LA MANO Abriendo el libro de C. G. Carus “El carácter simbólico de la figura humana”, vemos que el capitulo acerca de la mano comienza de la siguiente manera: “Con esta palabra –la mano- abrimos uno de los capítulos mas notables de todo el simbolismo de la figura humana, puesto que en este maravilloso miembro yace un sentido arquitectónico-profundo tal, su desarrollo revela una historia peculiar tal, su influencia sobre la elevación del alma humana hacia la culminación espiritual es tan inmensa, que no solamente los pensadores han encontrado motivos amplios para sus estudios, sino que, aparte del significado especial con respecto a las características de la persona, se han conformado desde hace mucho tiempo en un símbolo propio, de la vida popular en general y la vida religiosa”. Y sigue señalando que la acción concientemente llevada a cabo es un acto: “Rogamos, ordenamos, amenazamos y juramos con la mano. El apretón de manos equivale a un compromiso (une al Yo con otro Yo). Pedimos la mano de una joven. En los templos budistas encontramos cerca de cien posiciones diferentes de las manos y de los dedos, cada una correspondiente a una determinada forma de la oración. Bendecimos con la mano, colocamos sobre el corazón en solemne afirmación, y la elevamos hacia el cielo en gesto de promesa”. Todas estas, son expresiones que tienen que ver con lo mas intimo de nuestra personalidad, con nuestra individualidad. También Herder, contemporáneo de Carus, habla de un modo significativo de la mano, afirmando, que es una estructura plena de sentimiento y ejercicio orgánico de mil formas. Sobre todo esta ultima acotación indica que mediante la mano, el espíritu del hombre, actuando en el plano físico, en el imperio de la materia puede transformar al mundo. Del mismo modo, como el espíritu humano, conquista nuevas facultades en la concentración y en la meditación, sin necesidad de materia, en la mera ejercitación espiritual, la mano se ejercita con la misma perseverancia, hasta adquirir una nueva facultad, un nuevo arte. Al decir, que algo tiene “manos y pies”, ese algo muestra ser útil para el plano terrestre frente a la razón pensante. Sobre un plano diferente, el pie, como también la mano son una expresión especial de lo humano, que nos separa de cualquier animal. Hasta en los monos mas evolucionados y a pesar de la similitud de la forma exterior ni la mano, ni el pie logran las relaciones de medidas de las partes entre sí, que les imprime el espíritu humano. En su conferencia de apertura del congreso de enfermeras del 30 de abril de 1970 en la clínica Ita Wegman en Arlesheim, la Dra. M. P. Van Deventer se refiere al ser de las manos sobre el trasfondo de la evolución del hombre, tal como esta expuesto por Rudolf Steiner en su Ciencia Oculta, pero también en otras publicaciones: “Las manos y los brazos pertenecen al sistema de los miembros del hombre, pero, allí ocupan una posición muy especial. En una remota época de la evolución humana, de hecho fueron empleadas a modo de miembros, del mismo modo como las piernas, en movimientos de traslado. Por entonces, el cuerpo humano tuvo otra sustancia, era una especie de “nube de fuego”, pero viva y organizada en su interior y poseía ya una figura humana. Cuando luego con la salida de la luna de la tierra, se fue depositando la sustancia mineral en el cuerpo humano, comenzó el lento proceso de la erección a la vertical y las manos se liberaron de la tierra física. Se conformaron en herramientas para el hombre espiritual y entraron al servicio del pensar, que paulatinamente se fue desarrollando. Todo aquello, que en el curso del tiempo fue apareciendo como cultura humana, ha sido creado por las manos. Mucho mas tarde entonces llega el tiempo, donde manos y brazos son adaptados al sistema rítmico. Se conforman en expresión de la vida del sentir en el gesto y acompañan a la lengua con ademanes expresivos. Con mayor evidencia observamos esa transición en la cuarta época cultural post-atlántica, en la etapa de la cultura griega y su arte, donde, a partir de las almas individuales pueden ser plasmadas las figuras plásticas, y donde ya no predominan las posiciones estereotipadas de los miembros usuales en las culturas y tradiciones antiguas. En la época romana vemos esa transición en el gesto de la sentencia, cuando el Cesar condena, o indulta al gladiador vencido, mediante la posición de su pulgar. Asumir un juicio, es la acción mas intima del alma humana. De hecho es característico con respecto a la diferencia entre griegos y romanos, justamente la manera de expresión de las funciones del brazo y la mano. Su misión real empero lo cumplirán las manos recién, cuando desde el ser rítmico del hombre serán transpuestas por el principio cristiano y de esta manera transformaran la vida y exterior y el mundo. Vemos así en las manos un proceso de liberación continuo y podemos comprender porque Rudolf Steiner las señaló como “el símbolo mas bello de la libertad”. Con ello, queda caracterizada la mano como el órgano más humano, dado que fisonómicamente nos permite conocer mucho del intimo ser del hombre. Sobre todo, son los gestos, la manera p. ej. como nos damos la mano y muchos otros movimientos, también los espontáneos que nos revelan mucho de nuestro carácter, a menudo mas de lo deseado. La individualidad plasma, y padece el destino y es así que también se graban rasgos del pasado en las líneas de la mano izquierda, mientras que aquellas de la mano derecha mas bien señalan lo futuro. Al mirar el brazo tri-membrado en su conjunto, vemos, que sus partes ostentan el carácter de los miembros del ser superior. La formación del brazo muestra la fuerza unificadora del Yo. Recién en el hombre, el brazo se independiza del tronco (ver grafico) y cobra movilidad propia. El mono es una evolución retrograda de la figura humana (H. Poppelbaum: “Hombre y animal”). Es por ello, que los monos siempre caen sobre sus “manos”. El antebrazo, con sus dos huesos y la posibilidad de pronación y supinación, posee el carácter de la polaridad de lo astral, además, es el que da el golpe. Hasta en su formación física refleja la posibilidad de orientarse en lo anímico hacia fuera con afinación de modo mayor, y hacia adentro con afinación de modo menor, de abrirse, o de cerrarse, en fin, vivir dentro de sentimientos polares. En el hombre, el antebrazo debería ser siempre un poco más corto que el brazo, porque ese hecho documenta la primacía del espíritu. Cuando el antebrazo es mas largo, la formación se acerca a lo animal. Se habla entonces de brazo de simio. Y la mano finalmente, plástica y finamente membrada, con inauditas posibilidades de movimiento muestra, que instrumento se ha creado el espíritu humano para poder reproducir en el imperio de las fuerzas plasmadoras, tal como lo maneja el cuerpo etérico, cualquier forma y figura, y, hasta puede mas allá de la naturaleza, construir un mundo nuevo mediante las materias terrestres, el mundo de las artes. Como hemos visto, el Yo imprime al cuerpo etérico, la corriente del pentagrama. Es por ello que encontramos al pentagrama también en la mano. FALTAN PONER TRES DIBUJOS A la superficie de la mano se le puede imprimir un pentágono. Se podrá hallar al pentagrama en dimensión mayor, o menor, en la mano abierta. El centro, es siempre un punto-Yo, especial. Es en sentido superlativo, el lugar de la estigmatización, donde aparece la sangre impulsada por el Yo. También de otra manera, en la mano se plasma el hombre entero en su trimembracion funcional. Los dedos, radiantes, con sus puntas sensibles, son la parte en la cual se expresa mas bien lo anímico-astral. El actuar puntual, corresponde al cuerpo astral y genera mayor conciencia. De esta manera, allí se refleja el polo neuro sensorio. La palma de la mano, que podemos abrir y cerrar, que nos permite generar sístole y diástole, es afín al sistema rítmico. Con el pulgar, entramos al campo volitivo, mediante la posición contrapuesta, la mano se conforma en espacio; gestos con el pulgar, son gestos de la voluntad y pueden dar la sensación de rudeza y hasta brutalidad. En su libro “Las manos manifiestan al hombre”, Norbert Glas nos brinda muchos detalles esenciales de cada dedo. De sus exposiciones obtendremos muchos conocimientos acerca de la magna dotación de las manos. Es empero el investigador espiritual, quien nos brindara conocimientos aun mas significativos acerca de la mano. Escuchemos nuevamente a la Dra. Deventer: “Con mayor exactitud aun, Rudolf Steiner relata en su 6ta conferencia de “Las digresiones al ambito del Evangelio de Marco”,que aspecto adquieren las manos para el clarividente. De los dedos se desprende la radiante forma del cuerpo etérico, que se proyecta distante al espacio circundante, ya con débil resplandor, ya con fuerza punzante. Según el estado anímico de la persona –alegre o apenado- es diferente la radiación de sus manos, sus dedos. Y es diferente entre sí, la radiación de la palma de las manos, o aquella de su dorso. Y para aquel quien domina la observación espiritual, la mano es una formación maravillosa, con su parte etérica, y su parte astral. Cuando esa mano entra en contacto con el entorno, y puesto que la materia en realidad es espíritu concentrado, entra en relación con el espíritu del mundo circundante, así por ejemplo con el elemento del agua. Cuando la persona lava sus manos con mayor frecuencia, cobran mayor sensibilidad para con el entorno, logran, por ejemplo, poder observar con mayor agudeza si es una persona con instinto brutal o con buenas facultades afectivas la que esta a su lado; mientras que las personas que tienen suciedad en sus manos, de hecho también en la vida cotidiana muestran tener una naturaleza más burda, elevando algo así como paredes, entre ellas y su medio circundante. Este cobrar sensibilidad en el buen sentido, cobra validez únicamente para las manos. Lo espiritual-anímico se encuentra en una relación dispar con respecto a los diferentes miembros del ser del hombre. Cuando se realizan por ejemplo curas excesivas con lavajes de agua fría, sobre todo en la infancia, se genera una hipersensibilidad enfermiza. De esta manera, hemos tomado conocimiento de una facultad perceptiva frente a las cualidades morales del entorno, una facultad que aparece instintivamente y que se fomenta a través del lavado de manos.” Existen asimismo exposiciones de Rudolf Steiner que muestran, que con respecto a brazos y piernas poseemos también, órganos perceptivos para con las fuerzas cósmicas. En épocas pasadas se tenia aun una sensibilidad cierta, que las piernas poseen una relación hacia las fuerzas de la tierra, hacia las fuerzas de la gravedad, los brazos empero, un impulso hacia las fuerzas del firmamento y sus armonías. La escultura griega “La oración del niño” nos puede servir de ejemplo. Muestra la elevación de las manos –siguiendo la elevación del alma- hacia los reinos divinos, hacia el mundo de las estrellas, que reconoce como legitima morada. Este ha sido el gesto oratorio en casi todas las culturas antes del misterio del Gólgota. A partir del misterio del Gólgota ya no levantamos las manos para la adoración de lo divino, sino que cruzamos los dedos, o unimos las manos, para hallar así, lo divino dentro de nosotros mismos, “el Yo”, cuyo portador ha sido el Cristo. Tenemos una conciencia propia que puede recepcionar la fuerza cristica, y puede luego hacer fluir esa fuerza divina del amor hacia nuestras manos, para que puedan transformar a la tierra, para poder sanar, para poder bendecir. La mano que transforma la tierra a través de nuestro trabajo, la mano que brinda curación, la mano que bendice, son el resultado de un estado anímico de oración, que se ha ejercitado en nuestra juventud. Las manos son lo mas dúctil y permeable de nuestros miembros orgánicos. Pueden cambiar mucho en el curso de nuestra vida. El alma y el espíritu que fluyen a través de ellas a modo de ejercitación, no solo las van formando, sino que transponiéndolas, fluyen hacia el mundo a modo de fuerza de amor objetivo, a modo de bendición, a modo de fuerzas curativas. Después de la muerte, los miembros –vale decir, lo espiritual que ha fluido a través de ellos – se torna fisonómico para nuestros actos terrenales, revelan la real calidad de nuestros actos terrenales. Las manos son empero asimismo, las creadoras de nuestro futuro. Libres actos de amor deberán transformar a la Tierra y al Hombre. Para poder dedicarse a estas metas, la mano, radiante de amor, ha sido absuelta de todas las ligaduras antiguas, como símbolo de libertad. |