad. Esas facultades, empero, se forman de manera decisiva en la infancia, cada individualidad trae consigo condiciones previas individuales.

Por un lado, un desarrollo infantil positivo se fomenta mediante la dedicación y la confianza que le brindamos al niño, a través de un comportamiento positivo del educador, pero también a través de la presencia de resistencias, que el niño puede aprender a vencer. La ausencia de estas resistencias, y estos desafíos puede debilitar persistentemente el desarrollo de una saludable coherencia, y la cohesión interior de la individualidad.

La evolución del niño tiene lugar en relación con el desarrollo del propio cuerpo, del contexto físico, vital y anímico de la relación corpórea, relaciones que hallan una nítida diferenciación en la medicina antroposófica (Steiner y Wegman, 1997, páginas 7 y 19). Sobre todos estos planos, el niño puede aprender a vencer resistencias, adquiriendo necesarias facultades propias, individuales. Este proceso se evidencia, sobre todo, en el acto de la erección, en la superación activa de la fuerza de la gravedad, la conquista del paso erguido, que es conquistado mediante la actividad del yo, sujeta al cuerpo humano (Steiner y Wegman, 1991, página 29). Allí, de inmediato queda en evidencia que cada niño lleva a cabo ese paso en un momento diferente; allí yace una cualidad que caracteriza su constitución de la misma manera como su figura corporal.

En momentos de crisis, como podría ser la fiebre aguda, la actividad de la individualidad, que de modo inmediato halla su expresión en la organización calórica humana, puede manifestarse muy por encima de la medida normal y, en correspondencia a su intensidad, no sólo puede eliminar un agente patógeno, sino también transformar la corporeidad heredada de los padres en nuevos rasgos, conquistar nuevas facultades. No pocas veces esta actividad propia, hasta llegar a la crisis de la pubertad, es considerada por los adultos como el mismo problema por resolver, como exenta de sentido y superflua. El sentimiento de coherencia, del cual Antonovsky habla en relación con salutogénesis, y el cual adquiere forma de manera decisiva en la infancia y en la juventud, no se corresponde con una realidad puramente intelectual, sino una realidad anímico-corporal. El niño se individualiza activamente en la medida en la que logra conformar a su cuerpo, hasta dentro del acontecer inmunológico, hasta la configuración de sus manos y su rostro, en expresión de su individualidad. El cuerpo heredado de los padres ofrece la oportunidad para ello y al mismo tiempo conforma una resistencia, del mismo la familia, en el plano anímico. La evolución humana no se basa en la conservación de lo recibido como herencia; al niño se le debe brindar en cambio la ocasión suficiente para poder transfigurar las condiciones previas heredadas de su existencia, dándoles nuevas formas.

El sistema inmunológico humano muestra de manera especial la relación de individuación y salud. Es un sistema de aprendizaje que en su desarrollo va avanzando más allá de lo heredado. Dentro de los linfocitos, dentro del timo el organismo opera activamente dentro de la mesa heredada, desarrollándose nuevas cualidades de superficie (Hinrichsen, 1990, página 351 f .); Wahn et al, 1999, página 34 a 39). El sistema inmunológico representa una relación de coherencia física que abarca todos los órganos, compenetrándolos. La diferenciación entre aquello que pertenece al propio ser y aquello que les es ajeno, constituye un acto central de competencia inmunológica. Al mismo tiempo queda en evidencia, que el organismo humano nada puede adoptar simplemente de la naturaleza exterior (tal como lo ha sugerido durante mucho tiempo la idea de los módulos de la Teoría Nutricional ), sino que a todo lo decepcionado primeramente lo tiene que catabolizar y luego anabolizar aquello que debe pertencerle en el tiempo.

En todos los planos de los sistemas inmunológicos humanos hallamos equilibrios en los procesos de por sí opuestos. La intervención del yo en los procesos corporales se caracteriza justamente por el hecho de que conduce a la regulación propia de tales equilibrios, lo que queda gráficamente en evidencia en la regulación del equilibrio dada en el paso erguido, reservado únicamente para el hombre, lo que, empero, se manifiesta además en muchos otros ámbitos, sobre todo en la regulación calórica. La regulación inmunológica como dirigente del sistema inmunológico posee, por lo tanto, una importancia sobre saliente para la cuestión de la salud y la enfermedad; constituye un proceso activo completamente propio del individuo. La patología en la edad infantil en los países con estilo de vida occidental está caracterizada en la actualidad por el hecho de que el desarrollo de la regulación inmunológica propia del organismo ostenta trastornos que van en rápido aumento: enfermedades inflamatorias crónicas y alérgicas y enfermedades auto inmunes, tales como diabetes mellitas infantil se originan dentro de una individuación alterada en el plano físico, se deben a una identidad labil, insegura, en la cual no se logra la segura diferenciación entre el ser propio y lo ajeno. Algo ajeno del mundo circundante, por ejemplo, determinadas albúminas, pueden penetrar por las superficies delimitantes del organismo, pueden aparecer en un lugar equivocado del interior del organismo y provocar irritaciones; al mismo tiempo, el organismo comienza a atacar estructuras propias, disolviéndolas, por ejemplo, las propias superficies delimitantes o también órganos interiores vitalmente necesarios, como las células insulares del páncreas.

El hombre está dispuesto a individualizarse inmunológicamente de la misma manera, como por ejemplo en su pensar. Ese proceso, al igual que el aprendizaje del pensar, requiere un orden temporario, requiere del correcto desafío en el momento justo. Las enfermedades inflamatorias agudas en la edad infantil, el pasar por una parasitosis intestinal (por ejemplo, oxiuros) y dominarla activamente, puede fomentar el aprendizaje inmunológico; la ausencia de tales desafíos favorece, por ejemplo, el desarrollo de alergias. En el marco de estas enfermedades, se activa, adecuadamente, el sistema inmunológico: el sistema inmunológico no específico y también el específico, la respuesta celular y humoral, son activados de igual manera y así, evidentemente, el organismo puede aprender de mejor manera la regulación del suceso. Las vacunas, por ejemplo, activan únicamente la respuesta inmunológica humoral, mientras que la celular no es adiestrada correspondientemente, actúan unilateralmente sobre el sistema inmunológico específico, a pesar de que para un proceso de aprendizaje temporariamente ordenado, tendría que acontecer la activación previa del sistema inmunológico no específico.

El desarrollo individual se caracteriza por el hecho de que cada persona necesita desafíos diferentes para el desarrollo de su individualidad; y la experiencia médica muestra que los niños pueden enfermarse por un lado epidémicamente y por el otro pueden enfermarse de modo individual, cada uno a su debido tiempo. Lo mismo cobra validez para las crisis de maduración anímicas. La profilaxis colectiva de las enfermedades está relacionada con la tendencia de extinguir gradualmente la percepción de la individualidad infantil y de perder el respeto con respecto a su evolución, a sus leyes en el tiempo. Una vacuna, por ejemplo, contra paperas a la edad de 12 meses, combinada con virus manipulados contra sarampión y rubéola, sustancias conservantes, combinado con virus extremadamente patógenos para pájaros contenidos en la vacuna (Tsang el al, 1999) promueve procesos de aprendizaje muy diferentes que el paso por la paperas misma. Esta puede desarrollar, por ejemplo y es un hecho que no es tomado en cuenta debidamente, un efecto de separación positiva, en el caso de una relación demasiado estrecha entre la madre y el hijo.

En el caso de la vacunación, la individualización en el caso del proceso de la enfermedad se encuentra frente a una uniformalización, acompañada por un proceso de aprendizaje que a menudo queda inconcluso. Debe tratarse de peligros considerables y no extremadamente poco frecuentes para la salud del niño, que fundamentan una vacunación de este tipo. Visto medicinal y pedagógicamente, en Europa y los Estados Unidos, un número cada vez menor logra realizar un desarrollo inmunológico satisfactorio. En la actualidad, la medicina tendría que responder a este desafío, además de formularse de modo crítico la pregunta acerca de si la pediatría en los países desarrollados de Occidente no es también parte de un erróneo plan de estudios inmunológicos. El rol del bienestar a la par con una ideología unilateralmente científico-natural ha quedado en clara evidencia en el caso de la leche materna: la suplantación de un nutriente pleno de vida, que constantemente se adapta a las necesidades del niño, por un alimento prefabricado, normalizado, en el cual supuestamente todo está contenido, tiene graves prejuicios para la maduración del niño, justamente, en el campo inmunológico. En ocasión de la alimentación con leche en polvo, no solamente se producen con mayor frecuencia enfermedades alérgico-crónicas, sino también, por ejemplo, meningitis bacterial.

A pesar de que aumentan las sospechas de que la frecuente implementación de antipirética y antibiótica en la terapia, así como el cúmulo de vacunas profilácticas cobran una influencia negativa sobre el desarrollo y la individuación del sistema inmunológico y que son comprobables científicamente los efectos positivos de, por ejemplo, un principio profiláctico y terapéutico antroposófico (Alm y Swartg, 1999, Flöistrup et al 2006), la corriente principal en pediatría sigue desplazándose en la dirección de sustituir cada vez más las facultades del niño o bien manipularlas en su desarrollo. Siendo que el beneficio para cada niño en particular con respecto a estas medidas se torna cada vez más dudoso (mientras que, como en el caso de la leche en polvo, los aspectos financieros conforman un fuerte estímulo en esa dirección, que, por ejemplo, ejerce una considerable influencia sobre la investigación pediátrica e inmunológica).

La lucha perfeccionada contra la enfermedad no puede suplantar al activo desarrollo de la salud. El desarrollo de por vida y la conservación de la salud es un proceso activo que depende, en el largo plazo, del individuo mismo, sus procesos de aprendizaje corporales y anímicos. Siendo que, sobre todo, la medicina antroposófica coloca la individualidad del hombre en un lugar central como realidad efectiva en el conocimiento y el accionar medicinal, posee la facultad de evolucionar y transformar la profilaxis contra enfermedades en la medicina. Más allá de este hecho, la transformación misma de las enfermedades hace aparecer como ineludible una nueva orientación de la profilaxis medicinal de las enfermedades en el mediano plazo. En la visión conjunta, ésta puede ser caracterizada de la siguiente manera:

•  El horizonte de la profilaxis no abarca tan sólo la infancia, sino toda la vida. La limitación profesional-médica aquí constituye un real obstáculo que debe ser reconocido y superado. Para los niños de la actualidad, el carcinoma ocupará un primer lugar como causa de muerte. En la profilaxis, el valor de las enfermedades febriles agudas desde hace mucho está comprobado en la profilaxis del carcinoma (Albonico y Klein, 1997). Específicamente, esto por ejemplo cobra validez con respecto a la relación entre paperas en la edad infantil y el carcinoma ovarial. La literatura muestra que apenas se está discutiendo la cuestión de hallar posibilidades de profilaxis con respecto al carcinoma en la edad infantil, sobre todo allí donde se están discutiendo las medidas profilácticas (Albonico, 1996), como tampoco se discuten, por ejemplo, los efectos negativos en el largo plazo de las vacunas contra las paperas (West, 1996; Newhouse et al, 1977).

•  La profilaxis contra las enfermedades no puede ser equiparada con medidas diferenciadas y específicas contra determinadas enfermedades. Bajo el aspecto de la salutogénesis, en cambio, cada intervención medicinal deberá ser examinada en el sentido de qué significa para la facultad del organismo con respecto a la conservación de la salud. En la actualidad, en este ámbito se ha abierto una profunda contradicción entre la terapia y la profilaxis: el suministro de antipirética, antibióticos y similares, por ejemplo, debilita comprobadamente al organismo en su facultad de autorregulación y también la conservación de la salud, además de conducir a un incremento del riesgo de alergias (Flöistrup, 2006). Frecuentemente, tales medidas pueden ser reemplazadas mediante un procedimiento que primariamente toma en cuenta la actividad propia del organismo, la incentiva, la guía y la apoya. La intervención imperiosa, directa, de esta manera queda limitada al caso en el cual la regulación propia se torna imposible o bien se ha vuelto incierta.

 

El principio terapéutico de la medicina antroposófica y de la homeopatía, tal como aquí lo sustentamos, se orienta en todos los casos en el fundamento de fomentar con prioridad la actividad propia del organismo. Siendo así, el tratamiento de la enfermedad y la profilaxis de la misma se transponen mutuamente de manera inmediata. El fomento exitoso de la salud en el largo plazo, bajo las condiciones de vida de los estados industrializados de Occidente, de manera cada vez menor podrá agotarse en la prevención normalizada, técnicamente manipulada de la enfermedad. Este proceder está basado sobre una imagen enemiga de la enfermedad, ahora anticuada, que en su unilateralidad contribuye a que en gran medida se presenten nuevas enfermedades que difícilmente pueden ser denominadas mediante la manipulación. Al lado de la supresión, manipulación y sustitución del organismo, la medicina tiene que aprender el arte de estimular al organismo vivo, apoyarlo, brindarle impulsos necesarios, lo cual requiere de una comprensión de la individualidad viviente, del momento apropiado y de lo individualmente justo. Ante este trasfondo, el médico y los padres tendrán que responder una y otra vez en la práctica pediátrica a la pregunta acerca de si el camino profiláctico elegido contra a la enfermedad es el apropiado para el niño.

 

4. EL CONSEJO MÉDICO Y LA TOMA DE DECISIÓN INDIVIDUAL PATERNA EN LA PROFILAXIS PEDIÁTRICA

 

Los autores no defienden el punto de vista de que el suministro de vitamina K o D, de fluoruros, o bien la aplicación de vacunas debe ser rechazada de plano. Un criterio de esta índole equivoca el paso hacia la libertad y la responsabilidad individual y se postula frente al niño y a sus padres de la misma manera simplista y autoritaria como aquella postura que considera y propaga una profilaxis de vacunación normalizada, generalizada de vitaminas, elementos de vestigio y vacunas, como obligación para el médico y la familia. De hecho, en la actualidad muchos padres y colegas creen que están obligados a la ejecución de todas las medidas mencionadas, fundamentalmente.

En 2006, el Congreso Alemán de los Médicos ha decidido que se tomarán medidas jurídico-profesionales contra los médicos que se expresen explícita y reiteradamente contra las vacunas profilácticas recomendadas, a través de las respectivas cámaras médicas (Gerst, 2006). Poco antes había tenido que ser retirada temporariamente del mercado una vacuna de séxtuple efecto, recomendada por la Comisión Permanente de Vacunas (Stiko), en relación inmediata con publicaciones formales (Von Críes, 2005), que constataban una señal con respecto a casos de muerte inesperada al cabo de las vacunas, oficialmente fundamentada con adicionales trabajos de investigación que mostraron una inmunización más leve contra la hepatitis B. Un agravante especial al respecto era la publicación realizada por un grupo de patólogos de Munich con referencia a Penning (Zinka, 2005) acerca de sus casos de muerte súbita producidos durante las 48 horas posteriores a la aplicación de la vacuna en el niño (vacuna hexavalente). En 1998, la Stiko retiró de la recomendación pública la vacuna BCG por un efecto no confiable y complicaciones mortales en recién nacidos con estados de carencias inmunológicas no detectadas, mientras que en Francia los niños siguen sin tener que aplicarse las vacunas antes de ingresar a instituciones comunitarias.

Estos ejemplos muestran categóricamente la indefinición de la situación de las investigaciones y cuan graves p0ueden ser los efectos colaterales de las medidas profilácticas. De esta manera, el volumen de las vacunas profilácticas recomendadas observa una rápida variación y necesariamente queda supeditado a una constante discusión científica, como se lleva a cabo no solamente por patrocinadores, sino también por críticos, en un elevado nivel científico (compárese, pro ejemplo, a Hirte, 2005). Otro ejemplo de la profilaxis lo constituye la posición de cúbito abdominal, recomendada y practicada durante décadas por los lactantes, pero que ha ocasionado comprobadamente la muerte súbita del lactante. Hoy se recomienda exactamente lo contrario. Otras diferencias considerables existen (por ejemplo, entre las sociedades profesionales de los dentistas y las de los pediatras) en cuestiones de la profilaxis con fluor, cuyas consecuencias en el largo plazo para los lactantes y los niños pequeños ha sido investigado sólo por los dentistas, pero en ningún caso por pediatras e internistas. No se trata aquí de rechazar vacunas profilácticas públicamente recomendadas algo de lo cual una y otra vez se está acusando al arte curativo infantil de la antroposofía sino de defender el derecho del cuidado de los padres con respecto a sus hijos, sobre la base de la libertad del hombre y su derecho a la vida y la integridad física (Ley Básica de la República Federal de Alemania, artículos 1° y 2°), que incluye la libre autodeterminación de las medidas profilácticas. La misma centralidad posee la libertad de investigación e instrucción que entre los médicos se garantiza naturalmente para protección de los pacientes y que en Alemania está garantizada mediante las leyes de la constitución. En tal sentido, la resolución arriba citada no es conciliable con la Constitución de la República Federal de Alemania.

La ordenanza básica, liberal y democrática conoce al fundamento de la liberad de la terapia y esto cobra validez especialmente en el campo de la profilaxis de las enfermedades, sobre todo cuando involucra la intervención médica en el paciente sano. A la obligación de brindar cuidados por parte de los padres y del médico en ejercicio de su responsabilidad, aquí se contrapone claramente la libertad de decisión. Esa libertad, empero, es abstracta, cuando debe ser ejercida de un solo lado. En realidad, a los padres a menudo jóvenes y poco familiarizados con sus responsabilidades, les faltan las bases necesarias para la toma de decisión aquí dependen de una charla leal, oportuna, sin compromiso, con el médico, además de información escrita. Las decisiones necesarias deberían ser tomadas por ambos padres en conjunto al cabo de un intervalo en la charla con el médico. Por otra parte, normalmente el médico no está autorizado a tomar una decisión en el campo de la profilaxis contra una enfermedad y llevarla a cabo. La orden jurídica lo compromete a entablar una charla exponiendo las actuales recomendaciones profilácticas, así como sus riesgos, posibilitando a loas padres una cuidados consideración individual con respecto al camino adecuado y justo a tomar en el caso de su hijo. La meta de lo expuesto a continuación es clarificar, a partir de algunos temas elegidos, cómo crear una base de juicio con respecto a la profilaxis contra enfermedades pediátricas.

Los autores llevan a cabo estas charlas de consejo sobre todo en relación con las revisaciones preventivas en el primer año de vida. Para ello es fundamental incluir al padre y a la madre, siempre y cuando estén dadas las condiciones legales. Únicamente la decisión aprobada por todos es sostenible en el tiempo. A partir de un proceder de esta índole, en el consultorio de los autores resultan diferentes caminos individuales de la profilaxis.

 

5. VACUNAS

Ya en el siglo 6º de la era cristiana, en la China se llevaron a cabo exitosas vacunas contra la viruela. A través de la medicina en el ámbito cultural del Islam, a fines del siglo 18, la idea de una profilaxis a través de la vacunación, llegó a Europa. En 1976, Edgard Jenner llevó a cabo la vacunación contra la viruela por vez primera en Inglaterra, su propio hijo empero, después de la vacuna fue afectado de deficiencia mental y falleció a los 21 años. En el siglo 20, la viruela pudo ser erradicada, de modo tal, que la riesgosa vacunación ya no es necesaria. Para otros agentes patógenos, como por ejemplo el virus del sarampión, posiblemente no es posible una erradicación total. Dado que en el caso de una amplia campaña de vacunación con vacunas anti sarampionosas enferman sobre todo a los lactantes y a los adultos, aumentando evidentemente el porcentaje de graves complicaciones del sarampión, así como encefalitis esclerosante subaguda (por el hecho de que sobre todo los lactantes infectados con su inmaduro sistema inmunológico, permiten esta forma de desarrollo persistente y etal del sarampión) en el caso de una vacunación generalizada de la población, puede generarse un nuevo problema. El hecho, de que el virus del sarampión difícilmente pueda ser erradicado en forma global, y en el caso de su penetración a una población no inmune empero puede producir una elevada mortandad, (tal como se conoce a partir de la historia del colonialismo europeo) significa en este caso una dependencia duradera a largo plazo de la población mundial de una temprana vacunación de mas del 95% de la población!

El logro de esta meta es irrealista allí, donde el sarampión actualmente promueve casi un millón de casos de muerte: en los países no desarrollados, sobre la base de niños desnutridos, que es la causa de muerte realmente mas frecuente en estos países. Comprensiblemente, de estos países, así como de los fabricantes de vacunas (ver en las comprobaciones realizadas por Hirt, 2005), para los cuales significa un suculento negocio duradero y global, parte una considerable presión en el sentido de que también aquellos países en los cuales la enfermedad del sarampión pocas veces conduce a casos de muerte o de daños persistentes, se plieguen a la estrategia de la erradicación del sarampión (frente a los datos que se prestan a la confusión en los diarios, veáse la sólida exposición de Siedler, 2002), colaboradora del instituto Koch, que para el año 2001 informa de un caso fatal con respecto al sarampión, un niño de 8 meses, con comprobada sépsis con estreptococo en sarampión, dentro de un total de 10800 casos). En estos países empero a su vez, el enorme aumento de alergias y afecciones auto inmunes constituye el principal problema en pediatría, que por ejemplo en el asma bronquial infantil conduce anualmente a mayor cantidad de casos fatales que el sarampión. Como unica prevención comprobada de esas enfermedades, hasta ahora se han identificado estilos de vida que conducen a un amplio contacto de la madre embarazada, sobre todo con agentes patógenos bacterianos y del lactante (niños de campesinos) o, (y) aquellos, que observan un comportamiento reservado con vacunas y la supresión de enfermedades agudas, sobre todo, en el primer año de vida (estilo de vida antroposófico). En el capitulo 6 nos referiremos mas detalladamente a este asunto. F. Bach ajeno a toda ideología antroposófica y homeopática lo resume de esta manera: Hay una cierta ironía en el hecho de que ahora tenemos que buscar nuevos caminos para reproducir las enfermedades infecciosas, contra las cuales hemos estado luchando con gran éxito durante las ultimas tres décadas. Se trata de un desafío importante, a causa de las enfermedades alérgicas y de auto inmunidad (Bach, 2002). Frente a estos hechos, también en los años venideros, el ámbito de las vacunas profilácticas se presentará y configurará desde puntos de vista muy dispares. El campo de las vacunas profilácticas en la edad infantil, en la pediatría ocupa una posición especial. En ese ámbito impera un incomparable fanatismo, muy a menudo de ambos lados. Ya en el año 1924, Rudolf Steiner en un encuentro con médicos se vio obligado al siguiente comentario: La postura fanática en contra de estas cosas (se refiere a la vacunación general contra la viruela) no es aquello que estamos buscando, sino, a través de la comprensión, el conocimiento, queremos modificar las cosas en un sentido mayor (Steiner, 1989). También hoy es la intención de los autores, al igual que la intención de muchos colegas antroposóficos y homeopáticos, posibilitar a los padres una libre decisión frente a la vacunación a partir del conocimiento, ocupando así, una posición independiente entre los fanáticos opositores a la vacunación, y los demagógicos patrocinadores de las vacunas que quieren reemplazar todo dialogo al respecto, mediante el uso de la fuerza. Otra característica de este ámbito, es el constante envejecimiento y la controversia del estado de las informaciones, incluyendo las recomendaciones de la STIKO : entre la finalización del manuscrito y la aparición de este libro pasa un tiempo, que hace poner en duda la actualidad de la información publicada. Un ejemplo de los años 1999/2000, expone la pregunta, en que medida la introducción de la vacunación masiva del hemófilus influenzae ha contribuido directamente a un incremento de la diabetes mellitus en Finlandia. El Telegrama Médico (1999)calculó en noviembre de 1999, un caso adicional de diabetes mellitus en la edad infantil por cada 1700, al cabo de las vacunas Hib, llevadas a cabo según el esquema actualmente usual... los padres de los niños a ser vacunados, deben ser informados acerca del posible riesgo. Esta orden de magnitud en la actualidad se encuentra ostensiblemente mas elevada, que la cuota de afecciones Hib, invasiva, que han conducido a dolencias consecuentes duraderas o la muerte del niño antes de la introducción de la vacunación; según Classen y Classen (1999), en 100000 niños vacunados debe calcularse con 58 casos de diabetes, mientras que se evitan aproximadamente 7 casos mortales y 7 a 26 casos de afecciones posteriores por enfermedad de Hib. De inmediato, R. Von Kries y H. J. Schmitt (1999), como voceros de STIKO, opusieron: Un esclarecimiento de los padres, acerca del hecho de que la vacunación Hib podría causar diabetes es la divulgación de información errónea, a partir de la actual coyuntura de datos. Frente a ello, en el interín, el grupo de Wahlberg (2003) pudo comprobar, que en el caso de los niños vacunados con Hib, los riesgos inmunológicos para el desarrollo de una diabetes infantil tipo 1(elevado 1A-2A y anticuerpos GADA) eran comprobables con una frecuencia mayor de 5,9, o bien 3,4 y los índices de los anticuerpos 1A y 2A se encontraban significativamente mas elevados, que en los niños no vacunados con Hib. Frente a esta desconcertante situación de datos y el hecho de que reflexiones ya empíricamente apoyadas, son señaladas por colegas como hecho punible (la divulgación de información errónea, puede tener graves consecuencias legales en el caso de las vacunas), para el médico que está brindando su consejo al respecto, es indispensable un estado de información actualizado. En el interín hay a disposición una literatura excelente en este campo, que en parte constantemente se actualiza en Internet y también aparece a modo de manuscrito actualizado.

En este lugar remitimos expresamente a:

•  Vacunas profilácticas bajo responsabilidad propia de Wolfgang Goebel (2002). Lo impresionante en este libro es, sobre todo, la postura del autor, que se expresa en su exposición del consejo con respecto a las vacunas y las decisiones a tomar, así como la impresionante exposición de una encefalitis sarampionosa desde la perspectiva de los padres, a partir de la cual, mucho podemos aprender para el acompañamiento de estos niños gravemente enfermos.

•  Las vacunas, el pro y el contra, de Martin Hirte, (2005). Este libro no es apropiado como información para los padres, sino que transmite al mismo tiempo , de manera amplia e impresionante, aquel conocimiento, que al médico no siempre le es accesible en su tarea cotidiana. El autor asimismo es co-iniciador de una página de Internet, cuyo grupo de trabajo facilita un actualizado intercambio de información.

•  Vacunas en la edad infantil, de Kart Reinhard Kummer, en la serie de publicaciones, de la Asociación Salud Activa.

•  La revista Vacunas (1999) del grupo de trabajo suizo, para la vacunación diferenciada, que preponderantemente es brindada por homeópatas clásicos.

•  El Info Vacuna del pediatra de orientación homeopática clásica, Steffen Rabe (2002), que puede ser obtenido, constantemente actualizado, como revista, o vía Internet: http://www.IMPF-INFO.de

 

En ocasión de la lectura de esta literatura, pero asimismo mediante la experiencia de una larga práctica, llama la atención, otra característica del tema de la vacunación: la poca transparencia. Martin Hirte (2005) ha expuesto reiteradas veces, la manera en la cual el médico y delegado del congreso de USA, Weldon, sin ser un opositor de vacuna; ha hecho el seguimiento de la historia de una publicación, que en la forma referida en Pediatrics (Verstraeten 2003) no encontró una relación entre los trastornos neurológicos del desarrollo de los niños vacunados y Thiomersal en las vacunas utilizadas. En la primera versión, no publicada del 2000, el estudio había constatado lo contrario. Del encuentro llevado a cabo por los autores con los representantes de la industria de la vacuna y la administración federal de la salud se publicó una nota de la cual proceden las siguientes afirmaciones: Hemos hallado una relación estadísticamente significativa entre la exposición y las manifestaciones resultantes... Existe una relación fuertemente significativa con el retraso del desarrollo lingüístico (Verstraeten)... Realmente no existe motivo alguno para el estudio de esta clase. Los resultados eran previsibles... Con plausibles fundamentaciones podríamos modificar discrecionalmente los criterios de exclusión, para obtener los resultados deseados. Estaba en discusión además, de sacar del medio a los niños mas afectados, dado, que conforman un porcentaje excesivamente elevados de enfermos. En la versión final, definitiva y publicada, la elaboración de los datos había sido lograda de manera tal, que los niños afectados ahora mostraban un grado algo menor de los retrasos evolutivos. El Dr Thomas Verstraeten, autor principal del estudio, ha ido a ocupar un cargo en GlaxoSmithCline en Bélgica (laboratorio) aun antes de la publicación del estudio, hecho que en contra de todas las leyes vigentes, no ha sido mencionado en Pediatrics.

Para la introducción de la vacuna de hepatitis B en Alemania, la industria y los medios han señalado cifras de nuevos enfermos que ascienden hasta 300 veces las cifras de los realmente enfermos, tales como existen desde el 2001 a partir de la obligatoriedad de la declaración de esta enfermedad. El número de los niños enfermos, postnatales, era y es, menor a los 100 casos anuales. En el momento de la introducción de esta vacuna, no existía una estadística exacta acerca de la hepatitis B, adquirida en la edad infantil postnatal. Por otra parte, el 40% de todas las declaraciones acerca de complicaciones en las vacunaciones, se refieren a esta vacuna. La transición de la vacuna quíntuple a la séxtuple, mediante el agregado del componente de la hepatitis B, condujo a la sospecha, de que mediante esa vacuna se han provocado muertes. Sobre la vacuna pesa la sospecha de provocar el grave, pero poco conocido cuadro patológico de la miofascitis macrófaga, una inflamación provocada por aleaciones de aluminio, que en las personas con predisposición, conduce a un cansancio crónico y a dolores crónicos en los músculos y las articulaciones. Muchos afectados, desarrollan una afección autoinmune crónica. La sospecha principal se concentra sobre la vacuna de la hepatitis B, de provocar enfermedades desmielinizantes. El renombrado experto en vacunas Marc Girard, francés, ha podido mostrar este hecho en el ejemplo de Francia. En definitiva, para esta suposición existe una considerable evidencia científica. Por otra parte, hasta la fecha es imposible dar cifras para el riesgo exacto de enfermedad para los lactantes y niños pequeños vacunados contra la hepatitis B y menos aun, demostrar la seguridad de esta vacunación, a través de los estudios comparativos limpios y a largo plazo, con respecto a los niños vacunados versus los no vacunados.

El estudio alemán, a partir del cual la vacunación contra la tos convulsa fue introducida nuevamente, había sido realizada por Stehr y Heininger (1991). Stehr era miembro de STIKO y, comprobadamente, disponía de conexiones hacia la industria farmacéutica. Tal como Ehrengut(1992) lo ha expuesto detalladamente, el estudio en cuestión ha sido indagado (queriendo, o sin querer) de manera tan deficiente, que la suma de 635000 vacunados contra Pertussis, al cabo de la vacunación, claramente mostraron una menor cantidad de ataques convulsivos como era de esperar en niños vacunados, según las estadísticas a esta edad (0 casos frente a 19 casos). H. J. Schneble del centro Kork de la epilepsia escribe, al cabo de un grave daño provocado por vacunación con vacuna DPT en 1993, en una carta médica, después de una vista general de la literatura: Temo que nosotros, los neuro pediatras, a la larga dejaremos de ser creíbles, al negar absolutamente la posibilidad de una complicación neuronal al cabo de una vacunación de la pertussis o difteria.

En 1998, el renombrado experto en vacunación de Hamburgo profesor Ehrengut, señaló el hecho de que miembros de la STIKO , habían negado diversos daños de vacunación conocidos, excluyendo sin fundamentación científica la vacuna como causa posible. En un clima de esta índole, se hallan masivamente impedidos, la percepción y el registro de las posibles consecuencias de las vacunaciones.

Frente a ellos tenemos la innegable utilidad de las vacunas profilácticas en ocasión de enfermedades epidémicas graves, que amenazan la vida, por ejemplo, la vacuna del sarampión bajo las condiciones de vida en los así llamados países en desarrollo, la vacuna de la difteria en sociedades en las cuales a causa de una guerra y del caos social, la difteria hace estragos. Opositores a la vacunación, tales como Buchwald (1997)niegan aquí a su vez, indiscutibles resultados exitosos, aun, cuando tenemos que darle la razón en su afirmación de que la higiene del agua potable, suficiente alimentación y la superación de pobreza y guerra aportarían un beneficio mucho mayor al retroceso de la mortandad por sarampión y difteria, que cualquier programa de vacunación. El fanatismo, la presión del tiempo y las informaciones incompletas luego conducen a que el médico difícilmente pueda cumplir con su compromiso real y obligatorio referido al esclarecimiento y el apoyo de los padres en su camino de la decisión acerca de la aplicación de vacunas. La presión con respecto al conocimiento y la conciencia propia y actuar como alguien que recibe ordenes, se agudiza aun mas por el hecho de que en las revisadas y re elaboradas recomendaciones de STICO se constata: las infecciones banales (también con temperaturas subfebriles), así como un posible contacto del niño a vacunar hacia personas con enfermedades contagiosas, no son contraindicaciones (Koch, 1996). Esto, se contradice claramente con las experiencias médicas y el estado actual de la ciencia(5). La abogada, y experta en reclamos por daños ocasionados a causa de vacunas, Julia Buetikofen (1997), llega a la constatación: Después de 20 años de ocupación profesional con daños ocasionados por vacunas, en muy pocas ocasiones me he encontrado con casos, en los cuales el daño se ha producido en forma de destino; la mayoría de los casos de daños por vacuna, con los que me he ocupado profesionalmente, podrían haberse evitado, si se hubiesen tomado en cuenta con mayor cuidado, las contraindicaciones para las vacunas, y sobre todo, si los niños hubiesen recibido la vacuna, recién al cabo de un cuidadoso examen. Bajo un cuidadoso examen, entiendo el examen de por lo menos al garganta, los oídos y de auscultar al niño con el estetoscopio.

La doctora Quast, quien, como empleada de la empresa Behring, por cierto no puede estar sospechada de ser una opositora a la vacuna, señala una y otra vez, que la ley fundamental de la profilaxis mediante la vacuna es en el caso de todas las vacunas de rutina, que únicamente al niño absolutamente sano puede ser vacunado.

Resumiendo, puede ser constatado, que en la actualidad no existen recomendaciones científicas y éticas consistentes generalizadas, que puedan ser adoptadas simplemente por el médico. Frente a la controversia de los expertos, la experiencia del médico para el consejo, obtiene nuevamente peso. Para ninguna de las enfermedades en cuestión existe en los estados de habla alemana una situación de emergencia epidemiológica. Ante este trasfondo, los autores sostienen y practican una aplicación diferenciada e individual de las vacunas.

 

6. UNA DECISION LIBRE FRENTE A LA VACUNA

 

Lo que se está buscando, es una libre decisión del médico y de los padres, que aun en el caso de efectos colaterales en el caso de la vacunación y de complicaciones de la enfermedad en el caso de la no vacunación, puede tener consistencia para todos los participantes. Esto es posible únicamente en el caso de una información plena acerca de la utilidad y de los riesgos de la vacunación; de igual importancia empero es la generación de confianza. Decisiones, que se toman a partir de puntuales apelaciones al miedo (Barth y Bengel, 1998) no tienen sostén y por lo tanto son impugnables.

La confianza mas importante es la confianza en la individualidad del niño mismo. Cuando el niño es acompañado médica y pedagógicamente de manera tal, que en situaciones de crisis se encuentra en un primer plano su propio potencial de poder superar un trastorno, esta confianza puede desarrollarse. En el capitulo 5 nos hemos referido a aspectos de la comprensión de enfermedades y la terapia de enfermedades infantiles inflamatorias agudas, que cobran importancia también con respecto a las decisiones a tomar con referencia a las vacunas. Al vivenciar los padres el acrecentamiento de independencia y salud, que los niños pueden desarrollar al superar esas enfermedades (Kummer, 1992) a menudo desaparece su miedo, que quisiera preservar al niño del desafío y el poner a prueba sus fuerzas. Una decisiva condición previa en este camino es, que el médico se encuentre a disposición en situaciones de crisis. (Esto de manera creciente podrá ser realizable a través de un trabajo en conjunto, confiado, de varios colegas).

La confianza se genera, cuando se busca que en lo posible ambos padres tomen una decisión en común. La cualidad de la decisión, entre otros, puede ser medida en el hecho de que conduce a una desaparición de los miedos paternos, sin fogonear temores en una parte de los padres, por haber sido dejado de lado por la otra parte paterna y el médico. Lo necesario y lo que brinda ayuda al respecto para una objetivización del tema, son las informaciones escritas. El nivel de esclarecimiento de las informaciones profesionales con respecto a las diferentes vacunas no debería ser menoscabado concientemente. Lo apropiado seria, entre otros, la literatura mencionada en 3.5 del capitulo de la introducción.

Dado el cúmulo de posibles vacunas, la charla tendrá que tener un carácter escalonado; será diferente individualmente, acerca de cuantas vacunas se podrá hablar exhaustivamente durante una sesión. Cobra sentido entonces, formar una secuencia de las vacunas que deben ser tratadas, que se orienta en la urgencia con la cual debe tomarse la decisión referida a la vacuna. De esta manera se podrá decidir entonces, si la vacuna se aplica, y cuando.

Los conocimientos referidos al desarrollo del sistema nervioso, con referencia la desarrollo del sistema inmunológico y con referencia a la toxicidad de las vacunas en el primer año de vida, colocan en un primer plano, la cuestión del momento de la vacunación. Por otra parte, se acrecienta masivamente, la presión social sobre los padres, cuando en las instituciones comunitarias, tales como guarderías y jardines de infantes el acceso es supeditado a la aplicación de todas las vacunas recomendadas por la STIko. Esto , además, es solicitado por el congreso de los médicos alemanes y es practicado por algunos representantes privados (en el momento de la impresión de esta edición). Dentro de esta creciente tensión, el médico puede destacar algunos aspectos relevantes:

•  En lo neurológico evolutivo, casi la mitad de todo el crecimiento del cerebro humano se lleva a cabo durante el primer año de vida. Por tal razón, el cerebro humano logra una plasticidad y una capacidad de adaptación especiales y por otra parte, es excepcionalmente sensible durante esa fase. Especialmente sensible es la transición del estado germinal de la célula troncal pluripotencial, al estado de imagen realizada de la célula nerviosa diferenciada. En el curso de esta diferenciación, tienen lugar procesos de metilización del DNA (que como símbolos de lectura, limitan la lectura de la información genética del núcleo celular, prescribiendo con ello, un texto especifico, que es indispensable para una diferenciación estable de la célula). Esta regulación epigenética, está en pleno desarrollo durante el primer año de vida: dilucida (del mismo modo como el desarrollo del sistema inmunológico) en que medida importante, el organismo humano desarrolla su forma viviente no solamente mediante lo heredado sino a través de la configuración y la transformación de lo heredado, necesitando para ello un tiempo mayor que organismos animales comparables. Sales de aluminio y de tiomero pueden alterar el desarrollo diferenciador del sistema nervioso a través de su efecto de inhibición sobre el crecimiento de los factores nerviosos y con ello, sobre la regulación epigenética. Esto cobra validez sobre todo, para un grupo de niños con predisposición genética (pero, así desconocida para el médico) a la debilidad de metilización, que de esta manera, a menudo todavía muestran otros problemas, por ejemplo en la detoxificación de metales. Al respecto, debe tomarse en cuenta, el efecto toxico de las vacunas modernas: de esta manera, en un lactante que pesa 6 kilos, una sola vacuna séxtuple sobrepasa el suministro de aluminio admisible de 2microgramos/día, en 25 veces y conduce a un ámbito en el cual tienen lugar significativos efectos sobre la programación genética de las células nerviosas (compárese con Hirte, 2005). Al respecto, la barrera hematoencefálica del lactante es mucho mas permeable que la de un niño algo mayor. Debe ser tomado en cuenta asimismo, el sensible proceso de la mielinización del sistema nervioso central, en plena actividad en el primer año de vida, que en la vía referida, también puede ser alterado: los nervios aun no mielinizados son mas propensos a ser afectados por los tóxicos. En las vacunas modernas existe además la sospecha de impulsar por la vía inmunológica, procesos desmielinizantes (la vacuna de la hepatitis B, por ejemplo). Ante este trasfondo es totalmente incomprensible la recomendación de STIKO, de vacuna a los niños nacidos prematuramente, según la fecha de parto, y no según la fecha calculada de nacimiento. Los autores no solo observan, que este hecho va acompañado por una tolerancia claramente menor y, tomando en cuenta el menor peso físico, existe una carga toxica aun mucho mayor, sino, que notan asimismo, la ausencia de todo argumento lógico y todo estudio con respecto a esta cuestión. Es por ello, que aconsejamos partir de la fecha calculada para el nacimiento, en todos los casos en los cuales por alguna causa especial, debe procederse de otra forma

•  Conocimientos inmunológicos acerca del sistema inmune, aconsejan asimismo un procedimiento diferente con respecto al momento de la vacunación recomendado por STIKO, que se orientan exclusivamente en el criterio de la protección prematura frente al contagio. En el primer año de vida, se desarrolla principalmente el sistema inmunológico no-especifico. Los complejos conocimientos adquiridos al respecto de este desarrollo, han sido tratados detalladamente en el capitulo 6.1. Las penetraciones prematuras de las superficies limites del niño a esa edad, favorecen la generación de alergias. A esta edad, está madurando la capacidad de diferenciación de lo propio y lo ajeno, no solamente con respecto a la conciente percepción de la corporeidad propia y los limites del cuerpo, esquema corporal, sino también inmunológicamente, sobre todo en los procesos de maduración dependiente del timo, del sistema inmunológico de las células T. En esta ámbito, el organismo infantil abre los DNA de los linfocitos, los modifica y los individualiza, y esto se lleva a cabo, maximalmente, durante el primer año de vida. En este proceso de maduración, lo decisivo es el anabolismo del equilibrio individual, inmunoregulatorio. Las vacunas aplicadas en el primer año de vida, estimulan linfocitos Th2 en el momento equivocado, cuyo dominio fisiológico durante el embarazo debe ser suprimido en el primer año de vida, que empero son necesarios para la formación de memoria en el sentido de una inmunidad específica mediante la vacuna. En el desarrollo de la primera infancia del sistema inmunológico, la defensa no específica ocupa un primer plano en la superación de las infecciones agudas, por las cuales el niño pasa realmente. Esta respuesta (provechosa para el desarrollo de la regulación inmunológica en el primer año de la vida) del sistema inmunológico se diferencia característicamente de aquellas, que son provocadas mediante vacunaciones justamente en el primer año de vida. A través del ejemplo de la vacuna triple del tétano, la difteria y los tos convulsa a temprana edad pudo demostrarse, que las células Th2 se estimulan en medida tanto mayor, cuando el lactante aun posee anticuerpos maternos, por lo tanto, cuando antes se lo vacune, tanto mas habrá. Con ello empero, aumenta el riesgo de alteración de la regulación inmunológica, terminantemente. En la génesis de las enfermedades alérgicas, los tempranos trastornos de esos procesos cobran una importancia decisiva. Las vacunas apuntan a una manipulación del desarrollo de la memoria inmunológica específica. Con ello, recién a partir de una edad aproximada al año de vida, se encuentran con una capacidad correspondientemente desarrollada del organismo, mientras que la vacunación del lactante promueve en principio, un desarrollo precoz de la memoria específica. Con la finalización del primer año de vida y por lo tanto, con la obtención de la postura erguida, típica para el hombre, a través de su paso, es que recién entra en función la real respuesta inmunológica... (Meinecke, 1999)

•  Ante el trasfondo de estos conocimientos obtenidos, parece cada vez mas plausible, vacunar a los niños recién a esta edad, cuando ellos comiencen a caminar libremente por si mismos. La obtención de la vertical propia coincide con una primera maduración decisiva del sistema nervioso-inmunológico. También la respiración experimenta hasta ese entonces, una estabilización esencial, a partir de ese momento, prácticamente ya no se produce SIDS; con ello, en amplia medida desaparece el peligro de que la vacunación fomente tal acontecimiento. Y en definitiva, hasta ese entonces ha tenido lugar también la aparición del primer diente, tiempo durante el cual los niños se hallan especialmente propensos a las infecciones. La maduración del sistema inmunológico antes referida, trae consigo no solo el hecho de que las vacunas tempranas fomentan las alergias, sino, que también debilitan las defensas frente a las infecciones. Ese efecto, lo pudo comprobar Aaby (2000) drásticamente en lactantes y niños pequeños, en el Africa Occidental: los niños que a temprana edad habían sido vacunados contra difteria, tétano, polio y parálisis infantil (razón para la cual en el Africa occidental hay muchos mas motivos que en Alemania), mostraron en la época siguiente una mortandad doblemente elevada que el grupo comparativo. Las causas de muerte eran principalmente malaria e infecciones intestinales; socialmente, estos niños pertenecían a un nivel socio económico mayor y estaban mejor nutridos que el grupo comparativo. Pero, también aquí, en la práctica propia, una y otra vez pudo constatarse un claro aumento al estar propenso a las infecciones al cabo de la aplicación de las vacunas profilácticas. Por otra parte, en el caso de la vacuna Hib y en menor medida a la vacunación contra la tos convulsa, a la vacunación temprana le incumbe una importancia esencial, dado, que las enfermedades Hib invasivas son mas frecuentes a los 6, 7 meses. Para las otras vacunas, esto no cobra validez del mismo modo. En otro sentido, el momento de la vacunación juega un rol, por ejemplo en el sarampión y en las paperas: aquí, con el inicio de la pubertad, la cuota de las complicaciones y de las enfermedades se acrecienta fuertemente, lo cual para los padres que no han querido vacunar a sus hijos tempranamente contra esas enfermedades, puede ser un argumento para la vacunación en ese momento, si el organismo hasta ese entonces no ha desarrollado una inmunidad. Con respecto al sarampión, por otra parte nos encontramos frente a un desarrollo nuevo, en el sentido de la temida encefalitis pan esclerosante sub aguda (SSPE), se presenta principalmente al cabo del sarampión en lactantes, se presenta con una frecuencia relativamente mayor, a causa de la falta de inmunización natural por parte de muchas madres. La vacunación de lactantes, por principio, cuando antes es posible recién a partir del noveno mes de vida, de modo tal, que un número cada vez mayor de lactantes están entrando en un hueco (desde hace muchos años presagiado), sin inmunidad propia. Ante este trasfondo, en el caso de presencia de hermanos mayores se agrega un nuevo aspecto, el de vacunarlos en todo caso antes, para proteger con ello al lactante.

Al considerar cuidadosamente el momento de la vacunación, charlandolo entre el médico y los padres, se podrá presta atención a la dinamica evolutiva temporaria del niño y su organismo y con ello, a su cuerpo etérico, su organización vital, activa en el crecimiento y en todos los procesos plasmadores de órganos, temporariamente ordenados (cuerpo de las fuerzas plasmadoras). Y ya de esta manera, se incluye un aspecto esencial, que fomenta el cuidado, el respeto frente al viviente autodesarrollo del niño.

 

ACOTACIONES

•  Definido aquí, en el sentido puntual, como enfermedad infecciosa exantémica con formación tóxica pirógena y desarrollo inmunológico antitóxico resultante.

•  En muchos países con una norma menor de higiene, la hepatitis A, que en la mayoría de los casos toma un curso de ictericia y que muestra también un curso cíclico pronosticable en el tiempo y nunca toma el carácter crónico (que empero en muy raras ocasiones puede tener un desenlace fatal) es considerada como enfermedad infantil, a diferencia de la hepatitis C, que según el conocimiento actual difícilmente pueda curarse y que frecuentemente desemboca en cirrosis, o bien un carcinoma hepatocelular y que en Europa central ahora es mucho mas frecuente que la hepatitis A.

•  Según una conferencia de Stickl, quien ha comparado la prevalencia de la encefalitis debida al sarampión durante los lapsos 1960 hasta 1965 y desde 1970 hasta 1975 y paralelamente con el aumento de la cuota de encefalitis que de 1960 hasta 1965 se hallaba aun en 1:14400 constatando, que desde 1960 a 1965, el 80% de los casos de sarampión registrados se hallaba a una edad menor de los 7 años, desde 1970 hasta 1975 ya mas de la mitad de los niños afectados tenía mas de 7 años.

•  Información de una carta médica, con respecto al relato de una enfermedad del 20.01.1993.

•  21% de vacunas fracasadas (según criterios serológicos) entre 47 niños vacunados resfriados, contra el 2% en niños vacunados sanos(Krober)