CARTA DE UNA MADRE A OTRAS MADRES Soy Ana Maria, una madre anciana. Pero, hay un secreto: Mientras vivimos, seguimos siendo eso, MADRES. Y tratamos de ayudar y proteger a nuestros hijos. No los podemos hacer solas, para lograrlo, tenemos que llamar al Ángel de la guarda. Como lo hizo mi madre. Yo nací en la selva de Misiones y tuve que caminar a la escuela casi dos kilómetros por el monte. Antes de salir, mi madre me daba la mano y decía la oración del Ángel. Y es así, que pude llevar esa oración a mi vida. La dije, cuando mis hijos eran pequeños, cuando estaban enfermos y estaba sentada angustiada al lado de su camita, rodeada de oscuridad y noche. Y más tarde, cuando tenían que pasar por pruebas y emprender su propio camino en la vida. Y fui comprendiendo, que ese llamado al Ángel es lo más importante que podemos darle a nuestros hijos, la plegaria que nace en cada corazón, con las palabras de cada madre y cada padre. |