Volver


8. Ética profesional y posición espiritual en la profesión educativa
Michaela Glöckler

 

Los 7 pecados sociales:
Política sin principios
Economía sin moral
Bienestar sin trabajo
Educación sin carácter
Ciencia sin humanidad
Goce sin conciencia
Culto sin ofrenda
Mahatma Gandhi.


La ética busca el bien, la buena acción. ¿Qué significado posee esto, para la profesión del educador? ¿De dnde proviene el bien?
El Siglo XX ha destapado las fuentes del mal, de un modo nunca conocido con anterioridad. Guerras mundiales a modo de lucha  por el poder y la economía, fundamentalismo de derecha y de izquierda, socialismo colectivo, regímenes totalitarios, dictaduras militares y policiales, asesinato de pueblos y un odio abismal han marcado del destino de incontables millones de seres humanos. El bien y el mal tienen en común, que actúan desde afuera, pero, que asimismo, mas o menos concientemente, pueden ascender y cobrar acción, provenientes del interior. Es así, que desconcertados podemos hallarnos frente a ejemplos de corrupción y de mentiras, tal, como a diario son presentados por los medios, siendo que al mismo tiempo no notamos las tendencias de igual comportamiento en nosotros mismos, por el hecho de que una mentira piadosa o una “buena acción”, realizada con miras a una recompensa, se nos figuran como algo natural e inofensivo.
Una nueva ética es solicitada –tiene que ser aplicada allí, donde tiene lugar hoy, la lucha por la humanidad: En cada uno de nosotros. Han pasado las épocas, en las cuales las decisiones fueron tomadas por los grandes y poderosos en un pueblo con minoría de edad. En las modernas democracias, todo depende de las muchas voces individuales, que finalmente deciden, quien toma el poder y que productos se consumen. El tomar esto en serio, es el comienzo de una nueva ética. Del mismo modo, como las acciones aisladas del terrorismo y empleos de la violencia pueden desestabilizar todo una sociedad, provocando estados caóticos, así también pueden ser neutralizadas y frenadas en cada persona, las consignas fundamentalistas, las opiniones grupales y las limitaciones. Y esa capacidad es la que los alumnos quieren vivenciar en su maestro. Se encuentran parados o sentados frente a él, con la pregunta no formulada: ¿Quién eres tú? ¿De qué manera dominas la vida? ¿Cómo ves al mundo? ¿A partir de cuales experiencias puedes hablar? ¿Puedes ayudarme a ser yo mismo? Tomando en cuenta lo expuesto por Rudolf Steiner  acerca de la capacidad de desarrollo del hombre, nos puede generar optimismo, cuando en su manual de ejercitación 2. leemos: “En cada persona dormitan facultades mediante las cuales puede adquirir conocimientos acerca de mundos superiores”.
 Toda persona puede aprender  a ser mas humana, al hacer conciente dentro de sí misma, de los ámbitos existenciales divino-espirituales, “despertándolos”. Dado que, evolución significa  que lo posterior emane de lo anterior, que se transforme, que crezca mas allá de sí mismo, vale decir, de lo existente. Corresponde a los hechos concomitantes muy especiales del camino evolutivo esbozado por Rudolf Steiner, a que describa a la vida misma, como Camino de Iniciación. Formula claramente, que la adquisición de conocimientos, impulsos para un desarrollo superior, o los ejercicios de meditación son benéficos únicamente, cuando a los resultados de estos trabajos no los tomamos como finalidad personal, y en cambio, se los fecundiza para la vida cotidiana. La auto-evolución así entendida, significa tener experiencia de vida, lo que equivale a conocer a la vida en todos sus altos y bajos, descubrirlos y entenderlos. Dado que: Cómo podemos adquirir en definitiva cualidades del carácter, tales como veneración, calma interior, valentía y confianza, esperanza, lealtad, devoción, amor y veracidad, llegando hasta la autonomía – que también puede aceptar la autonomía de los demás- cuando estas cualidades no se aprenden de manera tal, que tengan duración en la vida cotidiana y quede de manifiesto que la vida misma es el maestro de estas cualidades. Esto a su vez significa, que no puede haber en realidad una instrucción “exenta de espíritu”. Como pedagogo, nos hallamos frente al desafío de colocar la materia a enseñar, el método y la didáctica al servicio del desarrollo físico, anímico y espiritual. Para poder realizarlo, es menester un camino de auto-desarrollo, que lo posibilita y lo fomenta. Para tal finalidad, Rudolf Steiner ha descrito 7 cualidades del carácter. Quien en ello trabaja, prontamente podrá notar, que de esta manera adquiere un sostén interior y una clara orientación  de su vida. Steiner denomina  a estas posturas, posición en la vida, son “las siete condiciones” para el camino interior y acota al respecto:
“(…) Nadie puede cumplir plenamente las condiciones; pero, todos podemos tomar el camino en dirección a su cumplimiento. Todo depende de la voluntad y de la convicción de emprender ese camino” 3.

Las siete condiciones de una posición ética fundamental

Primera condición:
“Orientemos nuestra atención al fomento de la salud física y espiritual. Naturalmente, en principio no depende de la persona misma cuan sana es. Ir en su busca, buscar un fomento en esa dirección, eso, todos lo podemos hacer”
            Aquí, podríamos opinar, que está dada una indicación con respecto al egoísmo de la salud. A continuación se describe empero, como podemos encontrar la correcta relación hacia el goce –y hacia el deber. El cuerpo y el alma están sujetos dentro del trabajo diario y puede suceder, que a causa del deber, tenemos que dejar de lado la salud. Tal vez renunciemos a una comida, o tenemos que trabajar durante una parte, o durante toda la noche para que las cosas puedan funcionar. Vale decir, que a menudo el trabajo nos exige un no tomar en cuenta nuestra salud. Lo que de allí podría resultar enfermante, lo queremos equilibrar mediante la correcta relación con el goce. Podemos aprender a gozar intensamente, pero de manera tal, que ese goce nos brinda la fuerza para realizar nuestro trabajo mejor y con mayor satisfacción. Se trata, de buscar al goce nunca a modo de finalidad personal –que luego requiere de fuerza- sino, de aprender a gozar de manera tal, que a partir de allí se genere fuerza y nueva motivación para la vida y el desarrollo. Para las personas que no pueden gozar, disfrutar, es especialmente importante descubrir, que el goce es una condición para el mantenimiento de la salud, requerido por el cuerpo y el alma. El problema consiste únicamente en el poder guardar conciencia y poder acabar en el momento justo, según el proverbio: “Dejar de comer en el momento cuando mas nos está gustando la comida”. Al disfrutar mas allá del punto culminante o con la ayuda de drogas dañinas para la salud o estimulantes, luego necesitaremos de la recuperación del goce…

Segunda condición:
Sentirnos como un miembro de toda la vida. En el cumplimiento de esta condición se encuentra encerrado un gran cúmulo de cosas. Pero, cada uno puede cumplirla solo a su manera. Si soy educador y mi alumno no se corresponde con aquello que de él estoy aguardando, entonces, mi sentimiento de reproche no debe orientarse en principio contra mi alumno, sino contra mi mismo. Debería sentirme tan consolidado con mi alumno que me pregunte: “Aquello, que no estamos logrando en el alumno, no es la consecuencia de mi propia acción? Y en lugar de orientar mi sentimiento en contra del alumno, en cambio me pondré a reflexionar, acerca de cómo podría comportarme, para que en el futuro el alumno pueda corresponder de mejor manera a mis demandas. A partir de tal manera de pensar, paulatinamente podrá cambiar toda la manera de pensar de los hombres. Esto, cobra validez tanto para los grandes como para los pequeños. A partir de esta posición por ejemplo, podré mirar de manera diferente a un delincuente como sin poseer esta postura. Me abstengo del juicio y me digo: “Yo soy solamente un hombre como éste. La educación que he recibido circunstancialmente, tal vez me ha protegido tan solo de un destino como el suyo”. Y luego puedo llegar al pensamiento de que este hermano humano pudiese podido ser otro, si los maestros que en mí han colocado su esfuerzo, se lo hubiesen dedicado a él. Tomaré en cuenta, que yo he recibido algo, de lo cual él ha sido privado. Y entonces me habré aproximado a la idea, de que solamente soy un miembro en toda la humanidad y por lo tanto soy co-responsable de todo lo que acontece” 4.

Quien practica esta condición, notará –tal vez con alguna consternación- en que elevada medida ejerce poder sobre otros, mediante su comportamiento. Cuando alguien causa mi enojo y yo reacciono sobre el mismo plano, la situación fácilmente puede caldearse o provocar una discordia de larga duración. Cuando empero por la ofensa no nos dejamos llevar a una reacción en el mismo sentido, sino sale del acontecimiento con la siguiente pregunta: “¿Cómo tengo que comportarme para que esta persona pueda mostrar su mejor lado?” O: “¿Qué tuvo que haber pasado dentro de la misma, qué habrá vivido en su hogar para que su umbral de contención haya sido tan bajo y me haya dicho todas estas impertinencias?” A menudo, en sus acusaciones, la persona se está caracterizando a sí misma proyectando su propio doble dentro de la otra persona. Por tal razón, nunca deberíamos tomar de modo personal esas acusaciones, aun, cuando nos quieren tocar de un modo personal. Deberíamos dejar que quede allí y preguntarnos: ¿Por qué esta persona está buscando la vivencia del doble justamente en mí? ¿Qué puedo yo aportar, para que él pueda llegar al conocimiento propio, sin que la relación se caldée negativamente y yo mismo me sienta herido en mi dignidad? Aun, cuando estas preguntas no puedan ser respondidas de modo inmediato, ya el hecho de que las estemos planteando con sinceridad, sin poner en juicio y condenar al otro, o “pagar con la misma moneda”, configura un paso importante. Al cabo de un esfuerzo tal, muchas veces sucede, que el otro, al cabo de un tiempo cambia su comportamiento o, al cabo de unos días venga, para disculparse.

Tercera condición:
Dice, “(…) que los pensamientos y los sentimientos tienen igual importancia para el mundo, como nuestros actos. Deberá se reconocido, que pernicioso de igual manera es, si odio a mi prójimo, o si lo golpeo. Esto me permite llegar a la comprensión, de que al perfeccionarme, no solamente hago algo para mí mismo, sino también para el mundo. De mis sentimientos y pensamientos puros, el mundo obtiene igual beneficio como de mi buen comportamiento” 5.

Cuan efectivos pueden ser los buenos pensamientos y sentimientos con respecto a otras personas, lo sabe todo aquel que en su entorno tiene personas en las cuales piensa con amor, respeto y estima. Los niños, que van creciendo dentro de un clima de amoroso respeto, se encuentran rodeados de una valla de protección moral, que les permite afrontar los enojos cotidianos, vivencias inquietantes o peleas con los compañeros, con otra seguridad interior, como si no lo tuviesen. La misión es, tomar conocimiento, de que los buenos pensamientos conforman fuerzas germinativas de posibles buenos actos, que los sentimientos positivos son fomentadores de vida. En respuesta a una pregunta hecha por un visitante en el convento ruso ortodoxo de Sagorsk, donde los monjes las veinticuatro horas del día se van reemplazando en la oración por la paz de la tierra y que decía: “¿Y ustedes creen que esto aporta una ayuda? Hay tantos estados bélicos sobre la Tierra-, se le ha dicho: “¿Se imagina usted, lo que estaría pasando en la Tierra si no estuviéramos reunidos aquí en la oración?” La misión es, aprender a vivir con la conciencia, de que tenemos la misma responsabilidad por la cualidad de nuestros pensamientos y sentimientos que por aquella de nuestros actos. De esta forman se plasman el estado anímico y el clima, el “aura” de una situación.

Cuarta condición:
Aquí se trata “(…)del convencimiento, de que la entidad propiamente dicha del hombre no está dada en lo exterior, sino en lo interior. (…)  Quien avanza hacia estos sentimientos, estará en condiciones de poder discernir entre el compromiso interior y el éxito exterior. Podrá comprender, que lo uno no puede ser medido de modo inmediato en lo otro. Es menester hallar el correcto punto intermedio entre aquello que determinan las condiciones exteriores  aquello que entenderá como lo correcto para su comportamiento. Nada debe imponerle a su entorno, por lo cual éste no puede tener comprensión; pero tendrá que estar libre del fervor  de hacer únicamente aquello que es reconocido por ese entorno. El reconocimiento para sus verdades las tiene que buscar única y exclusivamente en la voz de su alma sincera, empeñada en el hallazgo del  conocimiento. Pero, tendrá que aprender de su medio circundante en la mayor medida posible, para poder descubrir lo que le es útil y provechoso. De esta manera podrá desarrollar dentro de sí mismo aquello, que se denomina (…) “la balanza espiritual”. Sobre uno de sus platillos se encuentra un “corazón abierto” para las necesidades del mundo exterior, y sobre el otro, “firmeza interior e inquebrantable perseverancia” 6.

El cumplimiento de esta condición es, a su vez, medidor gradual de la medida de autonomía e independencia interior que ya ha sido conquistada. Vivenciar al maestro como incorruptible e independiente en su opinión y su juicio, cobra un efecto motivador sobre el alumno, de querer “ser así” también él. En definitiva, sobre este hecho se basa también la prevención frente a la droga: La dependencia se genera por la incapacidad de afirmación sobre sí mismo. No se está buscando la experiencia, la vivencia, sobre el camino del esfuerzo personal y el trabajo, sino, con la ayuda de estimulantes y de drogas. No buscamos la independencia de nosotros mismos, sino la independencia de sustancias, fuerzas o personas y cosas. Con la ayuda de la cuarta condición aprendemos a tomar conciencia de un hecho y comprender porqué en una cultura orientada en una medida tal hacia la superficialidad y el condicionamiento, el fenómeno de la dependencia y la pérdida de integridad pudo constituirse en el problema número uno. Dado que, en definitiva, una sola dependencia espiritual y emocional es “saludable”, la dependencia de nosotros mismos.

Quinta condición:
(…) la firmeza en la realización de una decisión tomada. Nada debe obligarnos al no cumplimiento de una decisión tomada, únicamente la convicción de que había sido tomada equivocadamente. Cada decisión es una fuerza y aun cuando esta fuerza no tiene un resultado inmediato allí hacia donde ha sido orientada, cobra efecto a su manera. El éxito es decisivo únicamente, cuando llevamos a cabo un acto a partir de la avidez. Pero todos los actos que se practican por la avidez carecen de valor frente al mundo superior. Allí, lo decisivo es, únicamente, el amor hacia el acto”.7.
Realizar un trabajo por el móvil interior del amor hacia una causa o hacia personas y no a causa de la avidez por el dinero, o el reconocimiento o el éxito, esto, en la actualidad es como el mensaje de otro planeta. Así y todo, únicamente una moral de trabajo de esta índole puede consolidar el carácter de la perseverancia. Cuando el trabajo acontece por otros móviles, el Yo entra en dependencias que vulneran su estabilidad, que lo tornan manipulable y corruptible.
Una decisión guarda la fuerza de la realización. Al respecto, es una cuestión de la estabilidad, de la imperturbabilidad, del amor a la cosa, si la realización es lograda. Por otra parte es menester la fuerza, la fuerza del amor abnegado, para reconocer un error o para asimilar una decepción, saludablemente. También ello fomenta la estabilidad en la vida, evitando el “derrumbe” o el “caer de rodillas”, cuando llegan un revés o la decepción, que el curso de cada vida contiene.
Cuando los alumnos se encuentran con maestros que están luchando por una estabilidad tal, la escuela se convierte en un segundo hogar. Obtienen parámetros para “aprender a vivir” y se sienten comprendidos y “aceptados”, con sus propias inseguridades, ideales y decepciones.

Sexta condición:
“(…) Aquí se trata del desarrollo del sentimiento de la gratitud frente a todo aquello que le acontece al hombre. Tenemos que saber, que la propia existencia es un regalo de todo el universo. Pensemos en aquello, que es necesario, para que cada uno de nosotros pueda recibir su existencia y llevarla a cabo. Todo lo que le debemos  la naturaleza y a otras personas. Quien no pueda entregarse a estos pensamientos, no podrá desarrollar dentro de sí, ese amor universal, necesario, para llegar a comprensiones superiores. Algo, que no estoy amando, no se me puede revelar. Y toda  revelación tiene que colmarme de gratitud, dado, que me enriquece”. 8.
Justamente en la escuela, es tan necesario, prestar atención al hecho, de que el destino, los mucho y pequeños acontecimientos en la vida, en definitiva siempre son cordiales con la vida y brindan la oportunidad del aprendizaje a transformarlo en algo positivo, fomentar el desarrollo. Los alumnos vivencian a su maestro como artista de la vida, cuando trabaja en esta 6ª condición. La gratitud es el aire anímico que respiramos; que compartimos los hombres. Nos sentimos libres y exentos de peso en un clima anímico marcado por la gratitud. El estado anímico de la gratitud reúne, promueve la apertura y la confianza. Rudolf Steiner describe a la gratitud también como puente hacia los difuntos. Puesto, que la gratitud es aquello que podemos destacar como lo imperecedero con respecto a todas las experiencias en lo terrenal, sujetas al espacio y el tiempo. Dentro de la gratitud, toda experiencia, aun la marcada por el dolor, de la añoranza, la difícil como la bella, halla su sosiego y su duración en el propio ser.

Séptima condición:
“(…) Todas las condiciones nombradas tienen que unirse en una séptima: Comprender la vida constantemente en el sentido como lo demandan las condiciones”.
Michaela meint Fussnote: wie S.120*
De esta manera, la configuración de la vida propia obtiene un sello uniforme, una determinada integridad y unidad. A consecuencia de estos esfuerzos, crece la facultad del sosiego interior. Ser el polo fijo en el aula, es empero la condición previa para una práctica profesional constructiva y favorable. Quien aprende a comprender la vida en el sentido de estas condiciones convierte su vida en la gran escuela, a la que está yendo y cuyo maestro es el Señor de la Creación.
El descubrir que la Evolución del hombre, la Tierra y el Universo están relacionados, concordados entre sí, que existen el uno para el otro, el uno a través del otro, puede conducir a la experiencia de lo divino, mas allá de las confesiones, a la inter-religiosidad, al encuentro con el Logos creador dentro de nosotros, alrededor de nosotros. Concebir y manejar el plan de los estudios, el método y la didáctica en la escuela en este sentido, es la tarea y el encargo de la pedagogía Waldorf.                                                 * Bis da ¡

Las cualidades del carácter o bien, “posiciones espirituales” provenientes del trabajo en las siete condiciones son:
                                    Sana configuración de la vida
                                    Capacidad de integración
                                    Sentido de la realidad

                             

Autonomía e independencia interior

                                    Paciencia
                                    Confianza en el destino (“Amor-Universal”)
                                    Calma interior

Sobre la base de tal trabajo interior, la pedagogía, la profesión misma del maestro, se conforman en el prototipo del camino evolutivo del hombre.
Como hombres somos imperfectos y necesitamos aprender. Este hecho empero constituye nuestra capacidad de desarrollo, cuya particularidad es el auto-desarrollo. Humanidad puede ser aprendida únicamente cuando estamos dispuestos a pensarla, a sentirla, a practicarla y quererla, una y otra vez. No puede ser forzada, tampoco desde afuera, o, generarla “por naturaleza”. Es el resultado del trabajo anímico-espiritual propio y llega desde adentro, “desde el corazón”.

1. Citado según Reginald Földy/Clemens Heidack: La cultura de la negación. El no constructivo, Viena, Colonia, Weimar 2000, pág. 22.
2.  Steiner, Rudolf: ¿Cómo se alcanzan  conocimientos de los mundos superiores? Obras completas GA 10, página 16
3.  Steiner, Obras completas GA 10, pág. 103
4.  Steiner, Obras completas GA 10, pág. 105
5.  Steiner, Obras completas GA 10, pág. 107
6.  Steiner, Obras completas GA 10, pág. 108
7.  Steiner, Obras completas GA 10, página 109
8.  Steiner, Obras completas GA 10, página 109